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Un viaje literario a Luranca, la isla inaccesible

Javier Recarte publica una ficción histórica, ambientada durante la conquista de La Palma por la Corona de Castilla, en torno al territorio legendario de San Borondón
Javier Recarte Casanova. / DA

Luranca, la isla fantasma es una novela de aventuras que ha tardado en escribirse 40 años. Ese es el tiempo que ha transcurrido desde que su autor, Javier Recarte Casanova, comenzara a poner por escrito en el Hotel Mencey de la capital tinerfeña la trama y los personajes que pueblan este relato que transcurre entre finales del siglo XIV y 1492, cuando Alonso Fernández de Lugo emprende la conquista de La Palma para la Corona de Castilla. Una ficción histórica que se adentra en el territorio mítico de la isla de San Borondón cuando aún no recibía tal nombre.

Piloto de aviación jubilado y licenciado en Derecho, Recarte (Madrid, 1944) reside en Cádiz desde 1954 y allí fue donde, en el año que acabamos de despedir, puso el punto final a su novela. Un final que realmente no es tal, pues ya se encuentra embarcado en la escritura de una continuación para su historia.

“En alguna parte leí que el método que empleaba Agatha Christie para elaborar sus novelas -detalla en una charla con DIARIO DE AVISOS- era comenzar escribiendo el último capítulo. Y eso fue lo que yo hice. Contar de entrada con esa conclusión me permitió moverme con absoluta libertad por mi relato, puesto que ya sabía a dónde quería llegar”, explica.

La trama abarca dos momentos separados en el tiempo por un siglo, que se sitúan en la mítica isla y en la llegada de Fernández de Lugo a La Palma

Sin embargo, recuerda Javier Recarte Casanova, el proceso no fue tan sencillo como parecía. Puesto que llegó un momento en el que se bloqueó por completo y no hallaba la manera de resolver las dificultades literarias que le planteaba su historia. “Eso se produjo hacia la mitad de la novela”, comenta, “y me llevó a abandonarla”. “Pero conservé ese borrador en una carpeta hasta que la gente más cercana a mí me empujó a terminarla. El verano pasado descubrí esa solución que había estado buscando”, subraya el autor.

Portada de la novela. / DA

EL RELATO

La trama de Luranca, la isla fantasma se desarrolla en dos momentos distanciados entre sí casi un siglo. En el primero, el escritor se adentra en ese lugar “que aparece y desaparece” a través de la mirada de un niño, Limbo, que vive atrapado en una gruta junto al resto de su pueblo. Producto de una maldición, Luranca ha sido arrasada por un cataclismo y a quienes vivían en ella se los ha tragado la tierra y permanecen en una cavidad de la que no pueden salir.

“Limbo nació en la gruta. Han pasado 10 u 11 años y este niño, con muchas inquietudes, comienza a ingeniárselas para buscar la manera de abandonarla, algo que nadie había logrado”, señala Recarte. Al construir a su protagonista, el autor ha recurrido, en gran medida, a su propia biografía: “Muchas de las experiencias de Limbo las viví yo. Son recuerdos de mi niñez, así que, en cierto sentido, también es un libro autobiográfico”.

El escritor ya se ha embarcado en un segundo relato que reúne y explica la razón de ser de los dos finales que plantea su obra

De forma paralela, la novela traslada al lector a 1492 y nos presenta a un anciano aborigen que ronda los 100 años y acompaña a los conquistadores en Benahoare, el nombre que recibía La Palma. Allí conoce a una joven y empieza a relatarle lo que ocurrió en Luranca tras la erupción de un volcán y su deseo de regresar a ella para morir.

“No nací en La Palma de puro milagro”, apunta Javier Recarte Casanova, “porque mi padre era notario en Santa Cruz de La Palma y allí pasé mi infancia. Estuvimos residiendo unos seis años”. “De manera que siempre he tenido mucha querencia hacia la isla y me ha interesado su historia, su origen volcánico y también las visiones que desde allí se tenían de San Borondón”, agrega el escritor.

El autor de Luranca, la isla fantasma se confiesa sorprendido por el vínculo casual que hay entre el fenómeno volcánico que ha fabulado para explicar la misteriosa ausencia-presencia de lo que con los años se llamará San Borondón y la reciente erupción volcánica en La Palma, que ha coincidido con la aparición de su novela. “Además -apostilla Javier Recarte Casanova- la segunda novela que estoy escribiendo, que de alguna manera explica la razón de ser de los dos finales que planteo en esta, transcurre en su mayor parte, precisamente, en la zona de Cumbre Vieja, donde ha surgido el volcán”.

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