cultura

María Cristina Vargas Lasarte: “Es muy gratificante ver a un niño con un violín mostrar que no todo es el ordenador o el móvil”

Directora del Conservatorio Profesional de Música de Santa Cruz de Tenerife
María Cristina Vargas Lasarte dirige el Conservatorio Profesional de Música de Santa Cruz de Tenerife. / DA

El Conservatorio Profesional de Música de Santa Cruz de Tenerife se halla en la recta final del curso 2020-2021 y ya prepara el siguiente. En un momento complejo para todos, el centro de enseñanza musical de la capital tinerfeña ha sabido adaptarse a los condicionantes que ha traído consigo el coronavirus y sigue adelante en su objetivo de difundir el amor por la música y de continuar estando presente, pese a todos los obstáculos que pone la pandemia, en la actividad cultural de la Isla. De todo ello habla en esta entrevista su directora, María Cristina Vargas Lasarte, quien, sobre todo, subraya el decisivo papel que puede desempeñar la música en nuestro desarrollo como personas, más allá de que se convierta o no en una carrera profesional.

-Hace más de un año que una pandemia condiciona nuestras vidas. ¿Cómo han afrontado en el Conservatorio este tiempo tan excepcional, sobre todo en los días del confinamiento?

“Desde el principio, cuando nos confinaron de un día para otro, la reacción fue positiva. Comenzamos a trabajar online con las herramientas de las que disponíamos en ese momento, porque nadie estaba preparado para una situación como esta. En ese sentido, destaco el trabajo de todos, del informático, del coordinador, de los docentes, del equipo directivo… También fue básico transmitir tranquilidad a las familias y al alumnado… Las clases se dieron online, a través de Skype, de grabaciones, de WhatsApp, de todos los recursos que estaban a nuestro alcance, y conseguimos terminar el curso”.

-¿Y cuál fue la respuesta de los estudiantes y sus familias?

“Dentro de esta situación insólita, de incertidumbre y de no saber exactamente qué es lo que estaba pasando, también vivimos momentos muy bonitos. Las familias nos decían que los alumnos, que permanecían todo el tiempo en casa, sentían mucha ilusión por ese momento del día en el que se conectaban con nuestros profesores para dar la clase. Eso creo que es muy revelador. Además, el profesorado se preparaba mucho esas clases, que eran grupales y todos se veían las caras y tocaban juntos”.

“Ahora una de las mayores prioridades es lograr que los alumnos puedan actuar ante el público”

-La vuelta a la presencialidad debió ser muy especial.

“Sin duda. Ese momento llegó con las pruebas de acceso. Fue necesario abordar de forma muy exhaustiva el protocolo anti-COVID y lo relativo a los riesgos laborales para implantar y cumplir en el desarrollo de la actividad todas las medidas de seguridad sanitaria. Logramos ser, en el mes de junio, uno de los primeros centros educativos que desarrolló sus exámenes de manera presencial. Y no fue nada fácil. Hay que tener en cuenta las especificidades que presentan nuestras enseñanzas, en las que, por ejemplo, los alumnos de instrumentos de viento no pueden tocar con la mascarilla”.

-¿El proceso de adaptación de las infraestructuras ha supuesto la mayor complejidad que han tenido que encarar?

“Ha sido un trabajo intenso. Nuestro objetivo era que este curso ya fuese totalmente presencial y desde septiembre nos pusimos a trabajar en la redistribución de los espacios, en adaptarnos y reaccionar. Esta labor ha afectado a todo el centro. En lo relativo a las distancias de seguridad, las ratios de alumnos que podían coincidir en un mismo espacio, la instalación de mamparas y señalética, el uso de mascarillas y geles hidroalcóholicos, la higienización permanente de las aulas… Todos estos nuevos hábitos, además, los ha asumido el alumnado en muy poco tiempo. Ahora tenemos el Conservatorio completamente lleno de espacios para dar clase. La cafetería se ha convertido en un aula grande, han desaparecido las zonas de profesores… Era fundamental ser capaces de reaccionar con rapidez y, en ese sentido, creo que todos nos hemos enriquecido con la experiencia, más allá de esta pandemia. También ha sido importante el partido que le hemos sacado a las nuevas tecnologías. Estoy convencida de que la presencialidad es imprescindible, sobre todo en la música, pero estas herramientas digitales nos son muy útiles”.

-La cultura y, dentro de ella, la música, han puesto de relieve su importancia para acompañarnos y ayudarnos a seguir adelante en un tiempo difícil. ¿Cómo evalúa el respaldo de las instituciones a la enseñanza musical?

“En estos momentos todo es más complicado. Como centro considero que recibimos todo el respaldo, pero es cierto que la pandemia condiciona mucho nuestra actividad. Estábamos acostumbrados a ser un Conservatorio en continua renovación, que colaboraba y mantenía acuerdos con diferentes instituciones públicas y otras entidades para llevar a cabo iniciativas fuera de sus instalaciones. Independientemente de que la enseñanza se desarrolle aquí, para un músico es esencial poder salir, subir a un escenario, vivir la música con el público. Eso ahora mismo es bastante difícil que se produzca, porque toda la actividad está muy paralizada”.

“Siempre buscamos estar cerca de la sociedad y esperamos que esta presencia se retome pronto”

-En esas circunstancias no tiene que ser sencillo mantener la motivación de los estudiantes.

“En el primer trimestre actuamos con mucha prudencia debido a la evolución de la pandemia, pero después de Navidad, cuando la situación mejoró dentro de lo que cabe, trabajamos esa motivación. Hay que tener en cuenta que los alumnos llevaban muchísimo tiempo sin tocar ante sus compañeros y ante el público. Así que una de las primeras cosas que hicimos fue una semana de audiciones, a puerta cerrada, en la que los estudiantes prepararon sus conciertos, actuaron, recibieron aplausos… Y vimos que se pusieron nerviosos, porque suponía algo importante para ellos. Ahora tenemos previsto acudir el día 15 a la Sala de Cámara del Auditorio de Tenerife. No podremos llevar ni bandas ni orquestas, ni tampoco al Coro de Voces Blancas, pues con las restricciones solo podrá haber 20 personas sobre el escenario, pero será un día muy especial.

-Y de la otra parte, ¿de qué manera se plasma el acercamiento a la sociedad del Conservatorio Profesional de Música de Santa Cruz de Tenerife?

“Hace años que se desarrollan proyectos en ese sentido, bajo la idea de que la música es para todos, pues nos enriquece como personas. Hasta la llegada del coronavirus, teníamos los conciertos en familia en el Auditorio; el proyecto La música se mueve, donde el Conservatorio al completo recorría Santa Cruz para concluir en la plaza del Príncipe; las jornadas de puertas abiertas, por las que han pasado miles de alumnos de diferentes centros de enseñanza… También celebrábamos los encuentros de orquestas y bandas, así como los de coros, a los que acudían de todos los puntos de la Isla… Existen acuerdos con diferentes administraciones públicas e instituciones, con el Paraninfo, con el Casino de Tenerife… Todas esas iniciativas buscan acercar el Conservatorio a la sociedad, entendiéndolo como algo que va mucho más allá de ser un edificio donde se enseña música. Y la respuesta que hemos obtenido, por ejemplo, de las familias de los estudiantes, es muy positiva. Pese a que la formación musical exige un sacrificio, ya que los alumnos deben compatibilizarla con sus enseñanzas obligatorias, hay mucha implicación. Siempre hemos buscado estar cerca de la sociedad y confiamos en que muy pronto esta presencia se retome”.

-Ahora que nos estamos acostumbrando a distinguir entre presencial y virtual, ¿cuál es el desafío tecnológico de un centro como el que dirige?

“Siempre hemos entendido que la enseñanza artística, la musical, debía ser preferentemente presencial. Y yo desde luego apuesto por la presencialidad, por el contacto, por vernos y sentirnos sin intermediarios. Sin embargo, con todo lo que ha pasado hemos descubierto que las nuevas tecnologías pueden servirnos como plan B ante unas circunstancias inesperadas”.

-¿Cómo se ha visto reflejado eso en el día a día del centro?

“No se trata simplemente de que ahora un alumno pueda hacer un trabajo y enviarlo por correo electrónico. Es mucho más, que tiene que ver, por ejemplo, con que se puede conectar a las clases en directo y seguirlas desde casa. Ahora mismo en el Conservatorio, a pesar de que toda la actividad ha vuelto a ser presencial, recurrimos a Internet para incrementar la seguridad sanitaria y evitar que en ocasiones permanezcamos en el centro más tiempo del imprescindible. Todas las reuniones las hacemos por videoconferencia, las de departamento, las de equipo directivo o incluso los claustros de profesores. Esto a la vez nos permite tener un Conservatorio más preparado y moderno, y no solo frente a una pandemia, sino en el desarrollo normal de su actividad”.

“Las nuevas tecnologías nos han dado un plan B frente a situaciones inesperadas como la pandemia”

-El Conservatorio Profesional de Música ha formado a destacados intérpretes, pero al margen del éxito, que es relativo y entran en juego muchos factores, ¿qué beneficios considera que posee la enseñanza musical en la formación de ciudadanos?

“Una característica de las enseñanzas profesionales es que no tienen límite de edad y en el Conservatorio pueden coincidir los padres estudiando con sus hijos. Todos podemos aprender música en cualquier momento de nuestras vidas. Por otro lado, independientemente de los alumnos que desarrollan una carrera vinculada a la música, como intérpretes o como enseñantes, y los que optan por un camino profesional diferente, todos suelen coincidir más tarde en que su paso por el centro les aportó mucho como personas. Hay un estudio que afirma que los niños que reciben formación musical suelen ser en sus colegios alumnos más organizados, de mayor sensibilidad…”.

“La música crea un vínculo entre los estudiantes que luego hace que su amistad sea diferente”

-También no deja de tener mérito que, en medio de tantos estímulos y alternativas, los progenitores apuesten por que sus hijos aprendan música.

“Por supuesto. La manera en la que se inculca en casa el contacto con la cultura es fundamental. En estos tiempos difíciles resulta muy gratificante observar a un niño o a una niña en el Conservatorio con su trompeta, con su violín, mostrando que no todo es el ordenador, la consola de videojuegos o el móvil. La música es esencial en nuestras vidas. Llevo muchos años en el Conservatorio. Aquí empecé a estudiar música desde pequeña y mi primer trabajo lo tuve aquí. El otro día, un alumno me decía que las amistades que se crean en el Conservatorio son diferentes a las del colegio, y yo pienso que quizás eso se debe al vínculo que vamos creando unos y otros alrededor de la música”.

-¿Cuáles son los próximos desafíos y proyectos en los que se quieren embarcar?

“Lo más cercano son de nuevo las audiciones sin público, para que los alumnos se vuelvan a subir al escenario antes de que concluya el curso. Otra idea en la que estamos trabajando es la de organizar actuaciones los sábados en el jardín del Conservatorio. Hasta ahora no hemos tenido la posibilidad de sacar al aire libre a las agrupaciones y, como he dicho, es muy importante para los alumnos escucharse unos a otros y que les escuchen. Otro gran reto son las pruebas de acceso, de carácter presencial, en junio. Esta vez será con pianistas acompañantes, con los que no fue posible contar el año pasado. Nuestro deseo para el próximo curso es que no sea necesario implantar tantas medidas de seguridad y podamos tener más cercanía. Que la pandemia nos permita sacar fuera del centro a las agrupaciones, hacer conciertos y, sobre todo, que las familias puedan presenciarlos. Tenemos muchas ganas de que las madres y los padres disfruten directamente con las actividades, también de poder hacer un concierto, un acto de apertura, una orla… Todas esas cosas que ahora no es posible llevar a cabo. Ganas de hacer cosas no nos faltan, lo mismo que la ilusión, la esperanza y el optimismo”.

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