De un inédito cero turístico durante el confinamiento a prácticamente colgar el cartel de completo en los hoteles. Después de la cruz de la COVID, la cara le ha aparecido al sector turístico en el Archipiélago, que llegó a estar contra las cuerdas y ha logrado voltear la mayor crisis jamás sufrida. Porque nunca se vivió un apagón general como el de la primavera de 2020, cuando la virulencia de la pandemia metió al mundo en las casas y gripó el motor económico de las Islas.
Entonces, una sensación de irrealidad se extendió por las zonas turísticas de Canarias, alimentada por un paisaje desolador: hoteles cerrados a cal y canto, pistas de aeropuertos vacías, playas que parecían desiertos, autopistas sin circulación y comercios y restaurantes con las persianas a ras de suelo.
En las terrazas, chiringuitos y piscinas desaparecieron las tertulias, la música, el griterío de los niños, el chapoteo y las zambullidas, y solo se escuchaba la brisa, el rumor de las olas y el graznido de las gaviotas. El cielo se vació de aviones y enmudecieron las zonas de baño, paseos marítimos, calles y aceras. Todo se esfumó y le vimos las orejas al lobo disfrazado de agente microscópico.
Aquella pesadilla, que se hizo eterna, llegó envuelta en una tormenta perfecta para el sector. Comenzó a gestarse con el revés del brexit y, después, con la inesperada quiebra del turoperador británico Thomas Cook, hasta que a finales de enero se detectó el primer caso de COVID-19 en un turista alemán de vacaciones en La Gomera. La primera señal de alarma en España se multiplicó tres semanas después cuando se decretó el primer confinamiento en el mundo de un hotel al detectarse el temido virus en un huésped de nacionalidad italiana.
La inédita cuarentena de casi un millar de turistas en el H-10 Costa Adeje Palace, al sur de Tenerife, colocó bajo el foco mediático internacional al establecimiento de La Caleta e hizo temer una masiva cancelación de reservas. Si bien el episodio deparó un final feliz después de dos semanas largas de encierro (solo seis contagios y la salida con aplausos de los clientes al personal sanitario y a los empleados del hotel), la pandemia esperaba a la vuelta de la esquina.
Están a punto de cumplirse tres años del histórico desplome turístico y el sector no sólo ha remontado, sino que mira al futuro inmediato con moderado optimismo. Ahora los recelos apuntan a Ucrania, donde un año después de la invasión rusa nadie se atreve a pronosticar hacia dónde evolucionará la guerra ni cuál será la dimensión económica real a medio plazo en Europa. Pero, hasta donde alumbran las luces largas de turoperadores y compañías aéreas, se aprecia un panorama esperanzador para destinos como Canarias, que camina, eso sí, con pies de plomo.
Aunque algunas de las conexiones aéreas con ciudades rusas, polacas e incluso alemanas han desaparecido a causa del conflicto bélico, se han incorporado otros enlaces con ciudades francesas e italianas, además de nuevos vuelos a Estados Unidos, Eslovaquia e Islandia. En el caso del mercado nacional, las expectativas para Canarias este verano son halagüeñas, con vuelos a 25 ciudades y más de 3,5 millones de plazas.
Si el 2022 fue el año del relanzamiento turístico, que en el caso de las Islas se tradujo en la recuperación del 96% de los visitantes de 2019 (14,6 millones de llegadas de extranjeros y nacionales) y un gasto turístico de 19.000 millones de euros (un 16,5% más al año previo a la pandemia), 2023 ha de ser el de la consolidación del sector, cada vez más acostumbrado a convivir con la incertidumbre. Actualmente, las reservas se efectúan con una media de 45 días de antelación, lo que pone de manifiesto la importancia de los vaivenes internacionales económicos y geopolíticos.
Por lo pronto, las Islas afianzarán este verano sus conexiones aéreas con 28 mercados, hasta sumar un total de 122 destinos entre abril y octubre y casi 2.000 frecuencias semanales. Ahora toca convertir las plazas en pasajeros. Ryanair es, con diferencia, la primera aerolínea en movimiento de viajeros en Canarias, con 4,5 millones de asientos anuales. La reapertura en verano de sus bases en Tenerife Sur y Lanzarote reforzará su presencia, con cuatro aviones más y seis rutas nuevas.
El segundo operador en Canarias es Vueling, con 2,3 millones de plazas anuales de llegadas. Opera principalmente desde el mercado peninsular, aunque también realiza rutas internacionales con Amsterdam, París, Copenhague y Billund (Dinamarca).
Jet2.com, que cuenta con el turoperador Jet2 Holidays, es la primera aerolínea en el Archipiélago desde el mercado británico. Ha programado 40 rutas con las Islas desde una decena de aeropuertos en Reino Unido con Tenerife Sur, Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote, y estudia ampliar sus conexiones con Tenerife Norte. Otra compañía británica, EasyJet, con el turoperador EasyJet Holidays, mantiene 39 rutas con Canarias desde seis países europeos. Su programación aumentará en verano un 74% respecto al 2019, el año previo a la pandemia.
TUI cuenta con 82 rutas repartidas entre Tenerife Sur, La Palma, Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura, operadas por cinco compañías aéreas que viajan a siete países. Por su parte, Iberia Exprés ha aumentado su capacidad un 16% respecto a 2019 desde Madrid al Archipiélago, mientras que Air Europa, que ha perdido conexiones con algunos puntos de la Península, volverá a volar este verano desde Barcelona a Tenerife y Lanzarote después de cinco años sin hacerlo. Además, la compañía con sede en Mallorca ha anunciado su intención de ampliar su radio de acción desde España con los países nórdicos.
En cuanto a Lufthansa, la aerolínea alemana, que cuenta con una programación muy estacional con más peso en invierno que en verano, vuela a Canarias desde Frankfurt y Múnich, rutas que cubrirá próximamente EW Discover, la nueva marca del grupo para el tráfico vacacional.
Por último, las Islas buscan ganar peso en la programación de la compañía húngara de bajo coste Wizz Air, que goza de una posición dominante en Europa del Este y comienza a afianzarse en centroeuropa y Reino Unido. Hace unos años comenzó a volar desde Budapest a Tenerife gracias a los incentivos del Fondo de Desarrollo de Vuelos. Su papel es clave para atraer turismo de Europa del Este.
En la última edición de Fitur se ha constatado la importancia de la huella de carbono y la reducción de las emisiones de CO2 por parte de las compañías aéreas. “Notamos avances, especialmente por la incorporación de nuevos aviones, aunque el ritmo de entrega de los fabricantes no es el deseable”, declaró en la feria internacional Yaiza Castilla, consejera de Turismo, que valoró que la renovación de la flota con aviones más eficientes se haya convertido en una prioridad para las compañías, lo que les permite seguir abaratando costes.
Cabe reseñar que empresas como EasyJet y Ryanair operan con una flota de las más eficientes de Europa gracias a su renovación constante y la incorporación de aviones de menor consumo. Por su parte, Jet2 ha anunciado un gran pedido de uno de los modelos de aeronaves más eficientes del mercado para renovar sus unidades en los próximos años. Lufthansa comenzó en 2020 el proceso de sustitución de su flota y se consolida entre las compañías que más avanzan en materia de sostenibilidad. Vueling también está renovando sus aviones en busca de una mayor eficiencia, mientras que TUI rebajará notablemente este año sus emisiones de dióxido de carbono.