Pese a que el número de personas desaparecidas en España se redujo en casi un 38% durante el año 2020 en comparación al anterior, tal vez motivado por la pandemia, Canarias incrementó las denuncias por desapariciones al contabilizar 2.706, la mayoría (2.060) en la provincia de Las Palmas, mientras que en la tinerfeña las denuncias ese año fueron 646, según afirma el coordinador de SOS Desaparecidos en Tenerife, Santiago Carlos Martín.
De las 16.528 denuncias interpuestas al concluir el año seguían activas 1.349 en España, resolviéndose el 92% de las mismas. En Canarias, según Santiago Carlos Martín, “oficialmente se siguen buscando a unas 50 personas, pero en realidad podemos hablar que hay unas 200 desaparecidas”. “Muchas veces nos preguntan hasta cuándo buscamos a una persona y contestamos que hasta que no aparezca siempre la buscamos, aunque en muchos casos las familias bajen los brazos”, indica. Esa es la filosofía de SOS Desaparecidos, una organización que creó Joaquin Amills en 2010, dos años después de que desapareciera su hijo cuando salió a navegar. Él asume que fue asesinado, pero no ha encontrado ningún rastro. Desde entonces la mejor manera de recordarle es ayudar a encontrar a desaparecidos.
Precisamente, Joaquín Amills ha saltado a la fama en todos los medios de comunicación españoles por ser el portavoz -la primera vez que se lo han ofrecido- de Beatriz Zimmermann, la madre de las pequeñas Olivia y Anna que su padre, Tomás Gimeno, mató y trató de esconder a mil metros de profundidad en el Atlántico. Al día siguiente de su desaparación (28 de abril) se dio la alerta, “que se mantiene aún por la pequeña Anna y Tomás Gimeno, hasta que no se encuentren sus cuerpos, como sí se hizo con Olivia”, señala Carlos Martín, para quien este suceso “es un antes y un después en la violencia vicaria, cuando se utilizan a los niños para hacerle daño a la madre”, expuso.
“Nuestra misión es concienciar a la población, pedir ayuda a la sociedad y a los medios de comunicación, para que, cuando desaparezca una persona, sus familias puedan sentirse apoyadas y asesoradas, que tengan una herramienta para afrontar una situación que, le aseguro, no se sabe lo que es hasta que se sufre en primera persona la desaparición de un ser querido. La incertidumbre es brutal y los familiares no saben cómo responder ante estas situaciones”, indica.
Le preocupa que se banalice en las redes sociales con las desapariciones de jóvenes, porque se “toman a la ligera” y se pregunta “¿cómo sabemos cuáles son voluntarias y cuáles no? Yo no me atrevo a decirlo, porque luego resulta que son encontradas estas personas muertas e incluso asesinadas”, recomendando siempre que “se denuncie inmediatamente si se tenga constancia de que falta un ser querido en la casa. Es falso que haya que esperar 24 o 48 horas. Hay que presentar denuncia y, si no la recogen en comisaría, insistir hasta que la acepten. El tiempo de reacción es fundamental para esclarecer esas desapariciones, aunque al final en algunos casos se resuma en una rabieta de un adolescente. Nunca se sabe cuándo alguien se va de casa, quién le da cobijo y si está en riesgo o no”, señala Santiago Carlos Martín.