El pleno de Santa Cruz, ya era hora, ha decidido nombrar Hijo Predilecto de la ciudad a Juan Viñas Alonso. Juan Viñas, durante el mandato de nueve alcaldes, fue quien mantuvo con mano de hierro el Carnaval chicharrero y logró que fuera el mejor de España, aunque algunos dicen que también el segundo mejor del mundo, tras el de Río. Esto último me parece exagerado. Yo soy amigo de Juanito Viñas de toda la vida. Tenía fama de agarrado. Los llaveros del Carnaval del año 80 los repartía dos años más tarde, y las revistas del Carnaval las guardaba en un armario y las sacaba, un suponer, tres años después, con lo que la reina no era la reina, sino otra que ya nadie recordaba. Aparte de esas manías, Juan es un genio que va a llegar a los 90 como el gran artífice de la fiesta, el hombre que le dio vida, el que apaciguó las peleas de las murgas, el que aguantaba los rollos de la gente del Carnaval, que es muy pesada y se cree el ojete del mundo. Desde la Comisión de Fiestas a la Gerencia del Carnaval, años de zozobras, de pobrezas y también de abundancias. A Juan, que generalmente todo le importa un huevo, tiene que emocionarle este reconocimiento, al que nadie se ha opuesto sino que la decisión ha sido unánime gracias a que Viñas es un ser indiscutible, que está en la historia de la ciudad, como lo están Paco Pimentel, Paco Zuppo, Manuel Hermoso, José Emilio, Miguel Zerolo y tanta gente que ha luchado por ella. Todos queremos a Juanito Viñas, que cuando nos entregaba los carnés para asistir a los actos a los periodistas le había pintado un bigote a Lito Mesa con un rotulador, a mí unas orejas grandes y a otros unos cuernos enormes. Un abrazo, Juan.