viernes a la sombra

Atípica bendición

Qué ganas de meterse en jardines estériles o infecundos, qué reprobable afán de comprometer y desprestigiar a la institución que se representa por una gloria (?) efímera, al cabo de la cual habrá inevitables consecuencias lesivas y negativas, sobre todo para una hoja de servicios. Qué manera tan tosca y chabacana de ignorar el principio de subordinación al poder civil.

Es lo que ha ocurrido con el capitán jefe de la unidad que intervino en un acto religioso en Cuelgamuros (Valle de los Caídos). Se trata de una unidad militar del Batallón Ligero Protegido Uad-Ras II, miembros del Regimiento de Infantería Asturias 31 (RI 31), una unidad encuadrada en la Brigada de Infantería Guadarrama XII, ubicados en la base militar de El Goloso, en Colmenar Viejo (Madrid). Reaccionó con prontitud el Ministerio de Defensa, antes incluso de que llegaran las primeras preguntas al Congreso de los Diputados para tratar de esclarecer los hechos, de manera que tras iniciarse una investigación con el fin de depurar responsabilidades, le fue abierto un expediente al capitán, que ha cesado en sus funciones.

En fotos e imágenes –luego la premeditación es evidente- se ve a miembros de la unidad bendiciendo el banderín de la compañía. Fuentes del Ejército de Tierra, según se ha publicado, han explicado que se trataba de “una actividad no autorizada que fue realizada durante una marcha programada”, por lo que se procedió a abrir la correspondiente investigación. En este sentido, y a la espera de que la ministra de Defensa ofrezca las explicaciones pertinentes, se ha sabido que los militares accedieron a la explanada de la basílica tras haber penetrado previamente en el terreno de Cuelgamuros por algún punto de los pinares que rodean el lugar. Por ello, algunas publicaciones referidas al hecho, excluyen que el destacamento castrense entrase por la entrada principal que da acceso al Valle, ya que la actividad se realizó sin conocimiento de Patrimonio Nacional ni de la comunidad benedictina.

En tanto, aparecen los informes y las conclusiones de las investigaciones, el episodio no puede pasar inadvertido ni despachado sin más. El Ejército es una institución muy seria donde no caben estos comportamientos por muy inusuales que resulten. La jerarquía y la escala de mando –aunque parezcan inocentes y nobles los móviles de una bendición religiosa– deben ser tenidas en cuenta. Cada cosa, en su momento y en su lugar. Las circunstancias, incluidas las que concurren en torno al lugar de los hechos, exigen algo más que unas simples disculpas. El Ejército no está para pequeñeces aunque con ellas empiecen otras iniciativas.

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