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Tabernarios

Las elecciones de Madrid abren un nuevo ciclo en la vida política de España. La contundencia del resultado donde con seis fuerzas, en circunscripción electoral única proporcional, gana la opción Ayuso, nos lleva hacia una nueva realidad. Hoy deformada por un Gobierno anclado en polarizar y enfrentar a cualquier precio. La sociedad madrileña “tabernaria, fascista, cayetana, trumpista, nacionalista”, harta de ser tratada como menor de edad, en la farsa irresponsable socialista. Precisamente por aquellos que han ocupado el poder, sin verse obligados a ofrecer servicios en libertad, seguridad e igualdad para todos. “Tabernario” se convierte en Madrid en halago para una sociedad de clase media que vive de subir la persiana a diario, tabernas, comercios, profesionales, espectáculos, que huyen del conflicto y quieren soluciones. Mensaje para una sociedad abierta que representa Ayuso y quieren cerrar sus enemigos. Son las tabernas los espacios de la sociabilidad, de los vínculos comunitarios, de la camaradería y la amistad, del negocio y del ocio, espacio antropológico.
Comunismo o libertad, fascismo o democracia, Ayuso ha ido por delante de todos, convocando elecciones luego de la traición de Ciudadanos y actualizando de continuo el mensaje de campaña. Convertida en reina de la calle, de las tabernas y del Zendal. A lo largo de la pandemia asume sus errores incluso contra sus dubitativos partido y barones, solo con el apoyo cercano del alcalde de Madrid. Atacada por ser mujer, por proteger el empleo, la libertad de escuela y de empresa, rebajar la fiscalidad, patrimonio y sucesiones. Apostando por que se ejerza la libertad con responsabilidad. Convicciones que expresa con sencillez y para todos, esencia de la democracia. Trasmite con confianza su carácter, mezcla de “fragilidad y determinación”, cuya resistencia muestra su capacidad de liderazgo. Que ejerce en equipo, apoyada siempre por un “comité científico de verdad”, con medidas selectivas donde virus y economía son compatibles.
De “tendera” acusaban a Margaret Thatcher y de “tabernaria” a Isabel Ayuso, que ambas con inteligencia asumen. Más cuando se lo dedica el director del CIS, Tezanos, donde tropieza con las piedras del feminismo, del elitismo público socialista, de la distancia de las élites de su partido a la calle, de su ilegalidad como inductor electoral, que supera su obligada imparcialidad institucional. Hay quien señala que es el momento de las mujeres, la hora de la política en femenino, como avala el éxito de Isabel Ayuso con el PP, Mónica García con Más Madrid, Rocío Monasterio en Vox, Yolanda Díaz en Podemos. Tesis que debemos leer desde el carácter personal, cuando encontramos un Almeida que ejerce de alcalde, con un talante más dialogante y conciliador. Fue la fuerza más votada en los 21 distritos de Madrid, en todos los municipios del Sur, antiguo feudo del PSOE y en todos los municipios de la Comunidad, salvo 3 irrelevantes. Premian su apuesta desde la sociedad civil contra el estado abusador.
Con los resultados, la “unidad de quemados”, Pablo Iglesias se retira, Sánchez se enroca en Moncloa y Ciudadanos-Arrimadas se dirige a la irrelevancia. En segundo plano Tezanos el tabernario, Gabilondo con los papeles de metafísico olvidados y alejado de la “defensa del pueblo”. Marlaska contra sus obligaciones institucionales y de los juzgados que lo recibirán con desconfianza.
En el ciclo que empieza no es posible mantener el engaño de Madrid como región insolidaria, que realiza “dumping fiscal”, cuando es la autonomía que más contribuye al común y menos recibe en inversión del estado y se proponen subir sus impuestos No es posible aprobar en Europa el cambio del IRPF que grava a las clases medias “tabernarias” con 2400 meuros y decir que no existe. Homologarnos en la UE y superar la crisis obliga a un cambio de ciclo, políticas y vedad.

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