La emergencia pasará en unos días, el próximo lunes, a manos del Cabildo palmero. El traspaso de tareas, el trasvase de información y el control de la situación ante improbables pero posibles escenarios que entrañen complejidad se hará en el marco de una comisión mixta.
La Palma y el Valle de Aridane pasan a nivel amarillo tras algo más de un mes desde que se dio por finalizada la erupción volcánica, tras 10 días de impás, y una vez el volcán dejó de tener actividad. Esta decisión, que formaba parte de un calendario previsto a la vista de la aminoración de riesgos, la apertura de parte de la zona de exclusión y el inicio del regreso de unas 2.500 personas a sus hogares, solo está teñida por la decepción ante las condiciones que impiden el acceso de más de 3.000 vecinos a los barrios de La Bombilla y Puerto Naos. Eso sí, el consejero de Justicia y Seguridad del Gobierno de Canarias, y responsable del Pevolca, Julio Pérez, recuerda que aun cuando esta gestión pase al Cabildo, la emergencia continuará activa, por lo que las limitaciones permanecen. La Isla pasa de nivel rojo a amarillo, rango de consideración con el que “se mantiene la información a la población y las medidas de vigilancia y monitorización de la actividad volcánica y sísmica”.
El dictamen del Pevolca insiste en recordar que la erupción se ha dado por finalizada, pero se continúa en la fase post-eruptiva, en la que “persisten algunos peligros volcánicos”, además de que “continúa registrándose actividad sísmica y geoquímica anómala”.
Reflejo de esa situación son los altos niveles de dióxido de carbono tanto en la que fuera principal zona turística de la Isla y durante más de cuatro meses vacía como en La Bombilla, con una población flotante de 600 personas y 126 cuyo único hogar sigue allí. El Remo, en cambio, es ya una zona de acceso, aunque restringido. La ejecución de las obras que insisten en pedir sectores económicos y afectados, debe tener en cuenta no solo que la zona del edificio volcánico sigue registrando “altas temperaturas e inestabilidades del terreno”, sino el hecho de que en los bordes de las coladas donde ya se actúa se han certificado 300 grados centígrados, que llegan a ser 500 en fragmentos de lava extraídos. El mensaje del comité científico es claro: “Estas actuaciones requieren estudios previos que garanticen la seguridad en su ejecución”.