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Ángeles Alvariño, el buque que no fue ideado para buscar personas

La embarcación, que resultó clave para resolver la desaparición de Anna y Olivia, cuenta con un sonar y un robot, y solía utilizarse para la investigación científica de los fondos marinos

El buque oceanográfico Ángeles Alvariño, operado por el Instituto de Oceanografía (IEO), ha sido clave para resolver la desaparición de las niñas Anna y Olivia, de uno y seis años respectivamente. Con un sonar de barrido lateral y un robot submarino, la embarcación ayudó en la tarde de ayer a dar un fatal desenlace al suceso, pues detectó el cuerpo sin vida de Olivia a unos mil metros de profundidad.
Era la primera vez que el Ángeles Álvariño era utilizado en la búsqueda de personas, pues originariamente fue ideado para la investigación científica de los fondos marinos. Fue el sábado 29 de mayo cuando llegó a Canarias para sumarse al operativo de búsqueda de las pequeñas. Trece días después, la embarcación daba con el cuerpo de una de las pequeñas.

Repaso a una búsqueda histórica
El comienzo de los trabajos del Ángeles Alvariño en las costas de Canarias no fue todo lo fructífero que se esperaba. El 2 de junio, el buque se paró junto a un punto sospechoso, pero horas más tarde se confirmó que los objetos extraños hallados eran tan solo basura. La gran cantidad de desechos que la embarcación se encontraba a su paso junto con las rocas de grandes dimensiones hacían perder la esperanza sobre la utilidad del navío en la investigación.
Todo esto ocurría durante los primeros días de búsqueda, cuando el Ángeles Alvariño se centraba en mapear, sin éxito, un tramo de unas 10 millas cuadradas frente al litoral de Santa Cruz, entre el puerto capitalino y el barrio de Añaza.
A partir del 6 de junio, la embarcación se desplazó hacia la zona donde apareció a la deriva la lancha de Tomás Antonio Gimeno, padre de las niñas, después de que se le perdiera el rastro. En su tránsito hacia Güímar, el buque fue trazando un recorrido de calles paralelas que se solapan para cubrir la superficie a explorar entre Santa María del Mar y el Puertito.
La primera pista decisiva hallada por el buque oceanográfico llegaría el pasado martes, 8 de junio, cuando se encontró una botella de oxígeno y una sábana. El mismo día se confirmaría que, dado el buen estado de ambos objetos, pertenecían a Gimeno.
Desde el martes hasta ayer, el Ángeles Alvariño se ha centrado en el mismo punto donde se encontraron la sábana y la botella de oxígeno. Y en la tarde de ayer se confirmaba el hallazgo del cuerpo de la menor Olivia, en el interior de una bolsa de deportes amarrada a un ancla. Esto ocurría a una milla náutica del Puerto de Güímar.

Características de la embarcación
El Ángeles Alvariño está equipado con el Liropus 2000, un submarino no tripulado (ROV.- Remote Operated Vehicle) que es capaz de operar hasta más de 2.000 metros de profundidad, de ahí la consideración de su idoneidad para la búsqueda por mar de las menores.
El Liropus fue configurado a medida, según los requerimientos del IEO, para realizar tareas de observación y recogida de muestras y datos hasta una profundidad de 2.000 metros, aunque el sistema tenga, debidamente adaptado, capacidad para trabajar hasta 3.000 metros de profundidad.
Se trata del modelo ROV SUPER MOHAWK II, uno de los ROV del fabricante Sub-Atlantic más vendidos hasta la fecha con 22 unidades de este tipo operando en todo el mundo en el momento de su compra. Este ROV, que cuenta con seis motores, combina una gran potencia y una gran capacidad de carga que le permite llevar, además de seis tipos de cámaras, instrumentos de medición y toma de muestras.
El Liropus fue adquirido hace ya más de 10 años participando desde entonces en infinidad de campañas. Su coste fue próximo a 1,5 millones de euros y en los últimos años se ha utilizado repetidas veces en la recuperación de material científico que se había perdido. Su importancia en la recuperación de equipamientos se debe al elevado coste de los mismos.
Uno de los puntos fuertes del buque es su capacidad para la toma de imágenes. Se ha cuidado mucho este aspecto dotando al sistema con un potente sistema de iluminación de 17.000 lúmens de potencia (17 veces más que una bombilla de 100 vatios), y cámaras de elevadas prestaciones, una de ellas de alta definición (formato HD) y otra de muy baja luminosidad.
En cuanto a la instrumentación oceanográfica, el Liropus cuenta con dos equipos CTD para medir temperatura, presión y salinidad, así como con un correntímetro de efecto doppler para estudiar las corrientes a las profundidades donde opere. El bastidor está diseñado para instalar además hasta 20 kilogramos de cualquier otra instrumentación científica que se requiera.
Para la toma de muestras cuenta con dos brazos manipuladores hidráulicos de precisión que permiten la recogida de elementos sólidos y un sistema de succión para muestras líquidas y gaseosas.

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