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Caballero Bonald: el hombre generoso que no sabía mentir

El escritor y periodista portuense Juan Cruz Ruiz esboza un retrato del poeta fallecido este fin de semana: “Alguien justo que sentía un enorme afecto por las personas justas”
José Manuel Caballero Bonald falleció este fin de semana en Madrid. / Europa Press

Al preguntarle a Juan Cruz Ruiz por la figura del poeta, novelista y ensayista José Manuel Caballero Bonald (Jerez de la Frontera, 1926-Madrid, 2021), fallecido este fin de semana, le viene a la memoria una imagen de los años 70. Un recuerdo en el que ambos pasean por la Plaza de la Paz, en la capital tinerfeña -“a la altura de donde Domingo Pérez Minik solía comprar Le Monde”-, y el periodista y escritor portuense va respondiendo a las muchas preguntas sobre Santa Cruz que le plantea el autor de Manual de infractores (2005). “Era muy minucioso, quería saberlo todo de todo”, señala en una charla con DIARIO DE AVISOS. “Luego, según leí sus libros de memorias, también me di cuenta de que lo recordaba todo”

CANARIAS y AMÉRICA

Juan Cruz evoca a un José Manuel Caballero Bonald vestido con una guayabera blanca, “como si fuese un indiano”. “Su familia procedía de Cuba y a Cuba fue él muchas veces, y también vivió en Colombia”, donde fue profesor universitario de Literatura Española en Bogotá.

El interés del escritor jerezano por las Islas era múltiple y diverso. “Conocía la historia de Canarias y su vinculación con América y el descubrimiento, otro tema por el que se sentía atraído”. Incluso “el título de una novela suya extraordinaria, Toda la noche oyeron pasar pájaros (1981), es una frase de los diarios de Cristóbal Colón”. “Cuidaba mucho el léxico y consideraba que Canarias era una parte importante del trayecto realizado por nuestra lengua; por eso a veces me preguntaba por aspectos del español que hablamos en las Islas”.

“Pepe era una persona justa que sentía un enorme afecto por las personas justas”, apunta Juan Cruz en otro momento de la conversación. “Nunca hablaba por hablar y eso también es aplicable a su poesía”, agrega.

Entre las amistades canarias del autor de Ágata ojo de gato (1974), Juan Cruz cita al también escritor y periodista tinerfeño Fernando Delgado, que incluso fue vecino de Caballero Bonald en Madrid, y al poeta Manuel Padorno, “uno de sus primeros editores y que, igual que él, cuidaba el lenguaje y la ética del lenguaje”.

En esta relación de afines regresa el nombre de Domingo Pérez Minik, “por quien guardaba una enorme admiración”. “En las conversaciones que manteníamos, siempre había un momento en el que hacía referencia a él o me preguntaba alguna cosa acerca de él”.

En otra de las ocasiones en las que Caballero Bonald estuvo en Tenerife lo hizo junto a “un gentío peninsular”. “Fuimos al Puerto de la Cruz y en Punta Brava había una fiesta en la que actuaron Los Sabandeños. Recuerdo que de madrugada fuimos al muelle y Carlos Barral, Pepe Caballero Bonald y otros más se empeñaron en lavar pescado en el chorro para que me lo llevase yo a mi casa, a la casa donde aún vivía mi madre”.

Juan Cruz tuvo la oportunidad -“y el honor”- de publicar en junio del año pasado en El País la última entrevista concedida por José Manuel Caballero Bonald, poco después de que abandonase el centro hospitalario en el que había superado el coronavirus. “Hace una semana y media estuve hablando con él y quedamos en que le enviaría un cuestionario para una nueva entrevista. Esta vez iba a girar acerca de las relaciones que había tenido en el mundo editorial, pero no pudo ser”, explica.

El periodista portuense pone de relieve no solo la lucidez que acompañó al poeta hasta el final, sino también la curiosidad literaria. “En los últimos meses quiso que le leyeran libros actuales, el último que le leía su mujer, Pepa Ramis, era El huerto de Emerson, de Luis Landero”. “Podríamos decir”, concluye Juan Cruz, “que José Manuel Caballero Bonald estaba hecho para no mentir, para actuar siempre con rigor al comentar los libros, el lenguaje de los libros”. “Nunca jamás -asevera- simuló nada y su obra Examen de ingenios deberían leerla las personas interesadas en la literatura en español y en los nombres propios del siglo XX. Verán lo que son la generosidad y la justicia”.

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