erupciÓn la palma

El futuro de la superfajana: suelo de protección ambiental o agrícola

El Cabildo tendrá que asumir, dentro del Plan Insular de Ordenación, la vocación de los nuevos terrenos creados por el volcán
La fajana alimentada por las coladas volcánicas ha alcanzado ya las 39 hectáreas. FOTO: I Love The World
La fajana alimentada por las coladas volcánicas ha alcanzado ya las 39 hectáreas. FOTO: I Love The World
La fajana alimentada por las coladas volcánicas ha alcanzado ya las 39 hectáreas. FOTO: I Love The World

La enorme destrucción del litoral en la comarca oeste, una de las que mayor proyección urbanística tenía antes de la crisis volcánica, y la creación de una gran fajana aún en crecimiento, impondrá una nueva ordenación del territorio en la que intervendrán los ayuntamientos de Los Llanos de Aridane y de la Villa y Puerto de Tazacorte, a expensas del Cabildo insular de La Palma y de su consejería de Planificación, además de la participación del Estado, responsable de la ejecución del expediente de deslinde de la línea marítimo terrestre en la nueva fajana.

Tendrán que combinarse aspectos tan distantes entre sí como la excepcionalidad de la situación generada por la erupción volcánica y el derecho administrativo y urbanístico vigente. “El derecho no es inmutable, por lo que se puede cambiar y se pueden tomar decisiones extraordinarias por la gravedad de lo que la población ha vivido”. Así lo explica Ángel Lobo Rodríguez, doctor de Derecho Administrativo y profesor de la Universidad de La Laguna, quien precisa que “la Ley de Costas se impone, y cualquier terreno ganado al mar, como ocurre con la fajana que se ha creado en esta zona del litoral, pasa a ser dominio público marítimo terrestre”.

Lobo estima que, atendiendo a la norma en Derecho Administrativo, el futuro de la ordenación de esta zona está sometido a la apertura de un expediente que “determinará el deslinde que marcará la división entre el dominio público marítimo terrestre y la propiedad privada”. La alteración de esta línea del litoral, que nada tiene que ver con lo que existía antes de esta catástrofe natural y que ofrece un espacio transformado, cuenta con el territorio más joven del mundo, una fajana de 39 hectáreas que sigue creciendo. “El planeamiento tiene que estar siempre muy vinculado a la realidad física de los terrenos, ahora totalmente transformados por la erupción volcánica”, explica Lobo. “Lo natural es que en el futuro, ese terreno se clasifique en el marco del plan municipal de ordenación (PGO) de Tazacorte y con el plan insular de ordenación de La Palma (PIOLP), en manos del Cabildo”. El papel de la corporación insular será clave en este proceso, dado que “será el que establezca la vocación del territorio, bien optando por la protección ambiental o de otro tipo, pero quien en último término determinará su uso serán los propios ayuntamientos”.

El profesor Lobo considera probable que “a medio plazo, la fajana sea declarada de protección ambiental y a más largo plazo, seguramente podrá clasificarse una parte como de protección agrícola”. Qué ocurrirá con esa fajana, es aún una incógnita por despejar para juristas y especialistas en urbanismo, aunque sí está claro que una vez termine la erupción y la lava deje de alimentar esta nueva plataforma volcánica que ya forma parte del territorio palmero, sus primeros 100 metros serán inevitablemente línea deslinde. El antecedente más claro de situaciones y de las complejas interpretaciones entre la voluntad humana y la norma, se encuentra en esa misma línea de costa, en el ahora desalojado barrio de La Bombilla, para el que la Dirección General de Costas acordó en el año 2006, la declaración de utilidad pública “para el fin de protección y restauración integral del dominio público marítimo terrestre, así como la iniciación de los trámites para expropiación forzosa de los terrenos”, lo que sigue afectando a los vecinos de La Bombilla, que llevan años luchando para salvar de la demolición a las viviendas construidas en este enclave.

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