
¿Cómo reaccionarías si, de un día para otro, los ruidos de tus nuevos vecinos te hicieran la vida imposible? Eso es precisamente lo que le sucede a Manolo y Carmen en La buena vecindad, la comedia de Delirium Teatro que se pone en escena hoy sábado (20.00 horas) en el Espacio La Granja de Santa Cruz de Tenerife. Se trata de una historia un poco alocada que trata sobre las dificultades de la convivencia cotidiana y nos recuerda lo que podemos llegar a hacer para no tener que afrontar una realidad incómoda e implacable. Las entradas para la función ya están agotadas.
Con texto de Antonio Tabares, sobre un tema que cobra más actualidad que nunca debido al confinamiento al que nos ha obligado la pandemia, el público será testigo de las peripecias de una pareja cuya apacible y monótona vida se ve soliviantada por la llegada a su edificio de unos nuevos inquilinos especialmente ruidosos. Una simpática historia que tiene como intérpretes a Carmen Cabeza, Soraya González, Severiano García, Miriam Vázquez y Javier Socorro.
Manolo y Carmen se ven incapaces de afrontar la situación en la que se ven envueltos e idean mil fórmulas para perderlos de vista a esos molestos vecinos y lograr la ansiada tranquilidad a la que están acostumbrados. La obra se presenta en clave de humor, pero constituye también una reflexión para los espectadores sobre las coartadas, autoengaños y justificaciones a las que nos agarramos día a día para no tener que afrontar situaciones que nos incomodan.
Después de llevar a escena cuatro dramas seguidos (Bernarda Alba, Proyecto Fausto, Arizona y Fábula del Topo), en Delirium Teatro aseguran que, “con permiso de Dante, ya teníamos necesidad de transitar por la divina comedia. “Un género que tantas satisfacciones nos ha dado si rememoramos nuestras comedias pasadas: El enfermo imaginario, La Konkista de Canarias o Un culo anda suelto, entre otras”.
Para Antonio Tabares, en estos tiempos de pandemia “nos hemos visto obligados a convivir” y la risa “es una buena terapia para una crisis devastadora”. Señala que, aunque el texto fue escrito en 2009, la situación que hemos vivido en estos últimos años con el confinamiento y los estados de alarma “ha hecho que cobre una actualidad inesperada y bajo una nueva luz, al obligarnos a una convivencia permanente con nuestros vecinos y familiares”