
E l profesor Juan Carlos Carracedo es canario de Miranda de Ebro (Burgos), donde nació en 1941. A los dieciséis años ya estaba en Tenerife. Sus padres, represaliados por el franquismo por pillarles la guerra civil en Madrid, y sólo por eso, eran maestros nacionales que tras trotar por media España acabaron uno en La Vera (Puerto de la Cruz) y otro en El Sauzal. Carracedo, con los años, se convertiría en un referente de la vulcanología mundial, consultado por las más prestigiosas universidades del planeta. Realizó su tesis doctoral en la Complutense, tras licenciarse en geología, dirigida por el profesor Fuster, todo un clásico en esta especialidad de los volcanes. Ahora, luego de su jubilación, está adscrito a la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y colabora con prestigiosas universidades extranjeras, entre ellas las de Cornell (Estados Unidos) y Upsala (Suecia), cuyos científicos estarán desde hoy en La Palma. La revista británica Geology Today, que se vende en los kioscos en el Reino Unido, pero cuyo prestigio en cuanto a divulgación científica es enorme, publicará próximamente un largo artículo de Carracedo sobre el volcán de Cumbre Vieja, que todavía vomita fuego en La Palma. Su último libro, Erupciones recientes de Canarias (Casos confusos, curiosos y terroríficos) es todo un tratado de lógica científica. Les recomiendo que lo compren. Está editado por la Fundación Canaria Añazo Nova. Quiero citar aquí a una persona especial, Pauline, la esposa de Carracedo y verdadero norte de su vida. Tienen siete hijos, cinco nietos y tres bisnietos. Pauline llegó al Puerto de la Cruz como institutriz de la familia Arroyo y ambos, Juan Carlos y ella, se enamoraron dando vueltas a la Plaza del Charco. Nos pasó a todos.
-Bueno, la CIA pronosticó el Teneguía y ahora la NASA manda a La Palma a un grupo de expertos. ¿Hay preocupación?
“Ninguna preocupación, sino investigación pura”.
-A ver, cuéntame eso, profesor.
“Cuando el Teneguía, hace 50 años, se pudo pronosticar la erupción porque la CIA, bajo la tapadera de la Universidad de Columbia, había instalado censores submarinos, hidrófonos, para detectar la presencia de submarinos soviéticos en aguas canarias, en plena guerra fría. Era el sistema Sosus, acrónimo de Sound Surveillance System. Podían saber hasta de qué tipo de submarinos se trataba por el ruido de las hélices. Y detectaron los movimientos sísmicos previos a la erupción, vieron que no se trataba de sumergibles, avisaron a su Gobierno y éste al de España. Y así supimos que estaba a punto de nacer un volcán, como así ocurrió”.
-Y entonces llegaste a La Palma.
“Con el profesor Fuster. Llegamos sin un solo aparato, sino que todo se hacía a ojo. No había ni un medio adecuado para estudiar el volcán y no como ahora, que estamos a una altura mundial en investigación y técnica. Bueno, miento, Fuster traía un pirómetro óptico que había pedido prestado a los Altos Hornos de Vizcaya”.
-Yo estaba allí.
“Ya lo sé, claro que lo sé”.
-Desde que el volcán de Cumbre Vieja empezó a vomitar gases todo el mundo se acordó de las predicciones apocalípticas de Simon Day y en algunas televisiones apareció otra vez la ola gigante que amenazaría la Costa Este de los Estados Unidos y haría desaparecer Canarias.
“Sí, el otro día me lo preguntó Ana Rosa Quintana”.
-¿Y?
“Mira, una fractura podría ocurrir, pero desde luego no ahora. A lo mejor dentro de millones de años, sí. El Valle de Aridane y La Caldera tienen 650.000 años y la civilización humana data de 6.500 años. Los síntomas y anuncios geológicos de que fuera a pasar algo así serían tan terribles que no se podría vivir en las islas ni en sus alrededores desde años antes. Vamos a dejar ya la bromita. Científicos de la Universidad Técnica de Delft, Holanda, han concluido tajantemente que una fractura de La Palma es imposible en este momento y que La Palma es una isla muy estable”.
Y añade:
“Además, le dije a la periodista. ¿Tú crees que si hubiera el más mínimo peligro de fractura yo mantendría a mi familia en Canarias? Canarias es un lugar seguro, maravilloso, donde da gusto vivir; y lo seguirá siendo. Y La Palma, con mayor razón. ¿Acaso no se puede vivir en San Francisco, existiendo el riesgo de un gran terremoto? Vamos, hombre. No me pidas que te asegure que algo no puede ocurrir, pero sí que lo más probable es que no pase”.
-Los americanos, según tú mismo has contado, tienen siete centrales nucleares en la Costa Este. ¿Te imaginas la catástrofe de una ola gigante, comparándola con una sola, como ocurrió en Japón?
“Es que es un disparate seguir hablando de algo que está descartado en la actualidad. Yo he mantenido contactos varias veces con autoridades norteamericanas y te aseguro que no existe preocupación alguna en aquel país”.
-Ahora todos somos vulcanólogos, Juan Carlos. ¿Los volcanes estrombolianos son más benignos?
“Y más previsibles en cuanto a comportamiento. Y de duración eruptiva más corta. Este está siendo muy destructivo, pero porque en Cumbre Vieja hay muchas construcciones, pueblos enteros, y los daños materiales han sido enormes. Pero fíjate, ni una sola víctima. Está siendo un éxito la gestión de todos los que han intervenido en la crisis, desde los matemáticos a los meteorólogos, los geólogos, las fuerzas de seguridad, el propio Gobierno de Canarias y, desde luego, el Instituto Geográfico Nacional, la Aemet y los organismos canarios que siguen los volcanes y las universidades”.
-En el Teneguía estuviste a punto de morir.
“Sí, nuestro coche, un jeep de la época, no lograba superar una vaguada, en plena erupción, aunque al final pudimos sacarlo de allí y escapamos. Murieron dos personas en esa erupción, un fotógrafo y un pescador que se acercó demasiado a la costa a recoger peces que flotaban en el agua”.
-La Isla sigue su vida. El volcán afecta lo que afecta. Pero en La Palma hay vida, hay actividad, en medio de la preocupación.
“Es que tenemos que seguir viviendo. Por ejemplo, los habitantes del norte de la Isla están tranquilos, porque es una zona segura. Sus volcanes se extinguieron hace más de 2.000 años. El volcán afecta al espacio que afecta, aunque sus efectos hayan sido devastadores para la propiedad de la gente, que ya no podrá vivir allí y que estaba acostumbrada a un tipo de existencia que a lo mejor no vuelve”.
-También los alarmistas hablan del Teide.
“Mira, si en Tenerife un día aparece un volcán no será el Teide, que es muy alto y a la lava le costaría mucho llegar arriba. A lo mejor Montaña Blanca o cualquier otro lugar, pero te aseguro de que no existe síntoma alguno de que vaya a ocurrir. También nos puede caer aquí en Los Limoneros un meteorito que acabe con nosotros en el acto”.
-¿Tarda mucho en enfriarse una corriente de lava?
“No, se enfría muy pronto. Incluso hay sistemas que se utilizan para el enfriamiento de determinadas zonas, en caso necesario, como se demostró en Islandia. Y te aseguro que cuando esto acabe La Palma se convertirá en un emporio turístico”.
-¿Es correcto el término fajana para citar lo ganado al mar por la lava?
“No, fajana es un portuguesismo propio de personas de esa procedencia que habitaron La Palma. El término correcto es isla baja”
-¿Es bueno guardar la ceniza?
“La ceniza, que hoy es un lío y una lata, será el abono de las tierras del futuro. Lo que hoy tiene efectos nocivos, mañana será muy provechoso para la agricultura”.
-¿Hasta dónde llegan las creencias de un científico, Juan Carlos?
“¿A qué coño hemos venido a este mundo y quién lo sabe? Ni Dios, ni nada: existe la Naturaleza, que tiene un orden natural que se cumple inexorablemente. No debemos ir contra ella”.
(El profesor Esteban Gazel y su equipo de Cornell, la universidad en la que trabajó el mítico divulgador científico Carl Sagan, llegan hoy a La Palma. Con el doctor Carracedo estudiarán el comportamiento del volcán y tomarán diversas muestras. Pertenece este equipo al Departamento de Ciencias Terrestres y Atmosféricas de esa universidad y la NASA los ha subvencionado para que investiguen el comportamiento de la ceniza volcánica en la atmósfera. Los posibles hallazgos del proyecto derivarán en muchos aspectos a estudiar, entre otros los comportamientos de los aerosoles volcánicos y su influencia en el clima y también evaluar los posibles efectos de los futuros volcanes. Se trata de vincular la vulcanología, la teledetección y la ciencia del clima).
-Voy a hablar de ello, aunque no pensaba hacerlo. Tú tuviste diferencias de criterio científico con Nemesio Pérez, coordinador de Involcan. ¿Continúa esa relación tensa?
“Nos hemos dado un abrazo. A Nemesio Pérez le tengo mucho respeto científico y en La Palma está realizando muy bien su trabajo. Aquí hay que unir esfuerzos, no dispersarlos. Y permíteme que destaque la actuación de Morcuende, como cabeza visible del Pevolca. Él y sus compañeros están realizando un trabajo irreprochable”.
-Bueno, tenemos un nuevo hallazgo, las restingolitas.
“Aparecieron esas piedras en el volcán de La Restinga (El Hierro). Tienen una débil capa exterior basáltica y dentro sedimentos marinos del jurásico, microfósiles marinos; y trocitos de cristales de cuarzo, mineral que no existe en Canarias. Y han vuelto a aparecer en esta erupción, es muy curioso. Aprendemos cosas nuevas todos los días cuando se produce el nacimiento de los volcanes, como por ejemplo el que nunca emergió de El Hierro y este de ahora. En El Hierro hubo confusión con la erupción, precisamente porque no se analizaron correctamente las restingolitas y se dio por válida la teoría descabellada de la existencia en ellas de magma traquítico, que es mucho más peligroso. Y se evacuó y se asustó a la población de La Restinga, sin necesidad alguna”.
-Después de tanto tiempo de penuria técnica en Canarias, ¿estamos al día en tecnología, personal y medios y podemos trasmitir esa confianza al ciudadano?
“A la altura de cualquier país avanzado. Todo cambió en 2004 cuando el Instituto Geográfico Nacional se dio cuenta de que donde debe trabajar más y con más medios y personal es en las Islas Canarias. Ahora lo ha hecho con mucha diligencia y competencia. Lo mismo la Agencia Estatal de Meteorología, que cuenta con aparatos muy avanzados y técnicos y científicos muy cualificados. Y también está siendo muy buena la formación geológica de las universidades canarias”.
-Habrá que pensar también en el comportamiento del mar y en el futuro de las especies en la zona.
“Otra de las ventajas de esta crisis ha sido la presencia de los buques oceanográficos, esenciales para el estudio del mar, durante y después de la erupción. Y luego llegarán los buques cartográficos cuando se normalice la situación. Con medios, todo es más fácil”.
(Me parece interesante terminar esta entrevista con un párrafo del libro del doctor Carracedo, que me ha dedicado y que cité al principio del texto: “Pasado un tiempo ya nadie se cree en estos guiones de ciencia ficción (el derrumbe de Cumbre Vieja, el gran tsunami y todo eso), con fuerte implicación de empresas aseguradoras americanas. Pero el daño a las personas (en su tranquilidad y su economía), y a la credibilidad de la Ciencia, son difíciles de reparar. Los recursos del Armagedón, o “a que viene el lobo” sólo tienen cabida en la ciencia ficción, donde han dado lugar a grandes historias y películas”).