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Cumbres de Abona, primero el vino, luego el aceite y ahora los pistachos

La sociedad cooperativa de Arico tiene 720 socios y 32 años de historia, su producción vinícola es el 60% de la Denominación de Origen Abona y posee la mejor oliva de Canarias
Cumbres de Abona, primero el vino, luego el aceite y ahora los pistachos
El vivero, con más de 20.000 viñas, se cuida con esmero. F.P.

Manuel Marrero Reyes (1947), recién nombrado Hijo Predilecto de Arico, sigue a sus 76 años cuidando con esmero el centenar de hectáreas que pertenecen a la Cooperativa Cumbres de Abona, de la que es su presidente desde que se fundara, de manera oficial, en 1991, llegando a tener hoy 720 socios y extendiendo su negocio más allá del vino, con campos de olivos que dan el premiado aceite Olivoteide. Ahora, en Cumbres de Abona, en una parcela de 75.000 metros cuadrados, experimentan con la plantación de pistachos. En tres años ya estarán en el mercado. “Aquí, en Arico, con que llueva dos o tres días, como ocurrió en octubre, la tierra es muy generosa”, afirma Manuel Marrero, que mantiene una cruzada para que las aguas de los barrancos se embalsen, a ser posible retomando la olvidada gran presa de El Río.

La Sociedad Cooperativa Cumbres de Abona comienza su andadura en 1989 en un salón de La Cisnera como consecuencia del deterioro paulatino que sufría el sector vitivinícola en la zona del sur de la Isla, constituyéndose como una de las primeras bodegas de la comarca de Abona, a pesar de las trabas que se le ponían desde la Administración y, en concreto, desde la zona norte. “Gracias al empuje de Ricardo Melchior, cuando accedió a la presidencia del Cabildo, pudimos poner en marcha la cooperativa, y Antonio Castro Cordobez, desde el Gobierno, nos subvencionó el 50% de los 2.800.000 pesetas que nos costó un terreno de 75.000 metros cuadrados, con fondos europeos”, recuerda Marrero Reyes. Cuando el Cabildo puso en marcha el Plan Insular Vitivinícola para la construcción de cinco bodegas comarcales, a finales de los años 80, no incluyó ninguna en Arico. Y ello pese a que este es “el municipio agrícola más extenso de la Isla”.

“Nos obligaban a enviar la uva a San Miguel o a Güímar”, detalla el presidente de la bodega comarcal, al explicar que, finalmente, se construyó la bodega comarcal por el empeño de un grupo de viticultores que, “en apenas un mes, ya eran más de 400”, señala Marrero. Cumbres de Abona comenzó en los años 90 con la explotación vitícola, con la introducción de varietales nobles a través de un vivero autorizado, bajo la Denominación de Origen Abona.

La gran bodega está enclavada muy cerca de la Villa de Arico, donde disponen de modernas y amplias instalaciones para elaborar vinos y, desde 2005, aceites. Sus principales marcas en el mercado -casi todo en Canarias, pero también exportan a la Península y Alemania- son Cumbres de Abona, Flor de Chasna -el afrutado es el que más de vende- y Testamento. Este último está elaborado con la cepa reina de Canarias, la malvasía, que precisamente, recuerda Manuel Marrero, tienen “en la Punta de Rasca, donde ahora quieren ampliar el paraje natural, con lo que eso nos perjudica, teniendo allí la mejor malvasía de Canarias”.

Los 720 viticultores socios de Cumbres de Abona son propietarios de los viñedos, que se encuentran situados en los diferentes municipios de la comarca de Abona. En ellos se cultivan todas las variedades de uva, a partir de las cuales se obtienen cualquiera de sus expresivos vinos: listán negro y blanco, Malvasía aromática, baboso negro, tintilla, vijariego negro, gual, merlot, syrah y, ahora, el tempranillo.

Cumbres de Abona ha ampliado su actividad con la explotación del olivar. Fruto de ello es la producción de un aceite de oliva virgen extra, Oleoteide. Este producto ha conseguido en poco tiempo un gran reconocimiento y varios premios en concursos, incluso internacionales, superando a los tradicionales aceites de oliva virgen extra de los países mediterráneos.

Pese a esta valoración, Marrero lamenta que “mientras a los viñedos se les subvenciona con más de 2.000 euros la hectárea, al olivar se le subvenciona solo con 500 euros, cuando cada olivo necesita un mínimo de 25 metros cuadrados”.

“El olivo -comenta-, al igual que el almendro, no necesita mucha agua. Si lo riegas, te da más, pero si no lo haces puede seguir viviendo dos o tres años”. El afamado aceite Olivoteide se hace en la primera almazara de Tenerife, con variedades de aceituna como la barbuzano, arbequina, arbosana, koroneiki, picual y hojiblanca.

“Aquí se da cualquier variedad y Canarias está en disposición de ser autosuficiente en aceite”, apostilla Manuel Marrero. “En Arico se puede comprar terreno por dos o tres euros el metro cuadrado, terrenos muy fértiles”, tanto que ya incluso se ha experimentado con aloe vera y la pitaya, y ahora se introduce el pistacho. La próxima aventura que ha ideado Manuel Marrero, incansable e innovador a sus 76 años.

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