
La inesperada resistencia de las tropas fieles al Gobierno de Volodímir Zelenski y el impacto que la heroicidad de su esfuerzo frente a la abrumadora superioridad militar de los invasores rusos ha encontrado como respuesta las órdenes de su presidente, Vladímir Putin, para intensificar los ataques contra las principales ciudades de Ucrania, certificándose los primeros bombardeos sobre zonas residenciales al menos en el caso de Járkov, la segunda urbe más poblada del país con 1,4 millones de habitantes.
Las bombas también cayeron ayer con profusión entre otros enclaves como la propia capital Kiev, así como el disputado puerto de Mariúpol (que Rusia da por conquistado, cerrando así el acceso ucraniano al mar de Azov), además de otras plazas como Jersón (donde los combates han destacado por su fiereza desde el inicio de la contienda), Okhtyrka y otras. A su vez, el desplazamiento de un gigantesco convoy de tanques y tropas que se dirigía desde al norte hacia la capital ya se traducía anoche en una ofensiva por tierra y aire, cuyo objetivo resulta evidente: descabezar la resistencia con la aniquilación de Zelenski y su núcleo duro, que permanecen a pie de trinchera como prometieron desde la primera noche.
Pese a la terrible situación en Kiev, los combates más virulentos de ayer tuvieron lugar en Járkov, donde los misiles de las tropas rusas alcanzaron el centro cultural de la ciudad, en lo que sus autoridades calificaron como un ataque mortal y “cruel”. Un teatro de ópera, una sala de conciertos y oficinas gubernamentales fueron alcanzados en la Plaza de la Libertad, en el centro de esta ciudad del nordeste ucraniano, y al menos 10 personas murieron y 35 más resultaron heridas, siempre según las autoridades locales.
Por lo que respecta a la capital, Moscú no ocultó sus planes y anunció a primera hora de ayer que, como efectivamente ocurrió, se producirían nuevos bombardeos sobre la ciudad, por lo que se pidió a los ucranianos que abandonen sus hogares, según un comunicado del Ministerio de Defensa ruso. A los pocos minutos, la torre de televisión en Kiev fue alcanzada por los proyectiles del invasor, con un saldo de cinco muertos.
La determinación de Putin para alcanzar los objetivos que parecían al alcance de sus tropas apenas 24 horas después de comenzar una invasión que hoy cumple su primera semana también se demuestra con el citado convoy hacia Kiev, dado imágenes satelitales mostraron ayer que la columna militar tiene unos 64 kilómetros de largo y que, tras tomar posiciones a menos de 30 kilómetros de la capital, derivó en más combates en sus calles. Estos refuerzos incluyen vehículos blindados, tanques, artillería y vehículos logísticos.
Pero el repunte de la ofensiva rusa se deja notar por buena parte del país. Así, a 100 kilómetros de Járkov, en Okhtyrka, en la región de Sumy, más de 70 militares y civiles ucranianos murieron en los bombardeos con lanzaderas múltiples Grad, según el jefe de la administración militar regional, Dmytro Zhyvytskyi. La ciudad de Lebedyn, en la misma región, también está sitiada. Además, entre la costa del Mar de Azov y la del Mar Negro, las tropas rusas siguieron atacando Jersón (300.000 habitantes), a las puertas de Crimea.
Remontando el cauce del río Dníeper se encuentran Zaporiyia (que vivió ataques el lunes) y Dnipro, otro punto de importancia estratégica. Ambas localidades esperaban al cierre de esta edición nuevos bombardeos y un ataque inminente por tierra. Las autoridades ucranianas ya hablan de “crímenes de lesa humanidad”.
Al menos cinco muertos por un proyectil en la torre de TV
Las autoridades ucranianas denunciaron ayer que el Ejército ruso atacó con un proyectil la torre de telecomunicaciones de Kiev. Como resultado de este ataque, al menos cinco personas han fallecido y otras cinco están heridas, en lo que se considera el inicio del recrudecimiento de la ofensiva contra dicha ciudad. Los ucranianos mostraron imágenes y vídeos del lugar del suceso en los que se pueden apreciar varios cuerpos tendidos en el suelo, a la par que recordaron que ese mismo lugar ya fue escenario de la matanza de 33.000 judíos por los nazis en 1941.