Fernando Menis acaba de recibir el galardón de honor del Premio Internacional de Arte y Arquitectura Religiosa Faith & Form por la iglesia del Santísimo Redentor de Las Chumberas, en La Laguna. Anunciado oficialmente a principios de este año, el arquitecto tinerfeño recibió el premio el pasado jueves, en el marco de la Convención Nacional de los Arquitectos de Estados Unidos, organizada por el AIA (Instituto de Arquitectura Americano) del 21 al 24 de junio, que contó con la presencia del expresidente Barack Obama.
En su discurso, Fernando Menis agradeció al jurado el haber puesto el foco en una pequeña obra en una isla lejana; y también mostró su agradecimiento al Obispado de Tenerife, los feligreses y los patrocinadores, cuyo apoyo y compromiso han hecho posible la Iglesia de Las Chumberas, es decir, “crear un lugar donde no lo había, un lugar para los vecinos”.
EL JURADO
“Es una obra asombrosa. Parece como si los bloques de piedra hubieran sido cincelados y ahuecados para crear espacios espirituales con la luz y las texturas. Crean cercanía y calidez. Las superficies interiores mejoran la acústica. Los componentes estructurales son expresivos. Se presta especial atención a la acústica y a la iluminación natural”, valoró el jurado al argumentar su premio de honor.
Con esta distinción, el AIA y Partners for Sacred Places, organizadores del Premio Faith & Form, reconocen la contribución a la sociedad y a la cultura de la obra del arquitecto canario en las afueras de La Laguna. La construcción de la iglesia del Santísimo Redentor en Las Chumberas, como muchas obras sociales emprendidas por la Iglesia católica a lo largo de la historia, ha llevado mucho tiempo, 15 años, y se ha solapado con el proceso de transformación del barrio, un polígono de 670 viviendas de los años 70, organizadas en 42 bloques, a las que se sumaron centros comerciales y naves industriales.
El edificio se inspira en la geología de la Isla y pretende recordar la naturaleza volcánica de Tenerife, con sus rocas masivas, entre cuyas fracturas se deslizan la luz y el aire. El gran desnivel de la parcela se salva mediante una rampa perimetral que da acceso a la plaza y al segundo piso del templo, haciéndolo universalmente accesible, a la vez que conecta la parte alta y la baja de la zona. El edificio aparece austero, despojado de elementos superfluos, dejando todo el protagonismo a los juegos de la luz del sol, que revela la riqueza de texturas del hormigón visto.