después del paréntesis

Insular

El novelista cubano Antonio Benítez Rojo, que murió exiliado en EE.UU., adujo que “todas las islas se repiten una y otra vez”. De ello se registran dos acuerdos que han de analizarse para comprender. Uno: la enseña física de la isla. Es un espacio concreto y limitado; muestra el saberse encerrada en sí misma, acabada, consumada en su existir. De manera que todo lo que sucede en la isla se puede medir, prever, normalizar, incluso organizar. O lo que es lo mismo, los cambios resultan desdeñables. La segunda cuestión a considerar es que la isla establece por sí la singularidad y la condena de la singularidad. Lo que marca el ordenamiento de lo insular es su evidencia, el mentado peso de la permanencia, la trampa geográfica, la circularidad. Pero, asimismo, esto segundo marca un complemento activo y eficaz en pos de activar la fortuna del ser: el reconocimiento, reconocimiento que conduce en cierto modo a la invención de sí misma. Lo sabemos por experiencia: el manejo de lo insular nos abisma más allá de los límites concretos que encierran a la isla, nos pone en perspectiva, en la perspectiva de lo que inevitablemente somos y también de lo que compartimos. Es decir, Tenerife no es Tenerife, Tenerife se muestra como tal porque existe Madeira, Azores, Bora Bora, La Graciosa… Y ello se deduce porque hemos de confirmar por la isla el principio que la explica y la revela: los que viven la isla, los insulares. Porque la isla es una frontera habitable, es la frontera. La isla-frontera es evidente, en tanto por ello nos agenciamos de lo dicho: “vivir en la isla” es “vivir la isla”. Daniel Defoe inventó. Robinson Crusoe vivió en la isla de manera involuntaria, con parca compañía. Mas esa constatación no argumenta la génesis del asunto: la isla construye a Robinson. Tanto que con la vuelta al hogar Crusoe destrama la experiencia que el naufragio le concedió; escribe en primera persona (ese es el modelo al que se agarra el autor, Daniel Defoe) para exponer el doble: lo que le ocurrió en la isla y lo que la isla es. Por eso resulta elemental hacer coincidir los términos “isla” y “frontera” con el término “identidad”. Toda frontera es un marco de identidad, las fronteras de los imperios, las fronteras de una habitación, las fronteras de mi cuerpo… La isla-geografía-frontera cumple con semejante saña: somos por la isla, somos isla, somos la isla. Esa es la condición: por la isla el insular, repetido, circular, concéntrico.

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