cultura

Amor a destiempo, encuentros y desencuentros

Claudio Colina Pontes publica 'Ocho', una novela en la que la pasión confluye con una trama política de “baja intensidad”
Claudio Colina Pontes. / Juan MaRe

Cuando se le pide al escritor Claudio Colina Pontes [seudónimo de Gabriel Díaz Mora] que se sitúe por un momento en el punto de vista del lector y desde esa mirada que viene de fuera presente su novela Ocho (editorial La Equilibrista, 2021), señala que su obra es el relato de “un amor a destiempo entre sus dos protagonistas y de cómo sus vidas se van entrelazando sin que eso conduzca a nada”.

En este ejercicio descriptivo que se le plantea al autor tinerfeño -una petición no tan inocente como pudiera parecer, por lo que tiene de taxonómico, de reduccionista, de intento de clasificar lo inefable-, Claudio Colina Pontes también alude a una trama en la que ambos sujetos se adentran en “conspiraciones de baja intensidad, en manejos políticos de pacotilla”.

Sin embargo, esa trama política no es una excusa literaria para desarrollar la relación que mantienen los protagonistas, y tampoco a la inversa. “He pretendido que la importancia de esas dos historias se sitúe a la misma altura, que ninguna prevalezca sobre la otra, sino que se vayan desarrollando en paralelo”, apostilla el escritor.

Ocho es un relato de pasión, de deseo y de encuentros intensos en un escenario fuera de lo común”, indica el escritor en una charla con DIARIO DE AVISOS. “Los protagonistas no se dedican a un trabajo de oficina convencional, sino que su labor transcurre en un ambiente de triquiñuelas políticas”, agrega. “La novela trata de relaciones: de amistad, de amor, de traición y hasta mercantiles”.

La obra combina el pasado común de dos personajes con un presente en el que se han reencontrado

Ocho se desarrolla en dos momentos distanciados 15 años entre sí y progresa alternando ese pasado no tan lejano, en el que los personajes trabajaron juntos y más tarde se separaron, con un presente en el que se han reencontrado y deciden emprender un viaje en busca de su jefe en aquel tiempo.

Claudio Colina Pontes puntualiza que “son personajes reconocibles, no porque los podamos identificar directamente con alguien en concreto, sino porque las personas que habitan la novela podrían ser perfectamente nuestros vecinos y transitar por nuestro barrio”. Y, de forma similar, la historia no se ubica en un lugar determinado: “Se habla de política municipal y de una capital, pero no se dan nombres. Se exponen situaciones que podrían ocurrir en cualquier ciudad”.

EL ESTILO

El mayor reto para el escritor tinerfeño, no solo en esta novela, sino en toda su producción literaria, es siempre de carácter estilístico. “Es el aspecto en el que más me centro y lo que me exige más esfuerzo”, precisa Claudio Colina Pontes. “La trama es fundamental -añade-, procuro que sea fluida, que se cuenten cosas interesantes, no basadas en la realidad, pero sí verosímiles, para que resulte atractiva al lector, pero para mí lo más importante al escribir es que las frases queden bien acabadas, que el estilo sea congruente… Por eso tardo tanto en elaborar mis textos”.

Desde esa perspectiva, Claudio Colina Pontes concibe Ocho no como una ruptura con el estilo en relación a sus anteriores obras, sino como parte de un experimento continuo, permanente, en su trayectoria de escritor. “Por ejemplo, para cada obra defino unas normas ortotipográficas específicas. No quiero asustar al lector”, señala con una sonrisa, “pero una de las características de Ocho es que al escribir sus diálogos decidí no emplear los guiones típicos y en su lugar construirlos a partir de los dos puntos seguidos de mayúsculas. Con eso busqué darle un aspecto más fluido a las conversaciones”.

Portada de la novela ‘Ocho’. / DA

Todo forma parte de un plan, de un trabajo literario previo que ha sido predeterminado de manera concienzuda: “Antes de sentarme a escribir ya tengo claro en mi cabeza cómo me gustaría que sonara ese texto en el oído de un futuro lector. Primero viene la estructura y luego el contenido. Lo que quiero contar, casi en su totalidad, lo tengo planificado en un esquema. Y luego, a partir de ahí, me pongo con la escritura”.

“Esta novela trata sobre todo acerca de relaciones: de amistad, de amor, de traición y hasta mercantiles”

LA PALABRA QUE FASCINA

Este interés por el estilo también se manifiesta, casi no podía ser de otra manera, en el trabajo posterior de corrección, en ese pulido del texto con el fin de que el fondo y la forma se adapten del modo más fiel posible a la idea inicial del escritor y presenten un buen acabado. “Diría que el 30% del tiempo que dedico a elaborar una obra se me va en escribirla y el 70% en la corrección”, expone Claudio Colina.

Eso mismo explica la respuesta que ofrece el escritor tinerfeño cuando se le pregunta por aquellos autores que más le interesan como lector y también como referentes en su vocación literaria. “Más que las historias que me encuentro en los libros, me gustan los escritores que están fascinados con las palabras”, argumenta. “Entre ellos, por supuesto, James Joyce, pero mi autor preferido es el portugués António Lobo Antunes, que posee novelas que me resultan extraordinarias”.

“Antes de sentarme a escribir ya tengo claro cómo me gustaría que sonara ese texto en el oído del lector”

Cartero de profesión, Claudio Colina Pontes imparte desde 2010 cursos de técnica narrativa, relato corto, microficción y estructura novelística. “La palabra docente me queda grande, y la reservo para quienes ofrecen formación reglada”, precisa el escritor, “pero sí que es cierto que he dado muchísimas clases, particulares, informales, de narrativa, de técnica literaria, de novela, de microcuentos… Sin titulación por mi parte ni ofreciéndola a mis alumnos”.

ENSEÑAR Y APRENDER

En ese encuentro entre amantes de la literatura, entre el escritor que es lector y los lectores que quieren escribir, la primera noción que busca trasladar el autor de la novela Ocho a su alumnado es el respeto hacia la lengua. “Es esencial aprender gramática, la lengua española es muy rica y se merece toda nuestra consideración. Ese es el primer paso: una tarea que no resulta nada sencilla y requiere mucha dedicación y constancia”, manifiesta.

Del otro lado, cuando la pregunta que se formula es qué aprende quien enseña, la respuesta es la siguiente: “J. M. Coetzee afirma en Desgracia que el profesor siempre recibe la lección más profunda y en mi caso sería comprobar las ganas de escribir que tiene la gente. Nunca me han faltado alumnos con interés en expresarse a través de la literatura”, concluye Claudio Colina Pontes.

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