tribuna

Lectura del 30 aniversario de Coalición Canaria

A la hora de celebrar el treinta aniversario del surgimiento de Coalición Canaria en este marzo de 2023, es un imperativo releer los dos discursos pronunciados en el Parlamento de Canarias el 30 de marzo de 1993 por los diputados Antonio González Viéitez, que interviene como defensor de la moción de censura a Jerónimo Saavedra Acevedo, como presidente del Gobierno de Canarias, y por Manuel Hermoso Rojas, en su condición de candidato propuesto por los censurantes.

Porque en esas intervenciones se mezclan islas y siglas para generar una ideología ‒¿lo dejamos solo en una mentalidad?‒ nacionalista que por primera vez en la historia de nuestro autonomismo cuenta con suficientes escaños para alcanzar la presidencia del Gobierno de Canarias y de la totalidad del Ejecutivo isleño. Cuenta con suficiente respaldo para institucionalizar un proyecto de eje pronacionalista.

Las discrepancias de los treinta y un diputados censurantes con los socialistas canarios, dispuestos a aceptar sumisos los criterios del Gobierno central sobre capítulos como la financiación de nuestra comunidad, las inversiones en carreteras, la entrada en vigor del IGIC sin atender a la demanda de su aplazamiento aprobada por el Parlamento y la misma negociación del REF (algo que podría resumirse así: 1) que la presión fiscal en Canarias fuese menor que en el resto de España; 2) incorporar un bloque de incentivos fiscales y económicos que generase decisiones inversoras y modernizara el aparato productivo y comercial; 3) atraer capitales y empresas a la Zona Especial Canaria; 4) promover medidas de carácter público para minimizar costes de insularidad y lejanía en áreas como el transporte, el agua, la energía, y 5) adentrarnos en la modernidad tecnológica con apuestas valientes en el ámbito de las telecomunicaciones y de las inversiones I+D+i.

Esas discrepancias entre censurantes y censurados fueron las que llevaron a conformar una nueva mayoría parlamentaria que asumiera con determinación que las evidentes características diferenciales de Canarias exigían unos planteamientos políticos y económicos radicalmente distintos, en los que estaban de acuerdo fuerzas políticas como las Agrupaciones Independientes de Canarias (AIC), Centro Canario Independiente (CCI), Iniciativa Canaria (ICAN), Agrupación Herreña Independiente (AHI), Asamblea Majorera (AM), y el PNC, que no tenía representación parlamentaria entonces, pero apoyó desde fuera ese movimiento de convergencia.

Ya en su discurso como candidato, Hermoso insistía en las razones de esa confluencia estratégica: “Las evidentes características diferenciales de Canarias ‒insularidad, lejanía de la Península, escasez de recursos naturales, proximidad al continente africano, situación en zona conflictiva y estratégica a escala mundial, alta tasa de crecimiento demográfico, subdesarrollo económico y cultural‒ exigen con urgencia de nosotros unos planteamientos políticos y económicos muy distintos a los que se aplican en el ámbito estatal y, desde luego, una vigorosa intervención del pueblo canario para asumir la dirección y el protagonismo de su futuro inmediato”.

Y en su programa de actuaciones, los censurantes planteaban un Pacto de Estado para dialogar de tú a tú con el Gobierno de Madrid con relación a los asuntos motivos de la censura; un Pacto Canario, articulado en torno a una idea fuerza, la de la unidad solidaria del Archipiélago, y distribuido en los siguientes niveles: 1) un pacto socioeconómico a acordar con los agentes empresariales, sindicales y consumidores; 2) un pacto institucional, a vertebrar con cabildos y ayuntamientos, sabiendo que la dispersión de funciones sobre un mismo núcleo competencial entre varias administraciones no inducía sino a la ineficacia y a la debilidad de esfuerzos; 3) un pacto sobre la naturaleza y el desarrollo integral, abierto a colaborar con instituciones, grupos sociales, ecologistas. Y, en último lugar, la propuesta de seis grandes objetivos: a) la profundización del autogobierno, donde no se ignoraba ya la relevancia de delimitar las aguas jurisdiccionales de nuestra Comunidad, entre otras muchas preocupaciones; b) la modernización económica, donde se exigía que las empresas públicas estatales que actuaran en Canarias estuvieran de verdad al servicio de los intereses canarios; c) la solidaridad social, la lucha contra la desigualdad y la precariedad de los empleos, el derecho a la vivienda y a coberturas sociales dignas; d) los planes de infraestructuras para procurar la coordinación inteligente de los recursos públicos y la optimización de las inversiones; e) el reto educativo, recordando no solo el acceso a la educación de todos y de todas, sino también la incorporación del acervo canario al currículum formativo, f) y, por último, lo que se denominó la apuesta comunitaria, un encaje de Canarias en la Unión Europea a la altura de nuestras especificidades geográficas, políticas, económicas y culturales.

De todas esas propuestas hace ahora treinta años y el lector de estas páginas no encontrará en ellas ninguna clase de anacronismo. Hemos avanzado, pero seguimos pendientes del cumplimiento de la mayoría de los objetivos planteados en la primavera de 1993. Ni los muchos años de gobiernos nacionalistas han logrado superar algunos de los hándicaps de nuestra nacionalidad canaria en cuanto a ponerse en la hora en punto de lo que es hoy la Europa a la que pertenecemos.

Coalición Canaria no nació de las asociaciones de vecinos, como le oí decir a un alcalde desnortado del norte de Tenerife en un acto preelectoral reciente. Coalición Canaria nació de una casi casual aritmética parlamentaria que hizo despertar muchas conciencias políticas y las comprometió con lo que es un nacionalismo básico: la defensa de un territorio, de una sociedad y de una cultura. De un territorio que es Canarias en su totalidad y no el egoísmo de cada una de sus islas, de una sociedad que somos todos los canarios sin distinción de clases ni de origen, de una cultura que es la suma de lo que los europeos encontraron a su llegada a nuestros territorios a lo largo del siglo XV de nuestra era ‒“un cuerpo de nación original”, como lo definió don José de Viera y Clavijo‒ y de la suma de aportaciones eurocéntricas y americanas de retorno que empezaron a partir de ahí.

Que los actuales usufructuarios de las siglas de Coalición Canaria no olviden estos inequívocos orígenes e intenten que la historia de estas islas nuestras, tan necesitadas de personalidad propia y compartida, enmascaren esas siglas con un tibio y cautivo regionalismo y, tampoco, regresen a los insularismos centrífugos e insolidarios que tantos colonizadores (externos e internos) auspiciaron para que nunca dispusiéramos y concentráramos nuestros esfuerzos para lograr la empresa común e irrenunciable que nuestro pueblo nos exige, ni pongan esas siglas a disposición de personalismos que no van más allá de sus cortas miras. Esas siglas nacieron para ponerse a disposición de la nación canaria.

Un simple recordatorio en este 30 de marzo de 2023.

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