Ya arrastraba su condena cual bola de presidiario en forma de créditos impagados desde el año anterior, pero finalmente fue el 15 de septiembre de 2008, dos días después de que el presidente del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, Timothy F. Geithner, convocase una reunión sobre su futuro en la que se incluía la posibilidad de liquidación de sus activos para sanear la empresa, cuando Lehman Brothers anunció la presentación de su quiebra en un juzgado al haber renunciado a la operación sus posibles compradores.
Dicha decisión está considerada como el pistoletazo de salida de la crisis financiera de finales de la primera década de este siglo, que tanto sufrimiento terminó por generar a la población española más vulnerable, por mor de la inclemente política de recortes implementada desde la Unión Europea y que tan fiel como dramáticamente ejecutó el Gobierno presidido por Mariano Rajoy y de la que tanto se ha arrepentido públicamente hasta la entonces máxima dirigente alemana, Angela Merkel, y el Fondo Monetario Internacional.
Descontrol
Ahora, aunque por causas distintas, otra crisis bancaria se adivina en el horizonte a cuenta del descontrol de las autoridades financieras norteamericanas, donde la reciente quiebra del Silicon Valley Bank (SVB), tras una fuga masiva de depósitos en la que el propio consejero delegado de SVB, Greg Becker, y su director financiero, Daniel Beck, vendieron acciones de la entidad semanas antes del colapso del banco, ha iniciado un evidente desplome de un castillo de naipes que ya ha arrastrado a otra entidad financiera de EE.UU., Signature Bank, y que ahora afecta a todo un gigante europeo como Cretit Suisse.
Especialmente desde que el Banco Nacional Saudí, principal accionista del Credit Suisse Group, con una participación del 9,88% en la entidad, descartase aumentar su inversión en el banco suizo, como indicó su presidente, Ammar Al Khudairy.
De momento, la entidad suiza resiste pese a que las acciones de Credit Suisse cayeron ayer más de un 22% en la Bolsa de Zúrich, ampliando a más del 37% la caída de la última semana y a casi el 40% la acumulada en lo que va de año.
En cuanto a la Bolsa española, por mucho que las autoridades nacionales insisten en que no hay nada que temer, lo cierto es que ayer mismo el Ibex-35 bajó un 4,3, arrastrado por el descenso de los seis bancos cotizados españoles.
Entre ellos, el Banco Sabadell repite como farolillo rojo al tener las mayores pérdidas (un -10,49%) tras el crack de Silicon Valley Bank y Signature Bank.
Resta saber si se ha aprendido la lección y la factura volverá o no a pagarla quienes menos tienen.