Cada vez están más cercanas las elecciones autonómicas y locales del próximo año, y cada vez están más preocupados los socialistas por la contundente derrota que, según todas las previsiones, les va a infligir en Madrid Isabel Díaz Ayuso, unas previsiones que, incluso, le hacen difícil a Pedro Sánchez encontrar un candidato de su cuerda dispuesto a sacrificarse. El problema se agrava para La Moncloa porque esa contundente derrota incentivaría una similar en las generales de finales del año próximo, en las que puede naufragar el presidente del Gobierno. Es un escenario que ha lanzado a la guerra informativa al Partido Socialista y a sus numerosos medios afines, que han encontrado en la sanidad pública un pretexto para intentar erosionar políticamente a la presidenta madrileña. Los sindicatos médicos y muchos sanitarios se han prestado a la operación, y, de repente, en Madrid se han multiplicado las bajas médicas sobrevenidas por ansiedad y otras dolencias de imposible constatación objetiva, unas bajas -un boicot encubierto y vergonzante- que ha dejado a muchos centros de salud sin médicos y hasta sin enfermeros. Es curioso: muchos sanitarios madrileños dicen sentir ansiedad por el estado en que se encuentra la sanidad pública en la Comunidad, y su reacción es pedir una baja que agrava sobremanera ese estado. Misterios de la política. En otras comunidades, como Cantabria, también hay huelga de médicos y enfermeros, pero en ninguna gobernada por el PSOE. Otro misterio de la política.
Es cierto que todos los datos nos están indicado que en las próximas elecciones generales puede naufragar el presidente del Gobierno, a pesar de Tezanos y las vergonzosas -y sonrojantes- encuestas de su CIS, que ha perdido completamente cualquier atisbo de prestigio académico. Pero no es menos cierto que la imagen pública de Núñez Feijóo está sufriendo últimamente un deterioro notable, y que no está satisfaciendo las expectativas que suscitó cuando sustituyó a Casado. Da una imagen titubeante, débil y carente de liderazgo, con un argumentario repetitivo y algo cansino, y su victoria frente a Pedro Sánchez no es nada segura: está acostumbrado al escenario político gallego, muy cómodo para él, pero es un escenario que tiene poco que ver con el escenario español, y Feijóo acusa el cambio. Díaz Ayuso sí tendría asegurada la victoria en las próximas generales, aunque los notables del partido no se van a atrever ni siquiera a insinuar la operación. Los socialistas, por su parte, insisten mucho en que la presidenta madrileña es la auténtica líder de los populares, lo cual es cierto en término de carisma, pero no de poder de decisión. Como era de esperar, Pedro Sánchez está tomando medidas de impacto electoral. Para empezar, ha aumentado muy significativamente las subvenciones a CC.OO. y UGT, lo que, junto a las ayudas sociales y los impuestos demagógicos en contra del criterio del Banco Central Europeo, le asegura muchos votos que sumar a los feministas, ecologistas y animalistas, sin olvidar los que han cambiado el resultado de la última guerra civil. Por otra parte, está desmantelando las exigencias de las oposiciones para el acceso a la función pública y nacionalizando de urgencia a los descendientes de los exiliados que residen en Iberoamérica. Núñez Feijóo debería sufrir una cierta ansiedad.