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De Donald a Ronald

Trump está en problemas y EE.UU. podría volverse aún más radical

Si el anterior presidente de Estados Unidos ha estado coqueteando con la idea de volver a ocupar la Casa Blanca, las cosas se le están complicando a una velocidad vertiginosa. Por una parte, a la decisión de la Corte Suprema de anular Roe v. Wade que anula el derecho constitucional al aborto, hay que sumarle las sorprendentes revelaciones del comité selecto de investigación del asalto al Capitolio el 6 de enero, y para rematar la cuestión, un interés sobrevenido al GOP en un candidato que es tan recalcitrante como Trump, pero más conservador, más intolerante, más joven y aunque menos carismático, pero infinitamente más disciplinado y riguroso: Ron de Santis, gobernador de Florida. El partido republicano  podría sustituir a Donald por Ronald.

El dilema del aborto para Trump

Tanto la noticia del aborto, como su cada vez más inextricable vinculación a la insurrección del 6 de enero, llevan el debate nacional a arenas en las que las tácticas que Trump de negación, distracción y contraataque dejan de ser efectivas. Esta vez la situación es diferente porque ambos temas son cualitativamente diferentes, y a Trump no se le escapa que está viéndose atrapado entre dos aguas. Por una parte, el ex presidente se ha quejado públicamente de que los republicanos de la Cámara de Representantes se equivocaron al boicotear el comité, al no tener representación para defenderlo, y también ha hecho saber que teme que la decisión del Supremo tenga un efecto político negativo para los republicanos. No es el primer rodeo para Trump, y en otros toros ha montado sin caerse, pero las revelaciones del 6 de enero, y Roe v. Wade , son diferentes a muchos alborotos y obsesiones anteriores. Ambos representan bifurcaciones claras en el camino en asuntos de política nacional fundamental, que exigen que el electorado se decante por uno u otro lado, y le va a costar mucho al magnate en este caso mantenerse en el liderazgo, con otro jinete en el equipo.

Un testimonio devastador

El comité selecto de la Cámara que investiga la insurrección del Capitolio del 6 de enero se volvió a reunir esta semana para una audiencia programada apresuradamente, con el testimonio arrebatador de la asistente de Trump en la Casa Blanca, Cassidy Hutchinson.

Hutchinson ha cooperado ampliamente con la investigación, habiendo comparecido anteriormente cuatro veces a puerta cerrada. En su declaración, Hutchinson reveló que Donald Trump y su círculo íntimo fueron advertidos sobre el potencial de violencia y cómo el expresidente quería desesperadamente unirse a la turba del Capitolio de los EE.UU. con la intención de robar un segundo mandato, aun cuando muchos de sus principales asesores le dijeron que sus planes eran ilegales.

Entre las devastadoras revelaciones de la exasesora, se puede concluir que Trump y su jefe de personal fueron advertidos sobre la violencia, incluidos asistentes armados a la manifestación, y que el mismo Trump se negó a que desarmaran a los manifestantes porque “no estaban allí para hacerle daño a él”. Literalmente, Hutchinson dijo que las palabras de Trump fueron “No me importa una mierda que tengan armas”, mientras animaba a la multitud a marchar hacia el Capitolio mientras los legisladores afirmaban la victoria de Biden.

Del mismo modo, Trump tenía la intención de ir al Capitolio y presionó para hacerlo hasta el último minuto. El comité selecto lo demostró efectivamente al presentar una combinación de testimonios de testigos condenatorios y registros de la Casa Blanca que muestran que Trump tenía la intención de unirse a sus partidarios en el Capitolio y estaba presionando. para hacerlo minutos antes de que la violencia comenzara a escalar.

Anteriormente se sabía que Trump quería ir al Capitolio, pero el testimonio de Hutchinson estableció por primera vez que las personas cercanas a  Trump tenían conocimiento previo de este plan. Según el testimonio, Hutchinson escuchó un relato de segunda mano de cómo Trump estaba tan furioso con su Servicio Secreto por impedirle ir al Capitolio el 6 de enero que se abalanzó hacia el asiento del conductor de la limusina y trató de girar el volante. Ante la negativa del servicio secreto, Trump habría gritado: “Soy el maldito presidente. Llévame al Capitolio ahora”. Luego, según la declaración, Trump estiró la mano hacia la parte delantera del vehículo para tomar el volante, llegando a agarrar por el cuello al agente. Por su parte, el Servicio Secreto, a través de la Oficina de Asuntos Legislativos del Departamento de Seguridad Nacional, notificó al comité que pondrá a los agentes involucrados disponibles para testificar bajo juramento y que están preparados para declarar bajo juramento que el incidente en sí no ocurrió. Hutchinson, volvió a ratificarse en su declaración.

El presidente delas rabietas

Cuando el comité le preguntó a Hutchinson sobre el estado de ánimo de Trump después de perder las elecciones, la exasesora relató una rabieta de Trump después de que el entonces fiscal general William Barr desmintiera en 2020 que había evidencia de fraude generalizado en las elecciones. “El presidente estaba extremadamente furioso con la entrevista del fiscal general y lanzó su almuerzo contra la pared”, dijo Hutchinson. “Tomé una toalla y comencé a limpiar la salsa de tomate de la pared”.

Hutchinson dijo que el comportamiento de Trump el 6 de enero fue antipatriótico y antiestadounidense. “Como miembro del personal… recuerdo sentirme frustrada, decepcionada.Fue realmente triste”, dijo Hutchinson, “Como estadounidense, estaba asqueada.[…] el edificio del Capitolio estaba siendo desfigurado por una mentira. Y fue algo realmente difícil de digerir en ese momento…”

Al margen de ser su opinión personal, esta condena del comportamiento de Trump arroja algo de luz sobre las motivaciones de Trump para presentar tanta información dañina sobre el 6 de enero, y ha erosionado hasta cierto punto, la imagen de Trump entre sus seguidores menos radicalizados.

El magnate de la extorsión

Aunque el panel elogió la valentía de Hutchinson, las garras del expresidente aún podría tener atenazados a algunos testigos, y la Senadora republicana Liz Cheney, sugirió que el panel tiene evidencia de manipulación de testigos.

Cheney dijo que el comité toma estas acusaciones “en serio” y considerará los “próximos pasos”, lo que podría insinuar una referencia penal, por posible manipulación u obstrucción de testigos. Trump ha negado todas las irregularidades con respecto al 6 de enero y las investigaciones relacionadas.

Según publicó CNN, la nueva evidencia del comité es consistente con un patrón de comportamiento de Trump, quien es conocido por utilizar repetidamente canales privados y públicos para presionar a quienes puedan podrían testificar en su contra, como lo hizo en el caso de su exabogado Michael Cohen, su presidente de campaña de 2016, Paul Manafort , durante la investigación de Rusia, o  con un embajador durante las audiencias de juicio político de 2019. 

Trump también tomó represalias contra personas que brindaron testimonios públicos en su contra, incluido un alto funcionario de seguridad nacional de la Casa Blanca y su embajador en la Unión Europea, quienes describieron su campaña de presión contra Ucrania durante las audiencias de juicio político de la Cámara en 2019.

La amenaza DeRon deSantis

El gobernador de Florida, Ron DeSantis, está cobrando impulso en el oeste, una región que alberga una serie de próximas primarias republicanas que pondrán a prueba el control de Donald Trump sobre los republicanos en esa parte de la geografía estadounidense.

Recientemente, DeSantis superó a Trump en la encuesta de opinión de la Cumbre Conservadora Occidental anual, con el 71 por ciento de los participantes apoyando que el gobernador de Florida se presente a las elecciones en 2024 en comparación con el 67 por ciento a favor de Trump. El siguiente más cercano fue el 28 por ciento para el senador Ted Cruz de Texas.

Es el segundo año consecutivo que DeSantis supera al expresidente en la cumbre, y según algunos republicanos, les gusta más el gobernador de Florida, porque “Lucha más por la política y menos por su cuenta de Twitter”.

La creciente popularidad de DeSantis en la región coincide con su ascenso a nivel nacional con los conservadores inicialmente atraídos por haber mantenido abierta la economía de Florida en gran medida durante el apogeo de la pandemia de COVID-19.

Pero superar a Trump dos años seguidos en un evento denominado “la reunión más grande de conservadores en el oeste de Estados Unidos” destaca su creciente reputación entre los republicanos en esa parte del país, que admiran sus peleas con las grandes corporaciones, su oposición a las restricciones de COVID-19 y su postura ultraconservadora con respecto a educación, la teoría crítica de la raza y las instrucciones en el aula con respecto al género y la orientación sexual.

Recibió semanas de atención nacional por presionar a la Legislatura liderada por el Partido Republicano de Florida para eliminar el estado de autogobierno de Disney después de que se opusieran a la legislación que prohíbe las enseñanzas sobre identidad sexual en las aulas hasta el tercer grado.

DeSantis ha estado ampliando cada vez más su presencia nacional antes de su probable victoria en la reelección de 2022 y su posible candidatura presidencial de 2024. Hizo paradas para recaudar fondos en varios estados de todo el país, incluso con donantes de Trump en Carolina del Sur el mes pasado.

Trump, de 76 años, continúa siendo el líder de los conservadores, y ejerciendo influencia sobre muchos aspectos del Partido Republicano, pero a medida que su tiempo en la Casa Blanca va quedando en el olvido y su reputación se ve cada vez más empañada en las audiencias del 6 de enero, la posición de De Santis, de 43 años, se afianza a pasos agigantados.

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