Las autoridades de Ucrania han denunciado este jueves un ataque con proyectiles contra un colegio en la ciudad de Merefa, situada en la región de Járkov (este), situada cerca de la frontera con Rusia y una de las más afectadas por la ofensiva iniciada el 24 de febrero.
El Servicio Estatal de Emergencias ha indicado en un mensaje en su cuenta en Telegram que “como resultado del ataque, el edificio de dos plantas ha quedado parcialmente destruido” y ha agregado que se ha registrado un incendio en las instalaciones.
Así, ha resaltado que en la zona trabajan varios camiones de bomberos y miembros de los servicios de emergencia. “El incendio está siendo extinguido. Según los datos preliminares, no hay víctimas”, ha manifestado, sin que Rusia se haya pronunciado por ahora sobre lo sucedido.
Bombardeo de un teatro
La ONG Human Rights Watch (HRW) ha denunciado el ataque por parte de las fuerzas rusas al principal teatro de la ciudad de Mariúpol, que estaba sirviendo como refugio para cientos de personas y que aparecía marcado en las imágenes satelitales con la palabra rusa “niños”.
El asistente del alcalde de Mariúpol, Petro Andryushchenko, ha trasladado a HRW que, por el momento, se desconoce si hay civiles heridos o asesinados, aunque dentro del teatro podría haber más de 500 civiles, entre ellos menores.
“Hasta que sepamos más, no podemos descartar la posibilidad de un objetivo militar ucraniano en el área del teatro, pero sabemos que el teatro albergaba al menos a 500 civiles”, ha alertado la investigadora principal de crisis y conflictos de la ONG, Belkis Wille.
En este sentido, HRW ha señalado que hay “serias preocupaciones” sobre cuál era el objetivo previsto “en una ciudad donde los civiles ya han estado sitiados durante días y las telecomunicaciones, la electricidad, el agua y la calefacción han sido cortadas casi por completo”.
Pocas horas antes del ataque, la ONG ha podido entrevistar a varios residentes que han confirmado que el día anterior al bombardeo un convoy de cientos de automóviles pudo salir de la ciudad y llegar hasta Zaporiyia.
Dos personas entrevistadas por separado mencionaron a los civiles refugiados en el sótano del teatro de Mariúpol. Una de ellas, médica de profesión, dijo a HRW que había visitado el teatro en los días previos a su partida y que allí se hospedaban entre 500 y 800 civiles.
Por su parte, la otra persona, que había pasado las últimas dos semanas entregando alimentos, agua y medicamentos a los refugios de la ciudad, dijo que había proporcionado ayuda en el teatro varias veces y que en él había entre 500 y 700 civiles.
Pese a que HRW no pudo contactar con ninguna de las personas que se encontraban en el refugio, la organización ha podido verificar tres videos publicados el 16 de marzo en un canal de Telegram en el que se muestra el edificio con humo negro.
Otros dos, uno de ellos filmado desde el interior del parque donde se encuentra el teatro, muestran llamas provenientes del edificio, severamente dañado por el ataque, tal y como denuncia la organización en un informe.
“Dirigir un ataque contra un bien de carácter civil está estrictamente prohibido, al igual que los ataques indiscriminados y los ataques con efectos desproporcionados sobre los civiles, y pueden ser crímenes de guerra”, ha sentenciado la organización.
Además, HRW ha vuelto a reiterar que las partes implicadas “deben permitir el acceso humanitario a proveedores neutrales e independientes” para que la ayuda pueda llegar a “personas con discapacidad, personas mayores, embarazadas, niños y aquellos con afecciones médicas crónicas o graves”.