Sinceramente, intento ser optimista pese a todo lo que esta sucediendo en estos momentos en el mundo, pero tengo que ser realista y asumir que lo que estoy viendo en este comienzo de siglo XXI no es normal. Primero fue la Covid-19, todavía sin saber con claridad donde se generó este virus asesino, el cual cambió la vida de la humanidad en el planeta tierra. Tras dos duros años, y millones de muertes por los contagios del coronavirus, viene la invasión de Rusia en Ucrania, motivando colapsar toda la economía europea. Por si fuera poco, la huelga de transportistas en España provoca desabastecimientos en muchas grandes superficies alimentarias, lo que quiere decir que todo este puzle conflictivo provoca un sunami de extrema pobreza en el mundo. Pero tampoco debemos de olvidar las otras guerras existentes en el mundo, aunque los ojos de Occidente solamente quieren ver la de Ucrania. También, existe otro gran problema como son los cayucos o pateras llegadas de África a Canarias, donde miles de inmigrantes de los distintos puntos del continente africano han muerto en las fosas del Atlántico.
Por otro lado, no descubro nada nuevo si escribo o pienso que Europa esta más unida que nunca gracias a su alianza con la OTAN, pero ello no quiere decir que sea el escudo blindado de la seguridad en el mundo. El ejemplo más claro lo tenemos en Ucrania, donde Rusia sigue masacrando y desbastando todo lo que se encuentre en su camino. Lo cierto es, que vivimos momentos difíciles y complejos; donde cualquier cosa puede cambiar nuevamente la forma de vivir, especialmente si aparece gentuza o fanáticos de las ideologías como Putín y otros de la historia contemporánea del pasado. Así mismo, el incremento de los productos y materias primas que en estos momentos están en alza, alteran la inflación. Es decir, en el primer mes de la guerra en Ucrania ha tenido un notable impacto sobre los precios. La inflación ascendió en marzo un 9,8% respecto al año pasado, según el dato adelantado del Instituto Nacional de Estadística, frente al 7,6% de febrero. Es la cifra más alta desde mayo de 1985. Cierto es, que la crisis económica ya venía de otra etapa anterior, y, no precisamente por la guerra en Ucrania. Por lo tanto, guerras y virus, motivarán más pobreza en el mundo.
Por último, y aunque la realidad es la que en estos momentos estamos viviendo, pese a mi preocupación, no quiero arrojar la toalla, con el objetivo de seguir viviendo con la esperanza de ver un mundo mejor, más humano, solidario y concienciado que somos nosotros los que debemos de cuidar y respetar el planeta tierra.