Por Roberto Méndez. Consumir un adecuado porcentaje de nutrientes beneficiosos para la salud cerebrovascular, evitando siempre que sea posible los alimentos inflamatorios y que elevan la tensión, es la clave del bienestar cerebral en particular. El estilo de vida es esencial para vivir más años y con mejor salud.
Sin embargo, cada patrón dietético tiene sus peculiaridades, como explicamos recientemente en EL ESPAÑOL al comparar las dietas MIND y Mediterránea como factores protectores frente a la neurodegeneración o demencia. Ahora, un nuevo estudio abogaría por potenciar una en particular. Sea la Dieta Mediterránea la que podría reducir el riesgo de sufrir demencia a largo plazo hasta un 23%.
En este nuevo estudio, publicado recientemente en la prestigiosa revista BMC Medicine, los investigadores analizaron qué dieta sería mejor opción para reducir su riesgo de demencia, y sobre todo cómo influiría la adherencia o cumplimiento de dicha dieta.
Se sabe que la dieta o el patrón dietético llevado a cabo puede ser un importante factor de prevención modificable, y a día de hoy ya se tiene en cuenta como forma de reducción de riesgo. Sin embargo, según los autores, los estudios previos sobre el impacto de la dieta mediterránea en la salud en general se han limitado a muestras pequeñas, y a un bajo número de casos de demencia. Para este nuevo trabajo, los investigadores han podido analizar datos de 60.298 personas del Biobanco de Reino Unido que habían completado un cuestionario dietético.
Se puntuó a los participantes usando dos medidas de adherencia a la dieta mediterránea. Tras un seguimiento promedio de 9,1 años, se registraron 882 casos diagnosticados de demencia. También se tuvo en cuenta el riesgo genético de cada uno de los participantes. Para ello se analizó el riesgo poligenético, una medida de todos los diversos genes que se relacionarían con esta enfermedad neurodegenerativa.
Según los resultados del estudio, los participantes con una mayor adherencia a la dieta mediterránea tenían hasta un 23% menos de riesgo de desarrollar demencia. En comparación, aquellos con una menor adherencia a este patrón saludable solo obtenían una reducción de riesgo absoluto de 0,55%.
No se detectaron interacciones significativas entre el riesgo poligénico de demencia y la adherencia a una dieta mediterránea, algo que podría sugerir que la asociación entre la adherencia a la dieta mediterránea y el menor riesgo de demencia permanece incluso frente a un mayor riesgo genético de sufrir la enfermedad. Este hallazgo en particular no fue consistente en todos los estudios de análisis de sensibilidad, motivo por el cual los autores proponen realizar más investigaciones para evaluar mejor la interacción entre dieta y genética respecto al riesgo de demencia.
Recordemos que una dieta mediterránea se basa en los siguientes grupos de alimentos:
– Granos enteros (integrales).
– Frutas.
– Verduras.
– Frutos secos y semillas.
– Legumbres.
– Pescados y mariscos.
– Aceite de oliva.
A cambio, se permitiría un consumo moderado de carne y de vino, algo que de momento no se ha revisado a pesar de las evidencias recientes donde se aconseja evitar cualquier cantidad de alcohol.
Como limitaciones del estudio, los autores puntualizan que sus análisis se han limitado a las personas que otorgaron sus datos al Biobanco de Reino Unido, siendo la mayor parte de etnia blanca, británica o irlandesa. Como datos genéticos, solo pudieron obtenerse en base a la ascendencia europea de los participantes, motivo por el cual aconsejan realizar más estudios al respecto, con una mayor variedad poblacional.
Como conclusión, en base a este estudio, los investigadores sugieren que una dieta mediterránea rica en alimentos saludables de origen vegetal sería una importante intervención dietética en casos susceptibles de sufrir demencia.