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¿Llegará el efecto champagne al turismo de invierno?

Para el CEO de Maarlab, esta fiesta de verano no se reduce a España. “El panorama en Europa es muy parecido”, afirma desde su despacho en Santa Cruz de Tenerife
¿Llegará el efecto champagne al turismo de invierno?

Mientras los datos de ocupación turística indican que estamos viviendo un verano de buenas cifras en España, las previsiones para el invierno la sitúan en un contexto marcado por la incertidumbre. De este llamado “efecto champagne” hablamos con Raúl Domínguez, CEO y fundador de Maarlab, que define este efecto como “un subidón del consumo que, al diluirse, puede provocar una crisis en la demanda.” No asegura que vaya a ocurrir en Canarias pero reflexiona sobre la posibilidad de que un fenómeno de esta naturaleza se asiente en los próximos meses.   

Raúl Domínguez inicia nuestra conversación con uno de los principios más reconocibles de Sartre 1905-1980): Las mujeres y hombres están condenados a ser libres, y lo traslada a la situación actual del turismo: “Tras dos años perdidos por la pandemia, la gente tiene tantas ganas de viajar que ni la subida de precios provocada por la inflación ha impedido que disfrute de unas merecidas vacaciones.” Es cierto que ha sido casi un 90% la cantidad de españoles que este verano ha realizado ese viaje que el coronavirus impidió en su momento, y lo más sorprendente, afirma Domínguez, “es que lo ha hecho a pesar del significativo aumento de precios”. Los datos de Rastreator han sido concluyentes: Irse de vacaciones este verano está siendo un 56% más caro que en 2020, “pero la gente tiene ahorros que no ha dudado en invertir en sus viajes pendientes”, resuelve con los datos en la mano.    

Para el CEO de Maarlab, esta fiesta de verano no se reduce a España. “El panorama en Europa es muy parecido”, afirma desde su despacho en Santa Cruz de Tenerife. “Los anhelos de normalidad están provocando que una buena parte de los habitantes de países emisores de turistas quiera viajar este verano. Y, por suerte para nuestra economía, uno de sus destinos favoritos para pasar las vacaciones es España.” Afirma asimismo que el turismo ha recuperado su vitalidad en parte gracias a este flujo de visitantes extranjeros que no ha dejado de llenar las hamacas de nuestros hoteles desde abril. “La botella de champagne se ha descorchado y, a día de hoy, la fiesta del turismo va viento en popa”.

Pero al mismo tiempo se pregunta: “¿Qué pasará después de esta fiesta de verano? ¿Se cumplirá el efecto champagne y vendrá una crisis de demanda?”   Domínguez reconoce que las respuestas a estas preguntas son complejas y dependen de factores impredecibles, “pero lo que está claro es que la inflación jugará un papel determinante en lo que al turismo invernal se refiere. Si antes preocupaba el Coronavirus, ahora son los precios los que suscitan nuestra inquietud”.   

Partiendo de esta base, la lógica sugiere que, si la inflación sigue subiendo, será inevitable que el número de viajeros y viajeras que se mueva por España durante el invierno sea menor que lo deseado. “Por otro lado, hay que tener en cuenta que en invierno Canarias apenas tiene destinos competidores, lo que puede amortiguar ese efecto, y habrá muchas personas que opten por darse un respiro ante la crisis energética huyendo del frío. Por suerte, al igual que hay medios para aliviar la resaca, también hay maneras de amortiguar los efectos de este tipo de situaciones. La clave está en saber adaptarse a las nuevas dinámicas de consumo, estar en constante escucha activa de la realidad del turista en origen y por último tener la capacidad de adaptar nuestra oferta a la realidad de cada mercado en ese preciso momento”.   

Según hemos leído en la última encuesta de Travelzoo, las ofertas de viaje con la mejor relación calidad-precio representan el 92% de lo que un cliente busca para reservar sus vacaciones; y un 42% de personas jamás compraría una oferta no reembolsable. Para Domínguez, “estos datos no permiten saber si el turismo se encuentra bajo el influjo del efecto champagne, pero sí ofrecen buena información para anticiparse a él.” Su experiencia en marketing en el sector le lleva a pensar que “ante este tipo de fenómenos lo importante no es poder predecirlos, sino que la industria turística tenga la capacidad de ir un paso por delante.” Y afirma con seguridad que, con resaca o sin resaca, el sector tiene que aprovechar el impulso del verano para seguir evolucionando hacia un modelo más competitivo, digital y sostenible.

“Ese tiene que ser el verdadero objetivo.”     La importancia de las alianzas  En destinos tan dependientes de terceros como Canarias, las consecuencias de un hipotético “efecto champagne” podrían ser devastadoras para el tejido industrial local. Por eso, para Domínguez es de vital importancia que los gobiernos autonómicos promuevan alianzas público-privadas que impulsen nuestra competitividad digital para dotarnos, como destino, de la autonomía necesaria para reaccionar, ante cualquier tipo de coyuntura, de manera conjunta y con toda nuestra capacidad de acción.   

Asegura que la unión hace la fuerza, “y el sector turístico canario debe unirse para hacer frente a las incertidumbres comunes con la tranquilidad de que se están desarrollando los proyectos que la industria necesita para construir un modelo de futuro más autónomo y digital que, desde la competitividad, impulse la sostenibilidad económica, social y medioambiental de nuestras Islas.”   “De cualquier forma, sea cual sea el invierno que tengamos este año, llegará la primavera”, anuncia Domínguez con optimismo, “y Canarias, en un contexto de fondos europeos, necesita encontrar y viabilizar proyectos que sean realmente tractores y transformadores del sector, porque sólo así la industria turística tendrá la oportunidad de mirar al futuro de frente y sin miedo apostando por un modelo más innovador y competitivo.” Y concluye: “Sólo así todo esfuerzo merecerá la pena.”

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