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Mujeres que reconstruyen el futuro para los más pequeños de La Palma

Alicia y Ángeles, directoras de los desaparecidos colegios de Todoque y Los Campitos, y Nieves, la responsable del aislado centro de Puerto Naos, siguen al pie del cañón cada día junto a los alumnos
Ángeles, la directora del desaparecido colegio de Los Campitos. DA
Ángeles, la directora del desaparecido colegio de Los Campitos. DA

El alumnado de los desaparecidos colegios de Los Campitos y Todoque, además de los que no saben cuándo volverán al de Puerto Naos, en zona de exclusión y cuyo acceso no puede hacerse más que cruzando la dorsal de la Cumbre, regresaron a unas aulas hasta ese momento desconocidas, tras más de un mes de espera en casas de familiares, o de alquiler, algunos sin sus juguetes, sin sus recuerdos y con unos padres y madres abatidos por la pérdida de todo por lo que habían trabajado. Incluso, algunos sin empleo o en riesgo de exclusión, otros intentando convencerse de que lo que les ha sacado de sus barrios no es más que una pesadilla de la que despertarían en cualquier momento.


Los alumnos están ahora agrupados en el colegio Princesa Acerina de Los Llanos, en una improvisada y pequeña sala de dirección para tres directoras, Alicia Martín, también desalojada de Las Manchas; Nieves Rodríguez, cuya casa quedó bajo la lava del volcán en el ya desaparecido barrio de Los Campitos, y la directora del colegio de ese mismo entorno, Ángeles Pérez, que sueña con la construcción de una nueva escuela, con la misma tipología de casa tradicional y un entorno rural para sus 23 alumnos.


Las pérdidas también afectan a alumnos que ya no volverán a las aulas. “Algunas familias se han ido del Valle, fuera de la Isla; otras están realojadas en otros municipios, y otros no vendrán después de Navidad, porque las familias están intentando reorganizar sus vidas y no será posible que sigan en este colegio”.

Nieves y Alicia, las directoras de los colegios de Puerto Naos y Todoque, no están dispuestas a rendirse. DA


Cuatro centros en un colegio, tres directoras y maestras que están convencidas de que merece la pena tragarse las lágrimas y la angustia para poner la mejor cara y transmitir confianza y seguridad a niños de entre tres y 12 años a los que hay que enseñar un futuro. Siguen trabajando sin descanso.


Confiesa una de ellas, Alicia, que hace 15 días no puede pasar a ver su casa en Las Manchas, y que son los niños, quizás, los que la salvan cada día del desaliento. Nieves y Ángeles asienten. Recibir cada día con una sonrisa a los alumnos no es siempre fácil, pero es imprescindible. Algunos se niegan a hablar, casos en los que se ha pedido un apoyo psicológico y se trabaja en coordinación con la Consejería de Educación para intentar revertir la situación. Hay que conseguir que los más pequeños puedan sobreponerse a la situación de desplazamiento y salir airosos de esta grave crisis.


Cuentan las directoras de estos tres centros de infantil y primaria que, si bien los primeros días, siguiendo instrucciones de los expertos, hablaron de la erupción y de los daños con los niños, son ahora ellos los que no quieren nombrarlo. “El volcán no se nombra”, dicen.


Las maestras, las tutoras, las directoras y los docentes de la escuela pública dan cada día lecciones de supervivencia y resistencia desde las aulas del Valle de Aridane.

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