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El viaje inverso de Bachir Samb

Nacido en Las Palmas en 1997, con ocho años viajó por primera vez al país de su familia, Senegal, para cuidar de su abuela. Lo que iban a ser tres meses, se convirtieron en 14 años. Actor, músico y escritor, publica ‘Una carta a Adelina’, libro en el que relata su vida a la mujer que se convirtió en Canarias en su “segunda madre”
Bachir Samb, que reside en la actualidad en Madrid, es actor, músico y escritor. / César Dezfuli

Adelina siempre estuvo en mi vida. No sabría decir exactamente cuándo la conocí. Recuerdo que un día le pregunté cómo había llegado hasta ella y me dijo que una vez pasó junto a la puerta del piso que les había alquilado a mis padres y escuchó llorar a un niño. Entonces, una vez que mi madre le dijo que era hijo suyo, se ofreció a cuidarme mientras mis padres trabajaban. A partir de ahí, Adelina se convirtió en mi segunda madre. Me crie junto a ella”.

Bachir Samb (Las Palmas de Gran Canaria, 1997) es un actor, músico y escritor hispanosenegalés que acaba de publicar Una carta a Adelina (Autografía, 2021). Un relato en primera persona en el que da cuenta del proceso migratorio “a la inversa” del que ha sido protagonista y también del camino que ha recorrido para poder llevar a cabo su sueño de ser artista. Pero, sobre todo, como su título indica, quiere ser una misiva a Adelina, la canaria que lo acogió en su casa, para contarle cómo le han ido las cosas desde que la vio por última vez.

Adelina y Bachir. / DA

THIAROYE

Tras la separación de sus padres, su madre, cuando él apenas contaba con ocho años de edad, le propuso ir a Senegal, a Thiaroye, un pueblo de la periferia de Dakar, de donde es originaria su familia materna. La idea era pasar un tiempo allí para ayudar y cuidar a su abuela. “Me hizo mucha ilusión ese viaje, el poder estar en África por primera vez, conocer a otras gentes y otras formas de vida”, apunta Bachir Samb, quien precisa que lo que en principio iban a ser tres meses acabaron convirtiéndose en 14 años.

Para un niño criado en las Islas, instalarse en Senegal de un día para otro fue una experiencia compleja. “Fue un cambio radical: la cultura, la gente, incluso la religión, todo era nuevo. Mi familia es musulmana, pero en Las Palmas vivía con Adelina y apenas era practicante. Cada viernes mi madre me iba a buscar para ir a la mezquita, pero en Senegal tuve que acostumbrarme a rezar cinco veces al día”.

Hay una anécdota que le gusta contar a Bachir Samb pues de algún modo le sirve de metáfora para ilustrar las muchas ideas preconcebidas que aún tenemos en Europa, y en Canarias, acerca de África y de quienes viven allí. “Cuando llegué al pueblo de mi familia en un taxi, que me condujo desde el aeropuerto tras viajar desde Las Palmas, vi que el suelo era de arena y no me quería bajar. Me puse histérico”. “Sin embargo -agrega-, solo una semana después ya estaba jugando con esa arena, haciendo castillos, mójandola y corriendo por ella. Fui empatizando con todo aquello que temía”. “De manera que creo que siempre debemos dar una oportunidad a las personas y a las situaciones con las que nos enfrentamos, intentar conocerlas, antes de sacar una conclusión, y no dejarnos llevar por los prejuicios”.

Portada del libro. / DA

Bachir recuerda las conversaciones telefónicas que mantenía con Adelina cuando vivía en Senegal. “Cada vez que me llamaba me preguntaba si comía bien, si no había problemas, si no había guerras. Y yo le decía que no había nada de eso, que de qué me estaba hablando y que mi mayor preocupación en ese momento era hacer amigos”. “Por eso este libro es una carta a Adelina, para mostrarle cómo fue mi experiencia al irme a vivir a Senegal, pero también es una carta abierta al mundo, para que quien la lea sepa que hay una realidad en África que es muy diferente a la que le cuentan. Para empezar, es un continente y existen muchas diferencias de un país a otro, al igual que dentro de un mismo país. Es como si hablásemos de Europa y no tuviéramos en cuenta que hay españoles, franceses, alemanes… Lo mismo pasa cuando nos hablan Nueva York y se centran solo en Manhattan, en Times Square, y no se habla de los otros barrios, que también existen y tienen su verdad”.

Mientras Bachir vivía en Senegal, Adelina falleció. Los estudios ocupaban buena parte de su tiempo, pero también el trabajo. “Con 11 años ya ayudaba como dependiente en la tienda de ropa y telas africanas de mi abuela. También hice de guía turístico, porque era el que mejor hablaba español; ayudaba a los más pequeños en los deberes de la escuela, trabaje como obrero y de muchas cosas más…”.

LA VOCACIÓN

“Desde los seis años, cuando estaba en Canarias y veía, por ejemplo, las películas de Will Smith, tuve claro que quería ser actor. Me decía: yo quiero hacer lo que él hace cuando sea mayor. Luego, más adelante, en Senegal me sentía un poco solo, porque ya no estaba con Adelina, y poco a poco empecé a cantar. Pero, más que por placer, lo hacía de una manera terapéutica, para escapar de la soledad y expresar mis sentimientos”.

Bachir recuerda que ya a los 14 años tuvo la idea de escribir un libro, ese mismo que acaba de publicar. “Cuando vivía en Gran Canaria veía llegar a la isla a mucha gente de Senegal, así que me dije que por qué no contaba mi historia, en la que me había tocado hacer la emigración a la inversa. Comencé a escribir, pero dos semanas más tarde rompí todo lo que había escrito, porque me di cuenta de que no estaba preparado para hacerlo. No obstante, tuve claro que no era un adiós al proyecto, sino un hasta luego”.

Tras graduarse en Senegal, Bachir Samb emprendió un nuevo viaje. Pero esta vez con el objetivo de convertirse en actor. De hecho, solicitó plaza en una universidad canadiense para cursar allí arte dramático, y le fue concedida. Sin embargo, luego la embajada no le otorgó el visado. “Primero regresé a Gran Canaria y pronto me di cuenta de que había pasado mucho tiempo. Con la crisis de 2009, muchos de mis amigos se habían marchado con sus padres a otros países. Allí sentía que la necesidad de ser actor era cada vez más fuerte y decidí irme a estudiar a la Península. Primero a Ibiza, donde trabajé en un hotel para pagarme los estudios de interpretación en Barcelona. Cuando ya llevaba un año estudiando allí, consideré que Madrid era el sitio más apropiado para desarrollar mi carrera de actor, así que, de nuevo para costearme los estudios, estuve otra vez en Baleares, también en Ginebra… Ha sido todo muy intenso y ahora estoy muy contento en Madrid. Con muchos proyectos, hablando cinco idiomas y tras haber ejercido 11 profesiones diferentes con tan solo 24 años”.

LIBRO… Y CANCIÓN

Bachir supo aprovechar el confinamiento al que nos obligó la pandemia del coronavirus: “Durante el encierro hice muchas cosas para no quedarme quieto”, explica. “Ejercicios de cámara e interpretación, y luego, como músico, improvisé mi propio estudio para ensayar. Tras todo eso, decidí por fin ponerme a escribir el libro. Primero unos bocetos, y después, a narrar, a narrar, a narrar. Me ocupó cuatro meses acabar esta primera parte, que habla de los primeros diez años tras viajar a Senegal (2005-2015), pero habrá una segunda”.

Imagen que ilustra la canción ‘Adelina’. / DA

Una vez que culminó la redacción de Una carta a Adelina, sentía que, a pesar de todo, aún le faltaba algo. “No sabía decir muy bien el qué, pero estaba convencido de que necesitaba algo más. Hasta que cogí mi guitarra y me puse a jugar con unos acordes y a pensar qué le diría a Adelina ahora mismo, después de tanto tiempo de este largo viaje. Cogí mi boli, volví a ponerme a escribir unas frases y las mezclé con los acordes hasta que salió la canción: Adelina“, concluye Bachir, que este mismo mes dará a conocer esta otra carta, en este caso musical, dirigida a una persona que tanto lo quiso.

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