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Pascual Ortuño: “Ningún Gobierno en España se ha tomado nunca en serio buscar una solución para el Sáhara”

El exmagistrado Pascual Ortuño presenta en el Correíllo La Palma su primera novela, un relato que transcurre entre 1973 y 1975 en la que fuera provincia española en África
Pascual Ortuño presentó su primera novela en el Correíllo La Palma. / Marta Torres

Confiesa Pascual Ortuño (Yecla, Murcia, 1951) que cuando en 1973 lo enviaron a hacer el servicio militar al Sáhara se le vino el mundo encima. Como estudiante, el exmagistrado de la Audiencia Provincial de Barcelona mantenía un compromiso político frente a la dictadura y estaba en el grupo folk Vino Tinto, surgido en la Universidad de Murcia, que luego se hizo célebre con la canción Habla, pueblo, habla, la sintonía del referéndum para la reforma política de 1976 que impulsó Adolfo Suárez. Irse tan lejos a hacer la mili fue “un disgusto tremendo”.

Sin embargo, esa desazón no tardó en convertirse en una profunda identificación con esa tierra del norte africano y, sobre todo, con la gente que allí vivía. De manera que, tras la “gran pantomima” de la Marcha Verde de Marruecos sobre aquel territorio, y el consiguiente abandono a su suerte del pueblo saharaui por parte de España, Pascual Ortuño y otros muchos compañeros que convivían allí sintieron “una gran decepción”.

Buena parte de esta memoria personal figura en Aquellos días del Sáhara (1973-1975) (Ediciones del Azar, 2022), la primera novela del jurista murciano, que ayer presentó en la capital tinerfeña, en el Correíllo La Palma, acompañado del también exmagistrado Joaquín Astor Landete y de la abogada saharaui Loueila Mint El Mamy.

El origen de Aquellos días del Sáhara (1973-1975), explica Ortuño a DIARIO DE AVISOS, se halla en las cartas que él le enviaba a su primera esposa, en ese momento su novia. “Hace unos siete u ocho años me las entregó y, claro, leer lo que yo había escrito hace tanto tiempo, me trajo a la mente muchas cosas”, apunta.

“Entre los motivos que hallé para escribir esta novela, uno era responder, de algún modo, a quienes hoy critican tanto lo que se ha llamado el régimen del 78. También porque, a mi juicio, existe mucho desconocimiento sobre la causa saharaui y la implicación que España tiene en ella. Y, de forma más general, porque tenemos muchos libros sobre la Transición, pero no tantos acerca de la Pretransición”, expone Pascual Ortuño.

El protagonista del relato nada tiene que ver con él, puntualiza el exmagistrado, aunque es inevitable que su experiencia en el Sáhara impregne cada una de sus páginas: “Mi hermana mayor, que es lingüista, se ha encargado de la corrección de estilo de la novela. Cuando terminó de leerla me dijo que había llorado mucho, porque en ella me veía a mí. Mi respuesta fue que había procurado no estar en el relato o, al menos, estar solo como observador”.

La abogada saharaui Loueila Mint El Mamy participó en la presentación. / Marta Torres

La aparición de la novela coincide prácticamente con el cambio de postura de España con respecto al Sáhara, tras el reciente apoyo explícito del Gobierno de Pedro Sánchez al plan autonómico de Marruecos. “Todo esto es consecuencia del pecado original cometido con el abandono y entrega del Sáhara a Marruecos, esa fue la gran traición, como me dijo un representante del Frente Polisario en Barcelona”, apunta Pascual Ortuño. “A partir de entonces, todo ha sido una sucesión de despropósitos. Ningún Gobierno en España se ha tomado en serio poner en la escena internacional la búsqueda de una solución”, recalca Ortuño.

“Otro golpe reciente lo ha dado Alemania. Mientras que Angela Merkel estaba a favor de la resolución de la ONU [la 690 del Consejo de Seguridad, que reconoce el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui y establece un periodo de transición en el que a través de un referéndum los saharauis deben elegir entre independencia o integración en Marruecos], el nuevo canciller, Olaf Scholz, no ha tardado en apoyar las tesis de Marruecos”, apostilla.

Joaquín Astor Landete acompañó a Pascual Ortuño en el acto celebrado en el Correíllo La Palma. / Marta Torres

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