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La Casa de la Troya

La Casa de la Troya es la mejor novela estudiantina romántica jamás publicada. La escribió Alejandro Pérez Lugín y la primera edición apareció en 1915. Se han lanzado centenares de reediciones de esta obra, de la que tengo varios ejemplares. ¿Por qué varios? Pues porque cada vez que voy a Santiago de Compostela me dan ganas de visitar una librería con expositor en la calle, situada junto a la plaza del Obradoiro. Más bien en una callita empinada que comienza, o quizá termina, a la izquierda de la catedral, según la mira uno de frente. La historia de amor entre Gerardo Roquer y Paz y Carmina Castro Retén siempre me ha emocionado porque uno es, en el fondo, un romántico. Incluso se estrenó, en 1959, una película sobre esta novela, dirigida por Rafael Gil, con Arturo Fernández y Ana Esmeralda en los papeles principales. Como siempre, me la consiguió Alberto Segura, en formato CD, y la veo de vez en vez. La Casa de la Troya, una pensión legendaria, existió, y ahora es un pequeño museo. Está situada muy cerca de esa librería, en una de las calles laterales que van todas a parar a la gran plaza citada. La vida del estudiante consiguió su épica en la obra de Pérez Lugín, que construyó un relato precioso, en medio de aprobados y suspensos y de la diligencia de La Ferrocarrilana, una compañía de transportes gallega que también aparece en La familia de Pascual Duarte, la novela de Camilo José Cela. Me encanta visitar Santiago, siempre me he alojado en el Hostal de los Reyes Católicos, sito también en la plaza del Obradoiro; y he dormido plácidamente en una enorme cama con dosel, como si fuera un caballero medieval. Y he comido marisco en su comedor abovedado. Disculpen la evocación.

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