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Jonay Ríos: “Un abogado de oficio debe proteger al débil en igualdad de condiciones que al más pudiente”

Jonay Ríos Torres es diputado primero del Colegio de Abogados y encargado del Turno de Oficio
Jonay Ríos Torres, diputado primero del Colegio de Abogados y encargado del Turno de Oficio
Jonay Ríos Torres, diputado primero del Colegio de Abogados y encargado del Turno de Oficio. Fran Pallero

Es una opinión personal, pero de todos los diputados (directivos) del Colegio de Abogados de Santa Cruz de Tenerife (que tiene jurisdicción en las islas occidentales, menos en La Palma, que dispone de un colegio propio), Jonay Ríos Torres (Gran Canaria, 1977) es quien tiene mayor responsabilidad. Preside la Comisión del Turno de Oficio y ya se sabe que el Turno de Oficio ha sido el caballo de batalla de la justicia durante años. Jonay es miembro de la oficina jurídica Laguna Legal, estudió derecho en la Universidad de Granada y toda su familia –menos él— se dedica a la enseñanza. “Yo nací en las Palmas, pero soy parte del mobiliario urbano de La laguna”, me dice. Ahora inicia también una nueva etapa en lo personal, que le motiva, según reconoce: “Me he hecho agente de deportistas y espero obtener el reconocimiento FIFA; lo he convertido en un asunto de familia, al margen de mis actividades en el Colegio y en la abogacía privada”. Se ve a la legua que Jonay Ríos es una persona noble, que se preocupa por el Derecho y por la justicia –yo la escribo siempre con minúscula, hasta que no se demuestre lo contrario–. Y empiezo a preguntarle, pero antes me dice: “Todos tenemos una responsabilidad en ese inmenso engranaje que se llama justicia y todos debemos cumplir con nuestro trabajo, de acuerdo precisamente con esas responsabilidades”. Prueba el tartar de Los Limoneros que –dicen— es el mejor que se hace en Canarias. Y lo pide picante. Tiene un buen saque. No he dicho que es, o ha sido, que no me quedó claro, profesor de la Escuela de Práctica Jurídica, creada por el Colegio de Abogados del que forma parte.

-Te voy a confesar una cosa.
“Dime, te escucho”.

-Tú ves una película americana y notas la distancia entre la Fiscalía y el juez que se sienta en el estrado. Aquí en España vas a un juicio y ambos entran en el salón de vistas por la misma puerta. Y la oficina del fiscal está generalmente en el palacio de justicia. ¿Indefensión? ¿Imparcialidad? Dime tú.
“Es que no puedes comparar el sistema judicial americano con el nuestro. Pero yo te diría que el juez cumple aquí, en nuestro país, con su trabajo y el fiscal con el suyo. Y mantienen, cuando procede, diferencias muy notorias. Hay hasta piques y no creo que exista esa contaminación que insinúas. No te dejes llevar por las apariencias de los otros modelos. En España, por regla general, ambos son muy profesionales”.

-¿Piden amparo al Colegio muchos compañeros tuyos?
“Bastantes. Y en un 99% concedemos ese amparo”.

-¿Se respeta a los abogados por parte de la administración de justicia?
“No siempre. Nosotros somos abogados y hemos de hacer valer nuestros derechos siempre, porque nuestros derechos son también los derechos de nuestros clientes. Y en muchas ocasiones no nos sentimos valorados por el sistema judicial, es cierto”.

-Los jueces, cuando son investigados –muy pocas veces, la verdad ocurre esto–, acuden a un abogado para que los defienda.
“Sí, claro. Pero somos tan especiales los humanos que nunca queremos tener al lado a un abogado, o a un médico, o a un asesor fiscal, hasta que no lo necesitamos de verdad. Y en muchas ocasiones se pierde el respeto a las profesiones que pueden ayudarte y quieres mantenerlas lo más lejos posible”.

-¿Cuántos letrados de oficio están inscritos en el Colegio?
“Alrededor de mil”.

-¿Y cuánto cobra un abogado de oficio? ¿Y cobra regularmente? Porque ha habido muchos problemas con eso.
“Efectivamente, los problemas han existido. Afortunadamente, ahora cobran cada tres meses y pueden acogerse a un confirming para que los bancos les adelanten sus honorarios. Y, de media, un abogado de oficio en Canarias cobra unos 1.000 euros mensuales, quizá un poquitín menos, y desde luego menos que en Cataluña, que en el País Vasco y que en otras comunidades”.

-¿Y esas diferencias no significan un agravio comparativo para nuestros colegiados?
“Sí que lo son. Estamos en pleno proceso de unificación de esos emolumentos”.

-¿Cuáles son los requisitos para entrar en el Turno de Oficio?
“Bueno, fundamentalmente que seas abogado ejerciente y residente en el territorio colegial, con tres años o más de ejercicio, o acreditar formación y experiencia, y figurar en el censo de un Colegio de Abogados que te dé acceso al ejercicio de la abogacía”.

-Antes, si actuabas en tribunales de otras provincias tenías que colegiarte en cada uno de ellos. Y era un coñazo.
“Ya no. Esa norma cayó en desuso. Ahora basta una sola colegiación para actuar como letrado en cualquier punto de España”.

-¿Qué le falta a la justicia española?
“De todo”.

-No me asustes.
“Llevo veinte años en esto y vivo a diario las carencias. Faltan jueces, faltan fiscales, faltan funcionarios, faltan medios. Y falta, más que formación, que sí la hay, estar al día en las nuevas tecnologías para lograr una justicia más rápida, más eficaz y, por tanto, más justa. No excluyo a los abogados, que conste”.

-Para ejercer hace falta ahora un master. ¿Son útiles estos masters?
“Hay que perfeccionarlos y adaptarlos a la realidad que se vive en el mundo de la justicia”.

-¿Son competentes los abogados de oficio? ¿O pasan y van a lo mínimo?
“No, no pasan. Detrás de cualquier profesión está siempre el factor humano. Pero no me refiero sólo a los abogados de oficio, sino a cualquier actividad. En la justicia, la maquinaria suele funcionar a pesar de sus carencias, tan evidentes; y los letrados del Turno de Oficio hacen muy bien su trabajo, por regla general”.

-¿Y qué es lo más terrible para un defendido?
“Que albergue un sentimiento de desprotección, que sienta que sus derechos no están suficientemente protegidos”.

-No te voy a preguntar por temas de violencia de género, que tú llevas en el Turno como profesional, porque estoy seguro de que nos meteríamos en un jardín.
“No, ni yo te iba a contestar tampoco con mucha amplitud. Todo tiene solución, todo tendrá un cauce adecuado si se legisla con cabeza”.

-Tú, Jonay, que ejerces también en el Turno de Oficio, debes tener una meta profesional, o un lema quizá.
“Llámalo como quieras. El mío es proteger al más débil. Que el que requiere tus servicios se sienta, y realmente lo esté, en igualdad de condiciones que el más pudiente”.

-¿Se sienten bien pagados los abogados de oficio?
“No, por supuesto. Estamos, por intervención, en el 25% de lo que cobraría un abogado privado; del valor de los honorarios de mercado diríamos”.

-Es poquísimo.
“Pero se trata de la pura verdad”.

-Y cumplen el mismo trabajo.
“Mira, el abogado de oficio es tan bueno, tan malo o tan regular como otros que no lo son. La mayoría de nosotros somos vocacionales y, por tanto, somos buenos. Es de los servicios públicos mejor valorados por la ciudadanía y el sistema sale muy barato al Estado, al que permite cumplir, además, con un derecho fundamental de los ciudadanos”.

Jonay Ríos Torres, diputado primero del Colegio de Abogados y encargado del Turno de Oficio
Jonay Ríos Torres, diputado primero del Colegio de Abogados y encargado del Turno de Oficio. Fran Pallero

-Me dijiste que ha mejorado la rapidez en librar las retribuciones para los profesionales de oficio.
“Y mucho más desde que tomó posesión la actual junta directiva del Colegio. No estoy presumiendo sino que lo que te digo es una verdad absoluta”.

(Jonay pide permiso para fumar. Lo dejó, pero pudo más el tirón del cigarro. Tiene un aspecto progre, va con coleta, aunque elegante, y un compañero letrado que nos acompaña habla maravillas de él. Parece que es muy popular entre los abogados inscritos en el Colegio. Reitera su condición de lagunero y me parece que me dijo que era madridista, así que todavía me cae mejor. Pero no me atrevo a quitarle el “me parece” porque no tomé nota de esto. Tiene ilusión por su nuevo cometido como agente de deportistas, una nueva actividad que va a simultanear con las demás, a través de su empresa, y la de un hermano suyo, Ríos Management).

-¿Les ha aumentado el trabajo a los del Turno con las pateras?
“No lo sabes tú bien”.

-¿Hasta qué punto?
“Mucho, hay un colegiado por cada seis o siete migrantes. Pero no encontramos la comprensión de la Administración en las retribuciones, porque se pretende que con la misma retribución se lleve todo el procedimiento posterior a la llegada, ya sea penal o administrativo, y este sistema no es justo. Significa un agravio comparativo para los ciudadanos, por una parte, y se abusa del esfuerzo de los profesionales por otra”.

-Me han dicho que en el Colegio se reciben muchas quejas sobre la impuntualidad de jueces y fiscales en las vistas y en las citas para interrogatorios.
“Bueno, hay de todo; no sé si podríamos hablar de “muchas”. Pero sí, se reciben quejas sobre este tema”.

-Parece incomprensible en un país serio.
“Bueno, claro, todos tenemos que ser puntuales, los abogados los primeros. Porque todos tenemos la responsabilidad de que la maquinaria de la justicia, que es tan delicada y que repercute tanto en los ciudadanos que se ven inmersos en procedimientos judiciales de todo tipo, funcione correctamente. Y la puntualidad es propia de un país serio como debe ser el nuestro”.

-¿Qué significa para ti el ejercicio de la abogacía?
“Pues en un mundo de docentes, como era el mío, fue la que elegí. Y si la elegí es porque me gusta y porque me motiva”.

-¿Te atreverías en el futuro con la presidencia del Colegio?
“Ni de broma me preguntes eso. Hay otras personas que lo hacen mejor que yo. Yo colaboro modestamente con el presidente actual y con toda la directiva colegial. Con eso me basta”.

(Hemos terminado la entrevista. En el patio de entrada de Los Limoneros hace un calor como el de agosto. Jonay sigue hablando mucho de su trabajo, de su familia. Está casado, tiene el matrimonio un niño. Hablamos –bueno, hablé– de los asuntos de la profesión, que nunca van a tener solución, lo mismo que nunca va a tener solución el eterno problema de la justicia en España, tan garantista, tan desnortada a veces; y que conste que son opiniones personales mías, no le echen la culpa a mi interlocutor, que no dijo ni pío sobre ello. Y hablando y hablando nos dieron las tantas y yo llegué tarde a una cita que tenía en el Puerto de la Cruz. O sea, que fui tan impuntual con mi citado como algunos jueces y fiscales con los/las suyos).

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