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Los etéreos paisajes humanos de Irene Morales

La Casa de la Juventud del Puerto de la Cruz exhibe hasta el próximo 1 de abril las obras que conforman ‘Incorpóreo’, una reflexión de la artista canaria a través de la pintura y la escultura
Los etéreos paisajes humanos de Irene Morales
Irene Morales presenta hasta el 1 de abril ‘Incorpóreo’ en la Casa de la Juventud del Puerto de la Cruz. / DA

Si estamos de acuerdo en la complejidad de traducir a palabras el lenguaje del arte, en todo lo que tiene de indecible, de impronunciable, de insustituible, quizás lo estemos también en que ese carácter inefable a menudo viene acompañado de un intento de explicar -de explicarnos-, que si bien no cubre todo el espacio, al menos esboza cierta perspectiva a la que asirnos. Lo que ya es bastante.

Por ejemplo, la artista Irene Morales (Gran Canaria, 1998) ha dado el título de Incorpóreo a la exposición que muestra hasta el 1 de abril en la Sala de Arte Joven de la Casa de la Juventud del Puerto de la Cruz, un adjetivo que nos acerca a aquello “que carece de cuerpo, es impalpable o pertenece, corresponde o es parte del alma”. Y esta definición que sugiere viene muy a cuento, pues, como explica en una charla con DIARIO DE AVISOS, las obras que presenta en la ciudad turística reflejan, de alguna manera, “escenarios etéreos que corresponden o son parte de mi alma, de mi ser”.

Los etéreos paisajes humanos de Irene Morales
El paisaje y el ser humano se funden en la propuesta artística de la creadora grancanaria. / DA

“Hago composiciones en las que la naturaleza y el cuerpo humano se fusionan, de tal manera que no se sabe muy bien dónde acaba una y dónde empieza otro”, apunta la joven creadora isleña, que reúne en el Puerto de la Cruz más de una quincena de obras, todas ellas pictóricas, salvo una escultura. “El escenario que mayor conexión e impacto visual me ha generado durante toda mi vida es el paisaje”, explica. “En mis obras la naturaleza y el cuerpo humano se funden, como si fueran fotomontajes que manipulo por medio de la pintura. Se trata de reflejar la conexión tan fuerte que siento entre la naturaleza y la figura humana. A partir de ahí -apostilla-, me sumerjo en un baño pictórico que fusiona ambos temas, superponiendo imágenes que llevo al lienzo”.

Incorpóreo no es un proyecto cerrado, rematado, pero tampoco es lo contrario. “Cada persona, cada artista, atraviesa etapas, de manera que no quiero decantarme por ningún camino”, argumenta Irene Morales. “Cuando me preguntan qué estilo tengo, no sé qué responder -confiesa-: ahora mi obra es esta, pero a lo mejor dentro de un año es muy diferente porque ocurren otras cosas en mi vida”. “En agosto pasado estuve pintando en Segovia, gracias a una beca, y todo lo que hacía eran paisajes. Ahí observé un cambio muy notorio en mi pintura. Esos cuadros no tienen mucho que ver con los de esta exposición”, detalla.

Irene Morales admite ser perfeccionista -“a veces, demasiado”- en el proceso de elaboración de sus cuadros. “Es frecuente entre los pintores que nos tengan que quitar las obras de las manos para darlas por finalizadas, y eso también me pasa a mí. Así que procuro dejarme llevar por lo que siento, y parar cuando llego a la conclusión de que la obra está lista, pues en ocasiones trabajar en ella demasiado acaba por estropearla”.

Los etéreos paisajes humanos de Irene Morales
La exposición reúne una quincena de cuadros y una escultura. / DA

Lo figurativo está muy presente en las creaciones de Irene Morales, aunque cada vez más la abstracción comienza a tomar protagonismo en esos paisajes humanos: “Creo que mis manchas se van volviendo abstractas porque es como si fuese, de forma paulatina, sintetizando la información que hay en cada obra. Pero sí, de momento, predomina lo figurativo”.

Los etéreos paisajes humanos de Irene Morales
Una de las obras presentes en ‘Incorpóreo’. / DA

Irene Morales cursó el Bachillerato en la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Gran Canaria de 2014 a 2016, cuando se trasladó a Tenerife para estudiar Bellas Artes en la Universidad de La Laguna, hasta su graduación en 2020, incluyendo el Erasmus que cursó en 2019-2020 en Italia, en la Accademia di Belle Arti di Bologna. La música es otra de sus pasiones -su padre es percusionista en la Filarmónica de Gran Canaria-, tanto que, a pesar de decidirse por Bellas Artes, nunca la ha dejado de lado. La del Puerto de la Cruz es su primera exposición individual en sala, aunque ya cuenta con experiencia en diversas colectivas, murales y muestras en solitario en cafés artísticos.

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