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Miles de tinerfeños sufren un grave atasco de los viernes a la hora del almuerzo

La TF-5 se colapsó ayer como en sus peores días con trayectos de hasta dos horas desde Santa Cruz a Los Rodeos y mucho más hasta el Norte, por mor de accidentes nimios y unas lluvias débiles

Basta con revisar la hemeroteca para comprobar que los atascos en la TF-5, la falsamente considerada oficialmente como autopista que conduce hacia el norte de Tenerife desde la capital de la Isla, es, desde el siglo pasado, un clásico en esta vía, clave para la comunicación terrestre de la Isla más grande de Canarias. Esta no da para más por culpa de su pésimo e interesado diseño, al que las autoridades solo han empezado a poner remedio en los últimos años, sin que lamentablemente estos aún tengan los efectos deseados.

Bastó ayer con un vuelco lateral de un furgón a la altura de La Matanza, que se sumó al reverente temor que en la Isla conlleva la lluvia por poco que sea, para que los colapsos crónicos de la TF-5 en cualquier viernes a la hora de comer se agravasen considerablemente para fastidio de tantos usuarios de la misma que no tienen alternativa para regresar a casa al final de una semana laboral, que, como todo el mundo sabe, en no pocos sectores termina sin incluir una sesión vespertina de trabajo.

Pese a que, felizmente, dicho suceso no tuvo mayor trascendencia que unas heridas leves para una mujer afectada por el mismo y que las precipitaciones resultaron insignificantes por mucho que mojasen el firme, un par de averías (especialmente una acaecida en el carril izquierdo a la altura del término municipal de La Laguna) terminaron por ser las gotas que colmaron un vaso que hace demasiado que se derramó, para pesar de quienes siguen pagando sus impuestos para que alguien hubiera planificado de forma eficiente el transporte terrestre tinerfeño hace ya lustros, en vez de tener que soportar semejante herencia, como la sufrida en la tarde de ayer.

Así, a partir de las tres de la tarde, ya se comprobó a través de las redes sociales cómo algunos isleños que pensaban llegar a tiempo a coger su vuelo de vuelta a casa sin tardar menos de dos horas tras salir de Santa Cruz en un trayecto para el que, en el mejor de los casos, basta una media hora, lo perdían y se disponían a buscar dónde pernoctar en Tenerife, dado el tremendo colapso con el que se encontraron en la dichosa TF-5. Para colmo, y como bien recuerdan sus vecinos, cuando esta vía se atasca un viernes como suele en sus peores días, el atasco se propagó a vías alternativas, como la subida desde la capital a la Ciudad de Los Adelantados como La Cuesta, además de atascar los accesos de Santa Cruz a la misma.

Lo peor de todo es que constan reportajes televisivos fechados en 1997 con entrevistas a pie de ventanilla de los conductores atrapados en el enésimo atasco de la TF-5. Va siendo hora de que un cuarto de siglo sea suficiente para que la Isla goce de una autopista como Dios manda que evite la tiranía de torturas al volante como la de ayer.

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