la palma

Cuatro décadas de defensa de las razas autóctonas canarias

Juan Capote es uno de los impulsores del reconocimiento de este tipo de ejemplares como patrimonio cultural, genómico y etnológico
El biólogo, veterinario y doctor por la Universidad de Las Palmas Juan Francisco Capote, también académico de la Real Academia de Medicina de Tenerife | SERGIO MÉNDEZ

Son pocas las iniciativas que reúnen el apoyo de todas las formaciones políticas, especialmente aquellas vinculadas, de una u otra forma, al acervo cultural, sobre el que cada partido acostumbra a tener una visión radicalmente diferente. No obstante, esta semana el Parlamento canario abordó una que lo logró: una Proposición No de Ley (PNL) que insta a reconocer a las razas autóctonas del Archipiélago como patrimonio cultural, genético y etnológico, a fin de promover su crianza, conocimiento y conservación. Y detrás de esa propuesta, trabajando entre bambalinas para hacerla posible, se encontraba el veterinario, biólogo e investigador palmero Juan Francisco Capote, quien, de la mano del presidente del Club Español de Presa Canario, José López, elaboró el texto inicial, que más tarde fue planteado a los grupos de la Cámara.

En declaraciones a DIARIO DE AVISOS, el experto reconocido internacionalmente indica que todo surgió a partir de un diálogo con López: “Me dijo que había un problema con las crías de perros, que se preveían dificultades con las nuevas leyes y que había que buscar una figura protectora”. Como ejemplo de ese paraguas bajo el cual se trataría de preservar la fauna endémica, explica que se puso sobre la mesa el caso de Jerez de la Frontera, localidad que distinguió al perro bodeguero andaluz como “Patrimonio Cultural e Inmaterial” persiguiendo unos objetivos similares a los isleños.

Preguntado por los motivos que, entiende, han persuadido al amplio espectro ideológico representado en el Parlamento para que vote de forma unánime a favor de la PNL, detalla que “la defensa de las razas autóctonas es una cuestión progresista, porque está muy relacionada con el desarrollo sostenible; es conservadora, porque se custodia el patrimonio, y es nacionalista, porque es lo nuestro”. Unos argumentos que fueron esgrimidos por Capote y López durante la ronda de contactos que hicieron con los representantes de cada color y signo, pero también razones de carácter moral: “Es un homenaje a nuestros ancestros, que han moldeado a estas razas; han trabajado con ellas”. De otra parte, en el documento se manifestaba la necesidad de reconocer el trabajo de los actuales criadores de perros o ganaderos, que llevan a cabo “un esfuerzo, porque hay que cuidar de los animales, respetarlos y sacarles partido, de producción o de afecto”.

Eso sí, a pesar de la “buena defensa” que se puede acometer si se pone en práctica el contenido de la PNL, Capote no puede olvidar sus inicios en la materia, en 1981. En aquel entonces, narra que lejos de hallar el respaldo de sus colegas veterinarios y biólogos, se topó con un hondo escepticismo. “Muchos se reían; decían que para qué proteger la vaca palmera si estaba la charolesa, que producía más carne”, cuenta, si bien admite que 40 años después las tornas han cambiado y “hay una conciencia elevada y general al respecto. Pasamos de que se creyera que éramos cuatro locos los que estábamos detrás de esto a que prácticamente el 100% de los profesionales lo apoyen”.

Sin embargo, cuenta que el camino para llegar a este punto ha sido tortuoso, e incluso todavía hoy hay carencias, las cuales, a su juicio, “están dominadas por la falta de un Plan Estratégico de la Ganadería Canaria”. Una hoja de ruta que se ha diseñado en distintas ocasiones, pero con fallos, en muchos casos, estructurales, como el Plan que realizó un catedrático de la Universidad Complutense, que, entre otros defectos, “no tenía en cuenta la sanidad”, factor que considera clave, dado que “se puede tener mejor o peor alimentación, pero para hacer rentables las explotaciones han de estar sanas”. O la estrategia redactada con posterioridad, cuando Pilar Merino estaba al frente de la Consejería regional de Agricultura, que más adelante, con la llegada Juan Ramón Hernández al Área “se quedó en una gaveta” por coincidir con la crisis económica y financiera de 2008.

EL GRAN ALIADO

Aunque si Juan Capote debe poner nombre y apellidos a una persona que le sirvió de apoyo e impulso para la defensa de las razas autóctonas es el del exconsejero del Cabildo de La Palma Antonio Manuel Díaz Rodríguez (UCD), que “decididamente” se volcó con la causa. De hecho, el veterinario asevera que el político centrista desempeñó un papel crucial para que no desapareciera la oveja palmera. “Un día me llamó y me dijo de ir a ver unos ejemplares, que eran los últimos de oveja palmera y los tenía un cabrero, para que el Cabildo los comprara”. Y en el marco de los proyectos de conservación que se habían puesto en marcha en la Isla, se procedió, desde lo público, a “criar y a ceder” ovejas, que aparte de unos rasgos singulares, “tienen una utilidad de limpieza en los alrededores de las casas para prevenir los incendios”.

Por episodios como ese, Capote señala que “afortunadamente”, en las últimas cuatro décadas no ha sido testigo de la extinción de ninguna raza autóctona canaria, si bien advierte de que “casi de la de la oveja palmera”. Cuando efectuó su primer estudio acerca del número de ejemplares existentes, recuerda que “había seis hembras y un macho”. “Después apareció otro macho más, y en la Caldera quedaba otro núcleo que en ese momento no lo teníamos controlado y que era propiedad de un grupo de trabajadores que se las iban comiendo periódicamente”, concreta.

RECONOCIMIENTO DE UNA RAZA AUTÓCTONA

Para que una raza autóctona sea reconocida como tal ha de cumplir unos estrictos requisitos, que según explica el experto, pasan por que haya una entidad que promueva su fomento o conservación, así como estudios históricos, morfológicos, de actitudes, una propuesta de estándar y una parte sobre genética que “antes no era necesaria pero ahora es imprescindible, porque es la que realmente determina si esa población es una raza o no”. “El proceso es: presentar un estudio a la Consejería de Sector Primario, y de ahí pasa a una comisión del Ministerio que está formada por genetistas y representantes de las comunidades autónomas”.

Y es que hay una infinidad de variables a tener en cuenta en lo referido a estas razas, incluida la ley de la oferta y la demanda. Desde la perspectiva científica, se entiende que cuanto más se pongan de relieve -a través de reconocimientos como el de patrimonio cultural, genético y etnológico- las particularidades y el potencial de una población animal, aumentará la demanda, por ejemplo, para el consumo de su carne, y por ende, el interés en conservar su esencia y generar una oferta de calidad.

SUS ORÍGENES

Por último, cuestionado por la génesis de su amor por los animales, Juan Francisco Capote lo achaca a “improntas de la niñez”. Por la casa en la que se crió, en Santa Cruz de La Palma, indica que pasaron gatos, perros, corderos, gallinas, grajas o gaviotas. “A mi madre le encantaban”, reconoce. Y además, su padre “tenía una colección de libros fraceses de 1921 sobre razas bovinas con fotos en blanco y negro, y me pegaba leyendo horas, como hoy hace cualquier niño con Harry Potter”, por lo que considera natural su apego a la veterinaria y a la biología, materias en las que ha despuntado a nivel internacional sin olvidarse de su tierra natal.

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