¿Cómo puede un gimnasio de Tenerife convertirse en una fábrica de campeones de los deportes de contacto? Unos 20 peleadores profesionales entrenan cada semana en el Fight Club, ubicado en Añaza, que puede presumir de ser el hogar, actualmente, de cinco campeones del mundo. Algo que, según Moisés Ruibal, su propietario, no ocurre en ningún otro lugar del mundo.
El ritmo dentro del gimnasio es frenético. Casi por cada esquina del Fight Club hay hombres y mujeres entrenando, golpeando y esquivando. Algunos de ellos y ellas lograrán el sueño de ser campeones. “Todos los días viene gente nueva, hay personas con cualidades y creo que yo se las detecto y exprimo más que en otros lados”, asegura Moisés que, durante la entrevista, no pierde detalle de lo que pasa a su alrededor. Incluso da algunas instrucciones en los entrenamientos.
Hay casos como el de Seidou, de 19 años, que empezó entrenando a los 17 años, con seis peleas amateurs y tres profesionales, que “dentro de dos o tres años” será campeón del mundo: “Lo sé porque tiene cualidades, entrena, le gusta. Yo hago el esfuerzo de organizar eventos en los que puedan pelear. Es importante eso, entrenar en un lugar que te ofrezca peleas. Yo soy dueño, entrenador y promotor. Si no peleas no puedes ser campeón, es así de sencillo”.
Ese proceso es largo, pero el de la detección, por llamarlo de alguna manera, es corto. Muy corto. “Lo veo desde el primer día porque veo las cualidades y las ganas. Compruebas si es valiente, si tiene esa actitud. Luego vienen otras cosas, como el sacrificio”.
Derribando mitos
Los deportes de contacto acaparan mucha atención, sobre todo en los últimos tiempos, casi tanta como las críticas que se vierten sobre ellos. Se han vinculado a círculos marginales o delincuenciales, algo que se intenta dejar atrás, por ejemplo, abriendo estas prácticas al gran público.
“Si entrenas una medida de cuatro horas al día, por ejemplo, no puedes salir de noche”, recalca Moisés Ruibal. La disciplina en el día a día es fundamental. También el orden en sus vidas: “No puedes hacer este deporte si bebes alcohol o trasnochas. Si, por ejemplo, haces un asalto de boxeo o kickboxing, en tres minutos, acabas más cansado que correr 5 kilómetros. El drogarse o el beber no es compatible con estos deportes. Para nada”.
Moisés Ruibal diferencia, claro, a los que son competidores de los que “vienen a veces a entrenar” pero, también así, ese factor de disciplina y de obediencia a los entrenadores es palpable mientras realizan sus sesiones con una concentración mayor que en otros deportes.
También es evidente, echando un simple vistazo en el gimnasio, que el número de mujeres en estas disciplinas no para de crecer. Lo reconoce Susana Llarena, copropietaria de la instalación, que apunta a la intensidad como uno de los factores clave a la hora de que ellas entrenen: “Los entrenamientos son iguales que los masculinos, a mí me gusta llevarlas a nivel competición, les exijo bastante; aquí las clases son exigentes”.
“En los últimos siete u ocho años noto un cierto auge”, admite Llarena que cree que uno de los motivos puede ser que ellas buscan “estar en forma y aprender, un poquito, a defenderse”. “Los chicos buscan más competir, en eso, por ahora, ellas están en minoría, aunque hay bastantes”, señala.
Otro aspecto es el tema de los niños y niñas, cada vez son más los que practican estos deportes, algo que sigue llamando mucho la atención: “Ellos tienen muy poco contacto para que no se hagan daño. Van aprendiendo y van ganando en disciplina y respeto. El compañerismo es clave para ellos, que es lo que trabajamos. Los padres los traen porque aprenden a respetar al que tienen al lado”.
Cuidar a los deportistas
Moisés Ruibal, como él mismo reconoce, hace un poco de todo. Además de ser propietario del Fight Club, entrena, aconseja a sus luchadores, guía, en cierto modo, su trayectoria y es promotor de peleas. En algunos casos, incluso, poniendo dinero de su bolsillo.
“En la última pelea de Seidou, que era un evento de otro gimnasio, me llamaron para decirme que los billetes de avión de su rival habían subido de precio, que no podían llegar hasta ahí. Yo no podía dejarlo sin pelear, así que yo puse la mitad, 400 euros, para que pudiera tener su pelea. Eso marca la diferencia, que haya gente que se preocupe por ti para que su carrera se pueda desarrollar”, admite Moisés.
Precisamente para que los luchadores puedan aprender de los mejores, José Tomé No Chance , entrenador de Henry Cejudo, campeón del mundo de la UFC, es uno de los últimos fichajes del Fight Club. En otras disciplinas suena extraño que el técnico de un campeón mundial pueda dirigir a deportistas que no sean él: “El acuerdo es que, dos meses antes de la pelea de Cejudo, porque suele pelear una vez al año, José se va para poder entrenar con él. De resto está con nosotros”.
El campeón del mundo que entrena a los más pequeños
Una de las cosas que más llama la atención es la cantidad de niños pequeños que se encuentran entrenando. Posiblemente por lo que hablábamos antes, por las malas opiniones alrededor de los deportes de contacto. Al frente de ellos no está cualquiera, sino Nauzet Trujillo, tinerfeño de 32 años campeón del mundo de Muay thai.
“Los niños, fundamentalmente, aprenden valores y la cultura del Muay thai como el respeto y la disciplina. Tenemos niños de cinco y seis años, a las 12 o 13 pasan con los adultos”.
“Son niños, pero les recuerdo tres normas cada día: no hacer nada de Muay thai fuera del gimnasio, no se pueden pelear, salvo que se tengan que defender, respetar al entrenador y los compañeros y ser disciplinados durante el entrenamiento. Es la parte más agradecida de este deporte”
Empezó a los 18, ahora tiene 32, y es profesional desde los 21, fue cuando hizo su primera pelea: “Se tarda porque hay que estar bien preparado, porque es importante tener buenas experiencias”.
Para la mayoría, no es factible dedicarse al 100% a los deportes de contacto, en este caso Nauzet Trujillo tiene una peluquería, que combina con el Muay thai: “Cuando no tenía tantos alumnos tenía que trabajar de lunes a sábado. También ahora doy clases privadas y gano un poquito más, aunque jueves, viernes y sábado trabajo en la peluquería”.
Por ello, a primera hora, muy temprano, entrena, de 8 a 9 da una clase en el gimnasio y luego se organiza: “Dejo la peluquería los viernes a las 18.30 para que me pueda dar tiempo. Los sábados, por ejemplo, entreno temprano para poder trabajar”.
Porque descansar es “tan importante” como entrenar. Nauzet ahora puede permitirse situaciones que antes eran imposibles, pero que repercutían en su rendimiento deportivo: “Intento dos semanas antes de los combates no dejar de trabajar y ahora, compañeros me echan una mano. Pero anteriormente no podía permitírmelo: tenía que trabajar el día antes de un combate importante. Ese descanso de ahora se nota luego”.