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Alberto y Vanessa: “El dinero es lo de menos; solo queremos que el SCS reconozca su error”

“Si hubiéramos sabido que bastaba con acudir a un reumatólogo no habría pasado nada: debe contarse para que no se repita”, denuncian
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Alberto y Vanessa son los padres de Valeria, la recién nacida tristemente fallecida en 2011 en el Hospital Universitario de Canarias a cuenta de la mala praxis profesional del Servicio Canario de la Salud, según lo recogido en una sentencia hecha pública esta misma semana por el Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC).

Para esta pareja de residentes en el Puerto de la Cruz, la alegría por la llegada de Alejandro, su hijo nacido posteriormente a los hechos que nos ocupan, no es óbice para tener siempre presente consigo la memoria de Valeria, cuyo nicho visitan diariamente desde que hace 11 años no lograra sobrevivir a un parto que se complicó fatalmente por los errores en el diagnóstico de la salud de la madre, que padecía un lupus eritematoso que, sin embargo, no motivó la calificación del embarazo como de alto riesgo, siempre según ahora considera probado el citado tribunal.

“El dinero es lo de menos; solo queremos que el Servicio Canario de la Salud (SCS) reconozca su error”, explica a DIARIO DE AVISOS Alberto, quien reconoce que “confiábamos en la Justicia, pero tenemos que reconocer que el TSJC nos ha sorprendido agradablemente al recoger en su sentencia todo lo que hemos expuesto durante estos años”. De sus palabras da cuenta el hecho de que, en un momento determinado del proceso, la aseguradora del SCS, Zurich, llegó a ofrecer un acuerdo económico para zanjar el pleito, pero la negativa de la familia fue tajante. “Lo dice el propio tribunal: ‘Cualquier cantidad siempre será ínfima para reparar la pérdida de una hija’. Y esta frase de la sentencia la agradecemos mucho, porque es la verdad”.

Tanto Vanessa como Alberto lamentan que “nunca han querido reconocer que se habían equivocado, y eso nos afecta mucho, porque además los mismos profesionales implicados en la muerte de Valeria fueron los que nos atendieron en el embarazo de nuestro hijo Alejandro, y fue terrible la frialdad en el trato que percibimos durante las consultas”. Insisten en un aspecto concreto: “Si nos hubieran dicho que bastaba con ir a un reumatólogo no habría pasado nada. Ojalá no pase más en otro caso de lupus, la gente debe saberlo”.

Alberto va más allá: “Nos dijeron mentiras que nos creímos durante años, y que ahora al fin han quedado al descubierto, Insisto en que estamos muy satisfechos por el trabajo llevado a cabo en el Tribunal Superior de Justicia de Canarias, porque se reconoce que era verdad lo que hemos defendido en estos años”.

Hay otro dato que no dice nada bueno sobre cómo se plantean este tipo de reclamaciones judiciales desde la representación legal del Servicio Canario de la Salud (SCS) y de su aseguradora en este caso, Zurich, cuando menos desde una perspectiva ética, por cuanto durante el proceso se alegó, con la pretensión de reducir la cuantía de la indemnización, que con el posterior nacimiento de Alejandro se mitigaban los daños morales causados por el fallecimiento de la infortunada Valeria. Semejante planteamiento no fue aceptado.

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