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Katya Vázquez, la alumna con mejor expediente de la ULL: “En el futuro nadie tiene nada asegurado”

La recién egresada en el Grado de Español: Lengua y Literatura por la institución quiere seguir formándose para dar clase y encara su futuro con las ideas claras, siendo consciente de que "nadie tiene nada asegurado"
Katya Vázquez, la alumna con mejor expediente académico de la Universidad de La Laguna
Katya Vázquez, la alumna con mejor expediente académico de la Universidad de La Laguna
Katya Vázquez, la alumna con mejor expediente académico de la Universidad de La Laguna

Katya Vázquez nació hace 23 años en Argentina. Creció rodeada de libros y desde pequeña quiso estudiar Lengua y Literatura española, incluso antes de saber de la existencia de la carrera. La asociación Alumni de la Universidad de La Laguna (ULL) le concedió recientemente el Premio al Mejor Expediente Académico del curso 2019-2020, un reconocimiento que le hace “mucha ilusión”.

La estudiante egresada de la ULL cree que estos momentos “no son fáciles para nadie” e indica que hay dudas de los alumnos se quedan sin resolver. Asimismo, advierte que “mucha gente no puede terminar los estudios universitarios, entre otras cosas, porque no le dan becas. Todo se suma a la incertidumbre de lo que será de nuestro futuro en un par de años más”.

Vázquez no ha querido dejar pasar la oportunidad de agradecer el apoyo que le han brindado su familia y sus profesores de la Sección de Filología a lo largo de todos estos años, en los que también le ha dado tiempo de escribir varios relatos y un libro, Entre los interludios (Ediciones La Palma, 2019). Su obra está incluida en las antologías Liberoamericanas: 140 poetas contemporáneas (Liberoamérica, 2018) y Volcanes interconexos (Ediciones Idea, 2019).

-El profesor José Antonio Ramos Arteaga ha dicho que ha sido un lujo para la Universidad de La Laguna tenerla como alumna.
“Le agradezco sus palabras y todo lo que ha hecho por mí. Ha sido profesor mío pero también el “director” de la agrupación de teatro de filología, de la que formo parte. Es un gran amigo, una persona sabia que extiende todo su conocimiento y saber estar. A mí me encanta escucharle porque es como un guía.

-Otros docentes también se han deshecho en elogios hacia usted.
“Nieves María Concepción Lorenzo, por ejemplo. Creo que no se le da el reconocimiento que merece. Es una investigadora excepcional y una profesora aun mejor. También es una amiga. A mí me complace haber hecho con ella tantos trabajos, como el TFG y el TFM, y próximamente un doctorado. De la Universidad, a nivel docente, es a la que más le debo y quiero agradecerle.

-Cómo cambia una asignatura cuando la imparte un profesor al que se le nota que le apasiona…
“Totalmente. Eso ya desde el instituto. Cuando eres adolescente te das cuenta de quién imparte una asignatura porque realmente le ha marcado y quiere transmitir esos conocimientos. En la universidad se nota el doble. Y ya no solo al que le gusta la asignatura, sino al que le gusta enseñar, que no es fácil.

-¿Qué tipo de profesora quiere ser usted?
“Eso me lo he planteado mucho. Y también a quién quiero enseñar. Quiero ser profesora pero me interesa mucho la parte de investigación y la universidad es el lugar ideal para ello. Me gustaría ser una profesora cercana al alumnado; es decir, con la que el alumnado pueda sentirse en confianza y me transmita sus inquietudes, tanto la bueno como lo malo. Desde la parte de la literatura, quiero transmitir esa pasión porque siento que desde mi infancia me he encontrado con muchos profesores que me han dado mucho y ahora me toca devolver ese favor”.

-Da la sensación de que no leemos lo suficiente.
“Por falta de libros y de buena literatura no es. Puede ser por falta de acercamiento a esta literatura y creo que, justamente en eso, los profesores tienen una función importantísima. La programación, sobre todo a nivel de instituto, debe cumplirse sí o sí, y se pierde un poco el foco, que es que el alumnado se interese realmente por la lectura y por los autores, quienes son importantes por algún motivo. Creo que en secundaria -no en todos los casos- puede estar el problema, porque no se ha transmitido ese interés de la manera correcta”.

-También es más fácil distraerse ahora con tanta maquinita y redes sociales.
“Hay una cantidad muy grande de distracciones, de redes sociales… La literatura también se está intentado adaptar a esto, al contexto, y es importante mostrarlo, en el sentido de ver cómo una cosa afecta a la otra, cómo se acompañan.

-¿Es cierto que quería ser filóloga antes de saber que existía la carrera?
“Sí. Mis padres leen mucho y me he criado en una casa en la que hay bastantes libros y un gran interés por la literatura. Siempre tuve esa posibilidad de ir a bibliotecas, librerías… Se me acercó desde que era pequeña. En el colegio (estudió en el Teófilo Pérez, en Tegueste) también había un plan lector muy bueno”.

-Estudió en una universidad alemana y en la ULL. Sé que las comparaciones son odiosas, pero ya puestos…
“Estudiar fuera te hace comparar y añorar ciertas cosas de tu propia universidad y ver las que podría mejorar. Estando allá eché de menos la parte de investigación. Noté que aquí, aunque puede haber más, hay un lado investigador bastante fuerte. Los profesores están más enfocados en eso, en que las evaluaciones se hagan a partir de trabajos de investigación. En Alemania, en la Universidad de Friburgo, no ocurría eso; sin embargo, su sistema está planteado de un modo totalmente diferente. Las asignaturas son muy específicas: es como pasar con gusto por la literatura sin hacerte una profesional de ello. En cambio, de la Universidad de La Laguna salí con un amplio conocimiento de toda la historia de la literatura”.

-Destaca la importancia de poner los cinco sentidos en clase, de atender y generar debate pero hay alumnos que desean salir casi corriendo del aula.
“En mi caso la universidad no fue solamente el paso de bachillerato a la carrera, sino todo un cambio de vida, contexto y expectativas. Quería aprovecharlo. Sabía que en esos cuatro años tenía que abrirme las puertas para seguir investigando. Entonces, sin que me gustara todo, sí que encontré cosas de las que luego leí y me seguí informando. José Antonio Ramos Arteaga dijo que no solo uno debe pasar por la universidad sino la universidad debe pasar a través de uno. Creo que la institución también debe fomentar eso”.

-Qué es más raro a día de hoy, leer o escribir poesía.
“Ver a gente leyendo poesía. En este sentido, yo también soy bastante crítica. ¿Qué es la poesía? Hay muchos textos que no son poesía ni cuentan con calidad literaria y aun así se distribuyen como churros. Por eso es más difícil encontrar a gente leyendo poesía de verdad”.

-Gustavo Adolfo Bécquer se preguntó qué es poesía, ¿se atreve usted a responderle?
“Tiene que haber una confluencia entre lo que tienes que decir, una verdad o aceptación, y expresarlo en un lenguaje determinado con una sensibilidad, un detenimiento y una perspectiva especial”.

-¿A qué obra recurre en los momentos de bajón?
El libro de los abrazos, de Eduardo Galeano. Es una obra que no he visto en la carrera pero curiosamente me impulsó a dedicarme a esto. Sigue siendo el nidito al que siempre vuelvo”.

-Hablemos de su libro, Entre los interludios.
“Es mi primer poemario. Supongo que hay muchas cosas que cambiaría, pero lo veo como una buena noticia porque significa que ha habido una evolución en mí. Sin embargo, espero que no suceda si hay un segundo libro. Me gustaría tener ya una voz mía, encontrar mi estilo y no cambiarlo. Sé que el germen está en Entre los interludios, donde ya utilizo un recurso que me encanta: coger una imagen cotidiana, algo que podría pasar inadvertido, un gesto, y hacer un poema de eso. El libro también trasmite la idea de transformación, de escamas que se quedan atrás y pieles que cambian”.

-¿Seguía siendo alumna cuando nos confinaron por la pandemia?
“Tuve suerte porque llegó cuando estaba en el segundo cuatrimestre del cuarto curso y solo tenía dos asignaturas, las prácticas y el TFG. Las profesoras que me dieron clase en ese momento afrontaron la situación bastante bien. Las prácticas las hice en la Escuela Literaria, donde trabajo actualmente, y salió un proyecto genial. Además, pude editar desde casa mi primer libro, Los besos están prohibidos. El TFG lo tuve que defender de forma telemática y fue muy bien. Pero todo esto que le digo es una visión muy particular, porque sé que la mayoría de los alumnos de la Universidad no se sentirían identificados con esto”.

-La sociedad está un tanto agitada con todos los problemas que tenemos.
“Me parece lógica la crispación. No son momentos fáciles para nadie y no se dan las respuestas suficientes. Mucha gente no puede terminar los estudios universitarios, entre otras cosas, porque no le dan becas, aunque esto ya viene de antes, y tampoco se resuelven las dudas en temas como las matrículas. Todo se suma a la incertidumbre de lo que será de nuestro futuro en un par de años más, nadie tiene nada asegurado”.

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