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Juan Diego Amador: “Las Georgias del Sur son un fiel reflejo del cambio climático”

El montañero y geógrafo lagunero, tras regresar de su última aventura, señala que “me hubiera gustado ver más fauna y subir más alto, pero las condiciones de hielo y los vientos huracanados fueron horribles; llegué a temer por nuestra integridad física”

Llegó el lunes de uno de los viajes más duros que recuerda en su medio siglo de vida. Juan Diego Amador no conquistó en esta ocasión una gran cima, pero si pudo sortear serias dificultades para hacer la ruta que sir Ernest Shacketon realizó en 1914 en las inhóspitas islas de Georgias del Sur, a donde solo se puede llegar tras 10 días de navegación desde Las Malvinas.

“He ascendido a la cumbre más alta de cada continente, incluyendo el Everest. Pero sin duda, realizar la Ruta de Shackleton en las Georgias del Sur en las condiciones que lo hemos hecho, ha sido una de las actividades más comprometidas que un aventurero puede abordar”, comenta el montañero y geógrafo lagunero.
“La diferencia está fundamentalmente de este viaje con otros -prosigue- está en la exposición, pues aunque todas las actividades anteriores son técnicamente mucho más complicadas, no asumí tanto compromiso. Por ejemplo, en el año 2017 coroné una montaña virgen en el Himalaya que llamamos Pico Islas Canarias (6.025 metros). Ascendí por una ruta nueva de alta dificultad y esa actividad fue nominada para el Piolet de Oro, como una de las mejores del año a nivel internacional. En ese caso fue una actividad con mucho grado y riesgo, pero con menor exposición que la Ruta Shackleton, pues en el Himalaya sabes que en el campo base hay alguien, y que si te ocurriera algo puedes ser ayudado o incluso rescatado en unas horas o días. Pero en las Georgias del Sur estábamos solos y el hospital más cercano a diez días navegando en barco. Por eso ha sido un objetivo deportivo con un gran compromiso asumido de antemano, y sin duda con la mayor exposición de lo que he hecho hasta ahora. Por ello muy pocos alpinistas se han atrevido a repetir esta ruta histórica y para nosotros supone una nueva hazaña”.

El hielo y los vientos huracanados le hicieron tardar dos semanas para hacer una ruta de 35 kilómetros / DA

Un viaje que le dejó un sabor agridulce, por las malas condiciones meteorológicas, lo que según él le imposibilitó poder grabar más y ver la rica fauna de esas islas. “Mi intención era hacer más actividad en la Isla, pero el tiempo fue horrible y por suerte pude hacer la Ruta de Shackleton. La meteorología fue realmente mala durante las dos semanas que estuvimos en Georgias del Sur. De hecho, con tal malas condiciones lo lógico hubiera sido no haber salido del barco. Sin embargo quise aprovechar la oportunidad y confié en mi experiencia para intentarlo. Sabía que venía una serie de borrascas encadenadas de la convergencia antártica, pero nunca pensé que de semejante magnitud. Para mi sorpresa mi barómetro registró un descenso hasta los 970 mb. en plena travesía, justo el día 19. Al llegar a Tenerife y comprobar los datos de esos días entendí la importancia de la situación; justo esos días se batió el récord histórico de baja presión en la zona antártica. Lo cierto es que sufrimos vientos huracanados con velocidades superiores a 100 km/h y que nos manejaban como muñecos de trapo. Llegué a temer por nuestra integridad física”.

Al final hubo tiempo para tomar la imagen amable de los leones marinos / DA


Tan duro fue la la ruta a pie como la navegación, una situación casi novedosa para quien vive en la montaña y no en el medio marino. “Efectivamente, una parte importante de esta aventura era recrear la navegación hasta la isla en un barco, recorriendo 1.300 kilómetros a vela. La ida fue bastante buena, pues el viento estaba de popa y aunque el mar se movía, el viaje fue bastante llevadero. Pero la vuelta fue mucho peor, coincidió que la corriente y el viento venían justo de proa y además nos llegaban las borrascas desde la Antártida. Honestamente, hacía tiempo que no sentía tanto miedo como al sexto día de navegación. Estábamos en mitad del Atlántico Sur, con temperaturas en torno a 2ºC, con vientos huracanados y nos quedamos a la deriva porque se rompió un cable del timón. Lo peor es que aún nos faltaban cuatro días para llegar a Las Malvinas y no había barcos cerca para ayudarnos. Durante esas horas viento era tan intenso que algunas olas pasaban por encima del barco. Las rachas superaban incluso los 60 nudos y apenas nos podíamos sostener en pie. Por suerte el capitán tiene mucha experiencia y en unas horas logramos arreglar la avería para continuar ganando millas al mar, pero fueron momentos muy delicados y de muchísima tensión”, comenta todavía con la emoción en su rostro con signos de fatiga.

En más de una ocasión el viento terminó por desmontar los campamentos / DA

Juan Diego Amador compagina su pasión por el montañismo con su faceta como docente en Geografía. Y conocedor de medio mundo -este mismo año había cubierto el glaciar más largo de Europa, en Noruega- es muy consciente del cambio climático en el que estamos inmerso. Las Georgias del Sur tampoco se salvan de este fenómeno. “Desgraciadamente sí. Quizás es menos patente que en otras latitudes porque es una de las regiones más salvajes, fría y recóndita del planeta. Pero pude constatar que en algunas de las bahías, donde hace treinta años los glaciares caían directamente al mar, ahora están retirados más de quinientos metros de la costa. Un dato que me pareció curioso es que los pingüinos, adaptados a vivir sobre el hielo, ahora tienen que salir de la playa y caminar un trecho para poder encontrar hielo sobre el que pisar. Ellos padecen más que nosotros el cambio climático”.

Tan dura como la travesía a pie por las Georgias del Sur fue el regreso en barco: “Llegué a temer por nuestra integridad física”, dice Amador / DA

Y no podemos terminar nuestra charla con Juan Diego, sin preguntarle por su próxima aventura: “La verdad es que siempre bromeamos diciendo que es la penúltima -comenta- y así llevamos muchos años. Lo cierto es que sigo con ilusión, soñando con nuevos destinos y nuevas aventuras como esta. Pero ahora mismo me toca descansar, estar con la familia y los amigos e incorporarme al trabajo. En esta línea, quiero expresar mi más sincero agradecimiento al Gobierno y Parlamento de Canarias, Fundación Cajacanarias y a Deportes del Ayuntamiento de La Laguna por su inestimable ayuda”.

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