en el camino de la historia

La libertad, tema central de la filosofía

Hablar, escribir sobre filosofía no es perder el tiempo, o sí, tal vez para la mayoría que han permitido que se vaya hacia el cuarto oscuro del conocimiento, de ahí que simplemente el comentar la acción liberadora de la filosofía pudiera parecer un disparate, una cuestión inservible, alejado de la praxis, donde los nuevos conceptos que dan estructura a los sistemas filosóficos apenas sirven para algo.


Pero los filósofos han intentado arañar desde tiempo inmemorial el campo de la libertad, empezando por cuestionar todo aquello que impide avanzar, que hace que la sociedad se empeñe en mirar por el espejo retrovisor eludiendo los horizontes por muy lejanos y borrascosos que estos estén, pero hay que navegar entre las nubes de la incomprensión para poder manejar mejor los problemas del mundo y mas concretamente los espacios de la libertad.


Ya desde hace más de 2.500 años, Aristófanes, en Las nubes, hablaba de Sócrates como un sofista amoral que le preocupaba que la juventud supiera engañar mediante argumentaciones no muy certeras. Pero no dejaba Aristófanes en llegar a comprender que por encima de todo, si la libertad se cuestionaba, criticaba y se ponía en su sitio todos los artilugios metafísicos socráticos, eran éticos si iban en el sentido de engrandecer conceptualmente la libertad.


En estos momentos históricos que a la filosofía se le da la espalda por los poderes públicos, debe mantenerse su función y la del filósofo como el mejor observador de las inhumanidades e injusticias sociales aportado a la democratización del mundo sus más puras esencias.


Los filósofos seguirán siendo útiles mientras los seres humanos comprendan que la filosofía tuvo su origen expandiéndose por el escenario del conocimiento para poner al ser humano a través de la reflexión en el sitio que le corresponde y que el amplio espacio de la libertad, tanto individual como la de los pueblos, se defina, se concrete y se ayude a lograrla. Y mientras ese sea el empeño de la filosofía, no se ha perdido la batalla.
La filosofía es necesaria para que el pensamiento se estructure mediante nuevas concepciones del mundo y más cuando tiranizar a la sociedad es fácil, pero cuando el nuevo paradigma, tras el derrumbe del capitalismo, está tocando a la puerta, su voz no debe dejar nunca de sonar, porque entre tanta majadería, ramplonería, simpleza intelectual, la libertad puede quedarse atrapada en el fanatismo, en la irreflexión huyendo del pensamiento crítico que hará que no solo permanezca en su espacio, sino que se engrandezca, toque la conciencia colectiva de los pueblos, creando un individualismo perfectamente emancipador.


Se podrá decir que tanto el mayo francés de 1968 como el 15-M de 2011 pusieron un empeño en reconducir la libertad. Y en parte lograron poner a De Gaulle entre las cuerdas y se pudo imaginar una sociedad más justa y democrática. El15-M tal vez se haya ido por el mismo camino. Pero ambos movimientos, que sirvieron de esperanza para que la sociedad ocupara un lugar más luminoso para la justicia y la igualdad basado en una comprensión filosófica del momento y predisponiendo el futuro desde lo que se dibujó en la causa de ambos pensamientos colectivos, sí se ha observado que la fuerza de aquellos espacios revolucionarios-filosóficos han quedado muchos de ellos inconclusos, porque a la filosofía poco más o menos se le ha intentando conducir hacia el cuarto trastero del desarrollo intelectual de una sociedad mediatizada, que vive de retumbo y de los ecos que trasmiten no los oráculos de Delfos, sino los que, sin entender de nada, hacen que de todo entienden y, sobre todo, cuando, hablan de libertad.

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