Jean-Paúl Sartre, Nobel en 1964, el cual rechazo, escribió “Las manos sucias” entre otras obras de alta consideración intelectual e ideológica… Procura evidenciar en ella los conflictos morales que se ocasionan en la militancia de partidos radicales que miran hacia la izquierda o que el desencanto les hace militar en organizaciones nacionalistas a la espera que sus compromisos tanto morales como individuales se sientan satisfechos.
No pretendo entrar en disquisiciones sobre la actitud del pensador francés pero si que vienen al pelo en cuestiones instaladas en la cotidianidad con crudeza y virulencia.
La militancia nacionalista no encuentra el eco debido en la sociedad occidental que es el escenario donde nos movemos donde se pretende avanzar hacia autogobiernos mas decidido pero el entorpecimiento entre leyes y contratos políticos rebaja la tensión de la razón política y distancia objetivos que se diluyen en la nostalgia.
Y el problema viene dado y se acrecienta cuando la militancia se confunde con el desorden intelectual y el aspaviento, siendo la feria de la confusión la que se traduce en protagonista lo que se aleja de la praxis .
Quizás sea un momento dentro del marco que nos movemos, (Estado español, Canarias,) de iniciación y se pueda consolidar en un proyecto político, ya que si no fuera así el finiquito se encontrará a la vuelta de la esquina a pesar de la razón lógica que les ampara aunque este’ lejos aun de la razón política. Se habla de Estatutos, de asimetrías y de recompensas económicas y políticas pongamos por ejemplo, Cataluña y desprecios y miradas sobre el hombro hacia otros, póngase por ejemplo, Canarias
Pero si pretendo tomar la deriva de las manos sucias que envuelven los protagonismos de un lado y de otro que actúan como espadones sobre las cabezas de aquellos que con la desidia y aquiescencia han propiciado que esto sea así ya que cuando. el protagonismo no lo tienen los que dan la cara sino los que actúan tras cortina, emboscados en la mentira , la sociedad se encuentra secuestrada, por lo que de ahí salga será deficiente y que trasportada al espacio de las decisiones que hayan que tomar resultaran fallidas, carentes de legitimidad y entusiasmo colectivo, solo amparadas por el miedo de la traición, de la represalia y de la servidumbre.
Las manos sucias tendrían que alejarse de los escenarios que comprometen objetivos y y a partir de ahí si podría darse la militancia aliada con la protesta y la rebeldía organizada como liderazgo de una sociedad carente de lideres y que entiendan que son las organizaciones las que tienen que tomar las riendas de un caballo desbocado que ha ensillado un sin numero de manos sucias y que alocadamente va camino de la incertidumbre y del descalabro.
Sartre no da salida al militante revolucionario, se frustra teniendo que recurrir como justificación a la muerte del contrario y del amigo para investirse como militante de una ideología que se empalideció en el tiempo y que hoy circula en el espacio del silencio, de lo desconocido como si no hubiera existido.
Y es así porque los protagonismos de muchos territorios se han visto suplantados por decisiones incorrectas, por aplazamiento de promesas y por ambigüedades ante la toma de decisiones que solo van en el sentido del asentamiento del poder, sin mas, sin mirar hacia una globalización nacional y nacionalista de los problemas y de las dificultades para los detentadores del poder que eluden compromisos, los que se atascan y se difuminan en el tiempo, como si aquí no pasara nada.