puerto de la cruz

Elena Cid Hernández, primera mujer que preside la Hermandad del Gran Poder de Dios

Esta portuense de 51 años ha sido nombrada hermana mayor de la emblemática hermandad religiosa del Puerto de la Cruz que cuida de la venerada imagen de ‘El Viejito’
Elena Cid hace historia en la Hermandad del Gran Poder de Dios.
Elena Cid hace historia en la Hermandad del Gran Poder de Dios. DA

Por Pedro A. gómez Barreto. Se celebró días atrás la asamblea general extraordinaria de la Hermandad del Gran Poder de Dios en la parroquia de Nuestra Señora de la Peña de Francia, en Puerto de la Cruz, con el único objetivo de elegir a la persona que llevase los destinos de esta emblemática hermandad que cuida la venerada imagen de El Viejito. Solo se presentó una única candidatura, encabezada por Elena Cid Hernández, la cual recibió el respaldo unánime de los 60 hermanos cofrades presentes en la asamblea, que aplaudieron largamente a la primera mujer que regirá los destinos de esta distintiva hermandad religiosa de la ciudad turística.

Esta portuense de 51 años, natural de una zona de mucha tradición como es la calle de Lomo, cuenta con la experiencia de pertenecer a la Hermandad desde 2007, donde ha sido tesorera y vocal de culto, siempre aportando su importante colaboración. “Entré en la Hermandad animada por Lolina -relata al DIARIO- y desde muy pequeña sentí gran devoción por el Gran Poder de Dios, profundamente conmovida por su belleza, y lo veía pasar desde la ventana de mi casa por las fiestas en su honor”.

Respecto a su designación, confiesa que nunca tuvo esta meta. “Dios lo sabe. Mi único afán desde el principio ha sido seguirle para servirle, para trabajar por su Hermandad aportando las capacidades que yo pueda tener y sobre todo mi voluntad de contribuir a reforzar la idea de que el Gran Poder es mucho más que una imagen sagrada digna de veneración: el Gran Poder es un “sentimiento”, es “el fervor de un pueblo” que va a su encuentro cada Semana Santa y cada mes de julio, palpitando de amor y devoción al contemplar su majestad, su incuestionable grandeza. Todo ese afán mío ha sido para que ese sentimiento nunca se pierda, sino que, por el contrario, se consolide en el corazón de cada portuense”.

La primera mujer al frente de esta destacada hermandad señala emocionada que “el aliento recibido para hacerme hermana mayor confío que me dará fuerzas para cumplir con la responsabilidad que desde ese momento tengo encomendada. El Viejito, como con cariño le llamamos los portuenses, y se puede entender ese apelativo en su verdadera dimensión: de cercanía, de cariño y amor filial. Siendo eso mucho no lo es menos que al Gran Poder de Dios se le reconozca como Señor del Valle e incluso más allá de las fronteras de esta isla. Y si me preguntan por mi sentimiento hacia él, solo puedo resumirlo en estas breves palabras: sin él no sé vivir, ni quiero, ni puedo. Lo demás no puedo expresarlo con palabras. Como he dicho antes, es un sentimiento de profundísima veneración y amor incondicional por quien desde siempre ha dado sentido a mi vida”.

Se da la curiosa circunstancia de que su esposo, Leopoldo Afonso, ya ejerció como hermano mayor. A este respecto comentó: “Él tuvo al mejor maestro, a don Pedro Melián Escobar. Él lo preparó desde jovencito para que en un futuro se convirtiera, si así lo decidían los hermanos, por su puesto, en su sucesor. Leopoldo, y no lo digo yo sola, lo avala así la inmensa mayoría de hermanos que lo respaldaron durante su mandato y que aún hoy en día le muestran su cariño, fue un magnífico hermano mayor. Y esto lo digo sin complejo de ningún tipo y sin apasionamiento. Es mi marido, sí, pero hablo de él valorando su figura como hermano mayor que fue. Su exquisita formación para todo lo que implicaba este hermoso cargo solo era comparable a su infinita devoción por el Señor. De él, respecto al culto debido al Señor, lo he aprendido casi todo y no solo me refiero a los conocimientos, digamos, técnicos. De él, aún hoy, me maravilla el profundo amor y veneración con que trata todo lo que tenga que ver con el Viejito. Me conformo con saber imitar esos valores y hacer al menos la mitad de lo que él consiguió”.

Falta hacer la toma de posesión oficial de los cargos, a expensas de la autorización del Obispado de Tenerife. El resto de la nueva junta de la Hermandad la componen los siguientes hermanos: vicehermano mayor, Sebastián Márquez Fumero -que por motivos personales se vio obligado a presentar la renuncia al cargo-; secretario, Juan Francisco Fumero Gutiérrez; maestra de ceremonias y vocal de Caridad, Concepción Ramos Méndez, y la tesorera y vocal de Apostolado, Josefa Luis González”.

Elena Cid es de ideas claras: “El objetivo principal es el de no solo mantener, sino incrementar, el culto y devoción al Gran Poder de Dios y retomar metas, objetivos que por causas ajenas a la voluntad de los que estuvimos ostentando los cargos durante el mandato de Leopoldo Afonso no se pudieron cumplir”.

Sobre el papel actual de la mujer en la Iglesia, Elena Cid indicó que “es un papel muy activo y ciertamente no solo no suficientemente recompensado, sino tampoco valorado. A fin de cuentas, uno está al servicio del Señor y sus cosas por puro altruismo, por fe, pero eso no quita que en más ocasiones de las deseables no se dé el respeto y consideración debidos al trabajo de tantas mujeres, de tantos laicos en general, dentro de la Iglesia. Particularmente -agregó-, yo no me considero ejemplo de nada, porque soy un ser humano y cometo errores como lo hacemos todos. Soy bastante inasequible al desaliento y trabajo todo lo que puedo por el Señor. Si eso sirve a otros hermanos para motivarlos, para estimularlos a trabajar también por esa causa común que nos une, daré por bueno todo el esfuerzo y trabajo realizado.” 

Expresó un público agradecimiento a Sebastián Márquez, anterior hermano mayor, y recalcó que “esta Elena que hoy es hermana mayor electa de la Venerable Hermandad del Gran Poder de Dios lo es gracias al valiosísimo ejemplo que recibí de todos mis antecesores en el cargo, a personas imprescindibles en la Hermandad como lo es su Camarera de Honor, doña Conchita Carrillo, ejemplo vivo de la entrega más absoluta y sin reservas al Señor y a su Hermandad; y a otras personas como Lolina Hernández, quien se dejó la piel literalmente, tocando puerta a puerta, buscando fondos para proveer al Señor de todo lo necesario para rendirle culto con la dignidad y empaque que merecía y a tantos otros  que no conocí personalmente pero cuyas obras trascendieron a su persona y que aún hoy hablan alto y claro de su amor por nuestro Gran Poder de Dios.”

Elena Cid quiso terminar animando a todos los fieles cristianos a vivir con fe y devoción esta Semana Santa 2023.

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