No se publica mucha poesía infantil, tampoco en Canarias. Por eso sorprende gratamente la edición de la Antología Infantil de Poemas y Canciones, de Isabel Medina, publicada por el Centro de la Cultura Popular Canaria (CCPC) con la colaboración del Cabildo de Tenerife. Isabel Medina ha recopilado la poesía infantil que ha ido escribiendo, fundamentalmente en su etapa como maestra, en un precioso libro que guarda un tesoro de poemas y canciones trabajados a conciencia para explicar el mundo a los niños, el real y uno mejor, más justo y solidario, el que siempre soñó y por el que siempre ha apostado. Isabel Medina es una gran escritora, cuya obra ha sido divulgada, reconocida y sobre todo muy leída. Ha publicado novela, poesía, teatro, ensayo… pero sus orígenes como escritora están en la escuela, obligada a elaborar material literario por la escasez de libros para los niños. Con Isabel Medina hemos hablado extensamente, de su Antología Infantil y de dos de sus grandes pasiones: la de maestra y la de escritora.
-Háblenos de esta ‘Antología Infantil de Poemas y Canciones’.
“La Antología recoge el trabajo que hice durante mi etapa como maestra en los colegios. Todos los poemas los he hecho pensando en mis alumnos, los niños y las niñas. Siempre digo que yo soy escritora porque soy maestra. Si no fuera maestra, no se me habría ocurrido escribir, porque me di cuenta de que en Canarias no había libros que hablaran de Canarias, y yo los necesitaba para el aula. Me enfadé y dije “pues si no hay, los escribo yo”. Por ejemplo, el poema que abre el libro, Había una vez una nube gandula, surge porque yo tenía que explicar a mis niños los árboles de Canarias, la laurisilva… y uno se preguntaba ¿cómo le explico yo esto a los niños para que lo entiendan? Entonces, para hacerlo asequible, pensé en una nube gandula que no quería soltar el agua y así les expliqué todo esto”.
-Ha escrito para los niños durante muchos años. ¿Cómo se animó a escribir poemas para ellos?
“Escribía poemas, igual que también cuentos, como herramientas para trabajar en el aula. Por ejemplo, yo quería hablarles de feminismo, pero ¿cómo les hablaba de este tema a niños pequeños? Por eso les escribí un poema que luego se convirtió en canción, que ha cantado mi hija Marisa. Es La graja Maruja, que quería ser arquitecta y la madre le dijo que de eso ni hablar: “Tú a preparar los biberones y cuidar los arbolitos”, pero la graja pasó de su familia y se fue a estudiar arquitectura. Yo todo lo explicaba con un poema o con un cuento y así llegaba a los niños”.
-Si la poesía en general es cosa de minorías, ¿en el caso de los niños también es así o tienen otra capacidad de acercarse al mundo abstracto de la poética?
“Mi experiencia es que a los niños sí les llega la poesía. Cada poema que hacía era como un cuento donde tú tratas de conectar con su mundo. Este libro lo hice porque soy maestra y pensando en los maestros que quieren explicar poesía y se preguntan cómo hacerlo. Tú no puedes darle a los niños la obra de Federico García Lorca o de Pedro García Cabrera, tienes que darles cosas asequibles para ellos, y ese es un trabajo necesario”.
-Háblenos de su experiencia en clase con la poesía como herramienta didáctica.
“Todo lo hacía pensando en hacerles asequible los temas que quería tratar en clase. Los niños así se involucran mucho más. El primer poema que hice fue para un niño de 12 años que no conocía el mar. Fue en el sur de Tenerife, en los años 80… Yo estaba explicando en clase lo que es una isla y él me dijo que no había visto nunca el mar. Con el permiso de su madre lo llevé al mar. Fuimos a una calita y fue una experiencia tremenda. ¡Disfrutó tanto! Parecía que tenía miedo de que se le acabara. Unos días después me trajo un regalo especial que no olvidaré, un collar de cuentas de barro hecho por los guanches, que había encontrado en una honda cueva de la zona”.
-Escuchándola, uno se pregunta cómo encontraba tiempo para hacer tantas cosas, y además escribir poemas.
“Es que el contacto con los niños lo tienen fundamentalmente los padres y los maestros. Los padres disponen de poco tiempo en general y los maestros también tienen cada vez menos disponibilidad para este tipo de tareas, salvo alguien medio descarriado como yo (risas). Pero para mí siempre ha sido una tarea imprescindible, para la que había que sacar un ratito. Recuerdo que uno de mis primeros poemas lo hice de rodillas, en mi casa, una casa de maestros, llena de niños, mis hijos, los primos… El comedor lleno de niños viendo la tele, en la cocina otros haciéndose la merienda, y yo que necesitaba escribir algo para explicarles a mis alumnos al día siguiente los árboles. Entonces encontré refugio en mi habitación, me puse sobre una pequeña alfombrita y allí de rodillas lo escribí”.
-¿Cómo vive que toda su obra infantil sea un referente y se emplee como material de apoyo para la escuela canaria?
“Es un asombro enorme y una inmensa alegría. Me emociona cuando compañeros de profesión me comentan que recurren a estos libros en clase. Además, han puesto mi nombre a aulas de colegios, incluso a pasillos (risas). De todos me siento orgullosa, pero cuando me dicen que del libro Viaje fantástico por las Islas Canarias se han vendido mas de 50.000 ejemplares, eso impresiona. Pero sobre todo, tengo la seguridad de que cuando un compañero coja este libro sabrá que está hecho por una maestra. Eso es lo más que me satisface, es lo único que yo quiero: compartir la experiencia de una maestra”.
-Aunque algunos poemas fueron escritos hace muchos años, en los 80, tratan temas absolutamente vigentes y siempre relacionados con los valores.
“Hay tres características que destacaría en lo que escribo: la canariedad, el conocimiento de nuestra tierra. También el sentido ecologista, pues no solo hay que querer la tierra, sino también cuidarla. Y el sentido feminista: las mujeres estamos aquí y hemos venido para quedarnos. He escrito muchos poemas y cuentos en este sentido”.
-Explicar a los niños el feminismo en los años 80 quizás era un poco complicado, ¿no?
“Sí, era otra época, aunque yo lo hacía de manera natural y poniendo ejemplos que eran pura lógica. Una vez llegó una niña llorando porque su madre le dijo que tenía que hacer la cama de su hermano y ella no quería. Yo le dije: ‘Mi niña, dile a tu madre que a tu hermano no se le caen los adornos de chico por hacer su cama’. Pero sí, era una sociedad más cerrada y a veces no se entendían estas ideas”.
-¿Qué piensa de que después de décadas, aún haya que seguir enseñando estos valores en la escuela: la paz, el ecologismo…?
“A pesar de mis años, yo sigo creyendo en la poesía, en la palabra… Me sentiría una vieja si no creyera en esas cosas… Yo no tengo concepto de dios o de fe, pero sí creo en la vida, en la justicia, en la paz, en la solidaridad…”.
-En estos últimos tiempos se están produciendo en el mundo fuertes tensiones políticas que pudieran llevar a un conflicto bélico. ¿Qué les diría a los gobernantes de las potencias …?
“Precisamente, el 30 de enero fue el aniversario del asesinato de Gandhi, que para mí ha sido un referente en su lucha por la no violencia, igual que después Martin Luther King. Es demencial que estemos hablando de nuevo de conflictos bélicos. Es como si un montón de gente se hubiera vuelto loca de repente y viesen la guerra como una solución, cuando la guerra no es nunca la salida. La palabra y el diálogo son la solución”.
-¿Cómo entiende la relación entre el maestro y los niños?
“Tú tienes a los niños un tiempo y luego vuelan solos. Me gusta el concepto de maestro como si fuese una partera, el que ayuda a nacer, a ver la luz. Si yo he ayudado a que mis niños vean la luz, eso es una maravilla, si no, por lo menos lo he intentado. Yo le tengo mucho respeto a los maestros, a todos. Recuerdo que en mi colegio había una maestra con la que yo no coincidía en muchas cosas, pero tenía una dedicación y un amor tan grande a su profesión que solo eso me hacía tenerle un gran respeto”.
-¿Cree que se enseña suficientemente en la escuela canaria nuestra literatura y en general nuestra cultura?
“No sé cómo está ahora la escuela canaria, pero me gustaría que nuestra historia y nuestra cultura se enseñasen, no por encima de ninguna otra, pero sí para que los alumnos conozcan su tierra. Eso no quiere decir que me circunscriba a Canarias, sigo compartiendo el verso de la canción de Pedro Guerra: ‘Ser del mundo desde aquí”.
-¿Sigue escribiendo regularmente?
“Sí, sigo activa. Escribo todos los días. Para mí la vida no tiene sentido sin la escritura”.
-¿Qué consejo les daría a los jóvenes que empiezan ahora a escribir?
“Consejos no podría dar. Escribir es una pasión. Si la pasión te puede, déjate llevar. Pero si no sientes esta pasión, no escribas. Así lo dijo alguien más sabio que yo, el poeta alemán Rainer María Rilke en su Cartas a un Joven Poeta, donde le daba una lista de razones para no escribir, para al final concluir que ‘si usted sabe que si no escribe se muere, entonces escriba”.