tribuna

Votación con espoleta retardada

Es muy difícil opinar sobre los asuntos políticos cuando lo que se pone sobre la mesa son las tripas de los intereses partidarios frente a la necesidad, o cuando se apuesta por una urgencia que no lo es tanto y se plantea que lo que solo se debe a una promesa electoral es una cuestión de vida o muerte. Algo de esto es lo que ha ocurrido con la Reforma Laboral. Es importante retrotraerse hasta el origen y regresar al escenario de las grandes declaraciones incumplidas para apreciar que todo pertenece al repertorio de las cosas que desgraciadamente han pasado a ser normales, que no éticas. Alguien sabía desde el primer momento que la derogación total de la Reforma del PP iba a ser imposible, sin embargo, la prometió y la pactó confiando en que del atolladero de su incumplimiento se podía salir con experimentos como el de la geometría variable. Eso no era tan sencillo, sobre todo con la presentación de un proyecto que no coincidía con el que originalmente defendía la ministra de Trabajo, que se esforzó en demostrar las bondades irrenunciables de un híbrido que nunca le gustó y en el que la patronal salió más satisfecha de lo que entró. Al final la dejaron sola, como a los toreros ante el toro, con los ayudantes fuera de sus burladeros mientras anunciaban que se estaba lidiando la mejor corrida del año. Esta escenificación solo servía para dar cobertura a algo absolutamente devaluado que se intentaba hacer pasar por el salvavidas de la patria, pero no era más que el paripé para demostrar que algo se había hecho. Alguien ha dicho que es como si te ofrecieran una moto y te dan solo las ruedas de una bicicleta. Era lógico que los engañados no entraran al trapo de esta función, fallida desde su nacimiento, y así lo explicaron en la tribuna de forma que todos los ciudadanos entendieron cuáles eran sus motivos, a pesar de que se les intentara convencer con esa frase tan taurina de que lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible. Ha tenido que ocurrir un milagro para que se pudiera enderezar lo que estaba torcido desde el origen. No es cierto que Europa exigiera que se aprobara esa Reforma, con la que había le era suficiente, la que no admitía era la que se había prometido aprobar desde el principio. Por tanto, a los efectos de los fondos de recuperación, daba lo mismo. Aquí se trataba solo de cubrir el expediente para cumplir una promesa que era imposible llevar a cabo, pese a que a Bildu se le había comprometido a cambio del apoyo a los presupuestos, y cuando digo a Bildu lo extiendo también a los demás grupos que, hasta ayer, formaron el grupo de la investidura. Se habla de traición de diputados de Navarra, igual que se hizo en Murcia con los de Ciudadanos, pero hay que entender que después de lo ocurrido en esa región era difícil que los dos miembros de UPN fueran a seguir las directrices de su partido que se había doblegado por la presión de una reprobación al alcalde de Pamplona y la inversión de 27 millones en el municipio. Era lógico que dijeran que no después de sufrir a Bildu en pacto con el PSOE en la comunidad foral. Al final no ha pasado nada, pero sí que ha pasado. El espectáculo del jueves, a pesar de las promesas de que al día siguiente las cosas seguirán siendo como antes, provoca una situación de hastío en los ciudadanos que no están sometidos directamente a las correas de transmisión de los partidos, que son la mayoría. Un diputado descuidado del PP, que haberlos los hay, se equivocó y en lugar de las papas puso agua en la sartén, y ya se sabe qué pasa cuando eso ocurre. Hay quien insinúa que ha sido un milagro del cielo para poner a la verdad en el sitio que tiene que estar. El hacer fracasar la votación no era una victoria para nadie, solo se trataba de poner en evidencia la endeblez de un pacto que se sostiene con alfileres. Ganar la votación solo era una manera de cerrar filas frente a algo en lo que nadie cree. Por eso la portavoz socialista parecía estar dando un mitin en Ferraz y el banco azul se veía vacío mientras la vicepresidenta de Podemos se la jugaba en solitario como si fuera un asunto exclusivamente suyo, y, en verdad, lo era. Esto es lo que yo vi, a pesar de los aplausos despu és de haber tenido las caras demudadas unos segundos, o de las caras demudadas después de haber aplaudido el mismo tiempo en el bando contrario. Se escucharon voces evocando a la Pasionaria y otras entownando el no pasarán. También se habló de Castilla y León, ya veremos el efecto que tienen estas cosas sobre lo que pase allí el próximo día 13. Ahora esperaremos la torpeza de la oposición, empeñada en que alguien obligue a repetir la votación, con lo que daría lugar al reforzamiento de la coalición recomponiendo las costuras de Frankenstein.

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