El titular debe ser un resumen explícito de la información, de esa manera la gente estará informada solo con echar un vistazo superficial a la prensa, pero la gente no tiene tiempo para más y esto es lo que hace: consumir titulares y quedarse con su contenido. Esto lo saben bien los manipuladores de la propaganda que esconden en el interior de la noticia el espíritu real de las cosas, como si fuera la letra pequeña de los documentos contractuales o las contraindicaciones de los medicamentos que ahora son analizadas al milímetro por los negacionistas, sin reparar que las advertencias y sus porcentajes son la protección de los laboratorios para evitar indemnizaciones. Pobre de aquel que no comunicó una situación adversa, porque se le caerá el pelo, si se da el caso, sin haberlo advertido. Sin embargo, al titular triunfalista que anuncia las bondades del producto no le importa que luego se contradiga con lo que se explica en el desarrollo de la explicación. Confía en que sea leído con la credibilidad de que en su síntesis se halla condensada la verdad, y en muchos casos no es así. Ya sé que muchos dirán que estoy mejor escribiendo de las añoranzas amables de un tiempo pasado y del amor incipiente paseando la calle mayor, a pesar de que en ese recuerdo también pueda haber gato encerrado y a todos no les fue tan bien en ese supuesto tiempo de rosas. Esta mañana me tropiezo con un titular en la cabecera de El País que me ha parecido sorprendente. Dice así: “La reforma laboral convertirá en fijos a 280.000 trabajadores de la construcción”. Conozco el sector y sé que eso no puede ser. Me dispongo a navegar por el interior del texto, donde se supone que se encuentra el meollo del asunto, y me tropiezo con esto: “La nueva normativa elimina el contrato por obras y servicios. Sin embargo, este tipo de contrato no va a eliminarse para la construcción, un sector en el que siete de cada diez contratos se suscriben bajo esta fórmula. En lugar de suprimirlos, los nuevos puestos de trabajo que se firmen bajo este modelo son ya desde el inicio del año etiquetados en la estadística como fijos”. En fin, que se trata de llamar a las cosas de otra manera para que las estadísticas, que son las que marcan las cifras del triunfalismo, muestren la realidad de una forma diferente.
Por otra parte, parece bueno que en ese sector de la economía se esté experimentando un aumento de la demanda de empleo. Es una buena noticia que viene a despejar las incertidumbres que se cernían sobre él, después de la demonización del urbanismo y del cemento como una de las grandes amenazas medioambientales. En esto es en lo que habría que profundizar, en la flexibilización de las normativas de carácter administrativo y en el cumplimiento estricto de las directivas europeas encaminadas a no entorpecer el desarrollo de determinadas actividades económicas. Me alegro de que la construcción no muera y de que la modificación de su estructura contractual específica no constituya una amenaza, porque solo es un maquillaje para que las cosas parezcan de manera distinta a como son. Los trabajadores saben cuál es la realidad, a pesar del titular que los hará definitivamente fijos, haya o no haya trabajo. El que este exista depende de que se autoricen las obras donde poder emplearse. Si estas no se promueven, ni fijos ni nada, todos a escupir a la calle.
Qué bonito sería que lo que dicen los titulares fuera estrictamente la verdad y no contuviera escondida una segunda lectura decepcionante. Entonces yo no tendría que perder mi tiempo leyendo la letra menuda y podría dedicarlo a escribir de esas cosas tan agradables que a ustedes parecen gustarles tanto.