
Explica el compositor gallego Juan Durán que cuando hace un año se instaló la pandemia en nuestras vidas, “y comenzaron a marcharse tantos seres queridos”, surgió en su mente la idea de dibujar una línea sonora. “Pero no como esa curva [de fallecidos] que se eleva de forma inexorable día tras día -puntualiza-, sino una línea serena, de paz y de esperanza”. Así nació Dona nobis pacem. Elexía ás víctimas do COVID-19, la obra para orquesta de cuerda que abrió este jueves el concierto ofrecido en el Auditorio capitalino por la Sinfónica de Tenerife (OST), conducida por su director honorario, Víctor Pablo Pérez, y que hoy viernes volverá a interpretarse, en una cita para la que ya se han agotado las entradas.

Dona nobis pacem (Dadnos la paz), “una música que huye de cualquier tremendismo efectista y solo busca acompañar en el tránsito a todos cuantos se han ido y, desgraciadamente, se siguen marchando”, señala Durán, fue la primera pieza de un programa que incluyó la Misa de Gloria, de Pietro Mascagni. Escrita en 1888, la partitura se asemeja a una oración, a un diálogo interno acompañado de melodías serenas.
IGOR PERAL Y MARK STONE
Para su interpretación subió al escenario la Coral Reyes Bartlet del Puerto de la Cruz, en lo que supuso el reencuentro con la orquesta tinerfeña de la formación vocal dirigida por José Híjar Polo. Su anterior colaboración data de enero de 2013.

En una cita tan emotiva, en lo que tiene que ver con las emociones que nos despierta el lenguaje musical, pero también con este tiempo trágico y convulso que nos ha tocado vivir, participaron como solistas el tenor Igor Peral y el barítono Mark Stone.