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España ya se adapta a los rigores de la guerra pese al partidismo conservador

A pesar de que todo apunta a que los recortes energéticos serán mucho peores en apenas unos meses, formaciones como Coalición Canaria critican rebajas del 50% en guaguas y tranvía
Un soldado ucraniano inspecciona los escombros de una edificación tras ser bombardeada | DANIEL CENG SHOU-YI (ZUMA PRESS)

Por muy lejos que pueda parecer en el acontecer cotidiano español, lo cierto es que nuestro país, como miembro de la Unión Europea, está en guerra a cuenta de la invasión decretada por el sátrapa ruso Vladímir Putin contra Ucrania, y eso conlleva, guste o no, unos sacrificios que tendrá que afrontar la población. Es como si no te gusta cumplir años, porque la alternativa siempre será mucho peor, y en este caso pasa por conceder vía libre a que el nuevo dictador de los Urales repita la maniobra en países como Polonia que hoy en día son miembros de la OTAN, con lo que ello supone de intervención militar directa y de una dialéctica de palabras mayores.

No deja de sorprender que, mientras la derecha europea cierra filas ante el enemigo común, en España se asista a espectáculos como el de ayer en el Congreso, donde formaciones conservadoras como el Partido Popular se suman al populismo de la ultraderecha que representa Vox a la hora de oponerse a una reforma normativa que, lejos de ser una imposición del actual Gobierno de España, viene delegada de la propia Unión Europea, y que además apenas supone unos cambios más que moderados a cuenta de rebajar (o subir) el aire acondicionado y suprimir la luminosidad en los escaparates, una pequeña gota en el océano de, como ya ha advertido el presidente de la República francesa, Enmanuel Macron (nada sospechoso, por otra parte, de izquierdista ni cosa similar) lo que denomina “el fin de la abundancia”, en clara referencia a lo que nos espera en apenas unos meses. Porque, no les quepa duda, si Alemania o el país galo se constipan, como ya se anuncia, el resto de la UE sucumbirá ante el inevitable gripazo de su economía.

A todo ello, que Coalición Canaria, a través de Ana Oramas, su portavoz madrileña (por encima de Fernando Clavijo, que también tiene cargo en las Cortes a través del Senado) se sume al bloque conservador apelando a las medidas de bonificación al transporte son, cuanto menos, unos argumentos discutibles.

Por una parte, Oramas recuerda que ni hay gas ni trenes en Canarias, lo cual es tan cierto como que, si no los hay, es porque Coalición Canaria no ha logrado establecerlos pese a su más que conocido interés al respecto. Pero, en cuanto a su comparación de los trenes de cercanías respecto a nuestras guaguas o el tranvía, oculta que la incidencia de los mismos no es comparable en los distintos territorios, porque el impacto de esos medios respecto a las emisiones de CO2 es escasa al ser eléctrico, mientras que para el resto del transporte urbano e interurbano, competencia de las administraciones locales, el Ejecutivo central ha establecido un apoyo de un 30% que, en Canarias se elevará al 50%. No es que le falten razones, es que lo sobra partidismo.

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