El hidrógeno verde se ha convertido en una de las grandes apuestas tanto de España como de la Unión Europea para lograr la transición energética y la descarbonización de la economía. Es bastante impresionante, si uno realiza una búsqueda de noticias por Internet, la cantidad de informaciones que aparece en español anunciando iniciativas en nuestro país alrededor del hidrógeno verde. Y no solo eso, también existe una clara estrategia institucional: España dispone desde el año 2020 de un Plan Nacional del Hidrógeno Verde, una hoja de ruta para impulsar el despliegue del hidrógeno renovable “como un vector energético sostenible y clave para alcanzar la neutralidad climática y un sistema eléctrico 100% renovable no más tarde del año 2050”.
Un plan que incluye 60 medidas y fija objetivos nacionales ya para 2030, como instalar cuatro gigawatios de potencia de electrolizadores (los dispositivos necesarios para generar el hidrógeno), cuyo funcionamiento (y de ahí el apellido verde) surge solo de energías renovables como la solar o la eólica.
En paralelo, y con una clara coordinación con los Estados miembros, el empeño también se extiende a nivel de la Unión Europea. La Comisión se fijó ya en 2020 el objetivo de producir 10 millones de toneladas de hidrógeno renovable en la UE para 2030 y desarrollar una capacidad instalada de 40 gigavatios de electrolizadores (de los que, como pueden deducir, una décima parte estarían en España).
La Comisión Europea ha autorizado recientemente que España y otros 12 países de la UE inviertan 5.200 millones de euros de financiación pública para impulsar la investigación y la innovación sobre el hidrógeno, al objeto de lograr ese objetivo de las 10 millones de toneladas anuales de hidrógeno renovable (en artículos anteriores ya les conté que, a diferencia del verde, el rosa surge de la energía nuclear y el gris de la quema de derivados de los combustibles fósiles) para 2030.
España se ha implicado con empeño en este esfuerzo europeo, participando con siete proyectos en esta iniciativa, que abarcan desde la construcción de infraestructuras relacionadas con el hidrógeno hasta el desarrollo de tecnologías innovadoras para integrarlo en los procesos industriales de sectores como el acero, el cemento o el vidrio.
Como les digo, es impresionante la cantidad de cosas que están sucediendo alrededor de este nuevo vector energético del que, paradójicamente, la ciudadanía no sabe prácticamente nada, por lo que es fundamental que desde instituciones, empresas y medios de comunicación se haga pedagogía para trasladar que este es uno de los caminos más eficientes y efectivos para frenar el cambio climático reduciendo las emisiones que producen el calentamiento del planeta.
En los últimos meses he escrito y hablado mucho de hidrógeno y de emergencia climática, y siempre trato de traer a colación que Canarias es una tierra pionera en España en el planteamiento del hidrógeno verde como la energía del futuro. Y eso, lamentablemente, es algo que no se conoce.
A principios de la década de los 2000, concretamente en 2004, científicos canarios, entre los que estaba el catedrático de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (Ulpgc) Antonio Gómez Gotor, diseñaron un proyecto europeo llamado Hymac (Plan para la Implantación de la Economía del Hidrógeno en la Macaronesia), que abarcaba las islas de Azores, Madeira y Canarias.
El objetivo del proyecto Hymac era identificar las tecnologías de producción, almacenamiento y uso del hidrógeno, tanto en forma centralizada como descentralizada y como combustible para transporte terrestre, analizando la problemática, los desafíos y las líneas de investigación de cada una de ellas.
El proyecto también incluía un programa de sensibilización para la ciudadanía, con el esfuerzo de dar a conocer lo que en el futuro debería ser una nueva Economía del Hidrógeno en la región macaronésica. Fue financiado por el programa de Iniciativa Comunitaria Interreg III-B Azores-Madeira-Canarias (Feder) y se desarrolló entre 2004 y 2006. “La construcción de una economía del hidrógeno es un proceso de largo alcance que requiere de todo el siglo XXI para consolidarse”, decía el informe final del proyecto.
Entre los socios del proyecto Hymac se encontraban universidades, institutos tecnológicos, empresas energéticas, Gobiernos regionales e insulares, mancomunidades municipales y organizaciones ecologistas. Algunos ejemplos son la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (coordinadora del proyecto), el Instituto Tecnológico y de Energías Renovables (ITER), Unelco, Electricidade Dos Açores (EDA), el Gobierno de Canarias, el Cabildo de Tenerife, Air Liquide o la Agencia Insular de Energía de Tenerife.
“Las regiones autónomas de la Macaronesia disponen de un potencial en recursos energéticos renovables, de masa crítica y conocimiento considerables en su aprovechamiento, de necesidad imperiosa de diversificar sus fuentes energéticas y objetivos bien definidos para el aumento de la eficiencia energética, son un excelente local de prueba para el desarrollo del hidrógeno y las pilas de combustible”, señalaban las conclusiones.
En estos momentos, donde toda España y la Unión Europea avanzan en proyectos y planteamientos sobre el hidrógeno verde, tiene un valor enorme que científicos canarios ya estuvieran pensando hace 20 años en que el hidrógeno verde sería un vector energético ideal no solo para Canarias, sino para toda la Macaronesia, esta región que comprende los archipiélagos de Azores, Madeira y Canarias, con un gran potencial para producir hidrógeno verde a partir de las energías renovables, eólica y solar, que abundan en estas islas.
El hidrógeno verde puede ser una solución para reducir la dependencia energética de estos territorios, que actualmente se basan en gran medida en los combustibles fósiles importados. Además, el hidrógeno puede contribuir a diversificar la economía de nuestras regiones, creando empleo y riqueza en sectores como el transporte, la industria o el turismo.
El proyecto Hymac fue una iniciativa pionera que ya hace 20 años apuntaba a la viabilidad técnica y económica del hidrógeno verde en la Macaronesia. El camino se marcó hace años, y es el momento de comprender y reivindicar, a la vista de lo rápido que está yendo todo y de la urgencia climática que vivimos, que para avanzar hacia este modelo energético limpio y sostenible se necesitan tanto una mayor implicación política y social como una mayor inversión pública y privada.
En este contexto, pues, Canarias no puede quedarse atrás y debe aprovechar su experiencia y sus ventajas competitivas para liderar el desarrollo del hidrógeno verde en la Macaronesia y en Europa. Como ya señalé en un artículo el pasado mes de abril, en Canarias tenemos la oportunidad de convertirnos en un puente tecnológico entre Europa y África, un continente con un enorme potencial para producir hidrógeno verde a bajo coste y exportarlo al resto del mundo. El hidrógeno verde puede ser un factor de cooperación y desarrollo entre ambos continentes, favoreciendo la creación de alianzas estratégicas y la integración regional.
Canarias, pues, debe reivindicar su papel como referente del hidrógeno verde y jugar sus bazas como hub entre África y Europa (esta sí que puede ser una realidad, después de tantos años de oír que queremos ser una plataforma intercontinental en tantas cosas diferentes). Y, sobre todo, contar con África como un socio estratégico en una relación de iguales, sin entender el potencial de nuestros vecinos para generar hidrógeno a partir de la energía solar como un mineral más que colonizar y extraer para saciar la voracidad europea, sino como una oportunidad para que ese vector energético beneficie con su implantación a un continente cuyo crecimiento demográfico requerirá también de un ingente desarrollo energético y de producción eléctrica.
Porque en África también avanzan de forma imparable en este asunto. La Cedeao, comunidad económica de países de África Occidental, es decir, nuestros países vecinos, ya tiene oficialmente una política del Hidrógeno Verde, política que ejecutan a través del Centro para las Energías Renovables y la Eficiencia Energética (Ecree), un instituto científico con sede en Cabo Verde y que ha colaborado en diversas ocasiones ya con Casa África.
Por todo ello, insisto, debemos caminar desde Canarias en esta línea, la de impulsar proyectos innovadores que demuestren las ventajas del hidrógeno como vector energético para la sostenibilidad ambiental, económica y social de las islas. El hidrógeno verde es una oportunidad única para avanzar hacia un modelo energético más limpio, eficiente y resiliente. Ojalá este asunto, tan importante para nuestro futuro, pase a formar parte de la agenda de nuestras instituciones. Nos va mucho de nuestro futuro en ello.
*Director general de Casa África