cultura

Un festival con identidad propia

El 18º Festivalito de La Palma acoge el rodaje de 101 cortometrajes en apenas una semana
El Circo de Marte acogió parte de las proyecciones del 18º Festivalito. / Virginia Park

Por Benjamín Reyes / La programación de cine del 18º Festivalito de La Palma llega a su recta final con la maratón de cortometrajes rodados en apenas unas semana, bajo el genuino lema Me niego a madurar no soy un aguacate.

Durante los nueve días que se ha dilatado el certamen cinematográfico he podido confraternizar con gente de otras partes del planeta que te dan una nueva dimensión de la realidad, como la cineasta ucraniana Ulyana Osovska, la periodista y guionista cubana Yanetsy León González, que presentó una muestra del Festival El Almacén de la Imagen (que se celebra en Cuba), o el joven aventurero Unay Canela, que con tan solo 19 años ya ha recorrido los cinco continentes.

Durante estos nueve días de cine, aparte de rodarse 101 cortometrajes se han exhibido 11 largometrajes, tanto en El Paso como en Santa Cruz de La Palma. Hay una sesión cinematográfica con coloquio posterior que quedará en el recuerdo: la de Tales of a Toy Horse, de la ucraniana Ulyana Osovska, que mantuvo un emotivo coloquio con el público.

Su punto de vista es original y conciliador, ya que muestra la solidaridad que surge entre determinadas personas en el conflicto entre Ucrania y Rusia, a través de la figura de Anatoli, un religioso que vive en la frontera entre Estonia (Tallin) y Ucrania, que se dedica a ayudar a las víctimas del conflicto. Filme que emociona por su halo poético, que incluye animaciones que funcionan a modo de metáfora. Un filme que habla de lo mejor del ser humano en la peor situación posible. Delicada, sensible. Cine como bálsamo ante el horror de la guerra.

Diametralmente opuesta fue la propuesta de El fantástico caso del Golem, de Burnin’ Percebes, que ofrecen un humor corrosivo no exento de cierta reflexión sobre temas tan dispares como las relaciones personales en la era de las aplicaciones de citas, de cómo los algoritmos contralan nuestras vidas o del miedo a hablar de la muerte. Cuenta con un reparto estelar, que incluye a Luis Tosar, Ana Castillo o Brays Efe. Descacharrante. De los Burnin’ Percebes también se pudo ver La reina de los lagartos, una auténtica marcianada rodada en super-8.

Probablemente, el filme más epatante fue El castigo, del cineasta chileno Matías Bize. Largometraje singular, rodado en un solo plano secuencia en medio del bosque con apenas cinco intérpretes, que invita a una honda reflexión sobre las relaciones de familia. El intenso debate posterior se prolongó tanto como la propia película: 87 minutos.

Entre montañas, de Unai Canela, sorprendió a propios y extraños porque este joven de 19 años, ya ha recorrido los cinco continentes junto a su padre. Con solo 16 años, y en pleno confinamiento, rodó Entre montañas, en el Pirineo catalán, una lúcida reflexión sobre la relación entre los seres humanos y la naturaleza.

Eterna, de Juanma Sayalonga y David Sainz, es un interesante documental que recupera la figura de la malograda rapera Gata Cattana, que se ha convertido en un icono para los jóvenes. El único disco que publicó, Banzai, fue de forma póstuma gracias al esfuerzo de su familia y sus amigos. En vida se auto editó el poemario La escala de Mohs, que se ha reeditado en tres ocasiones. “Es importante que no se pierda su legado y que su memoria siga viva”, comentó Sayalonga en la presentación. El documental cumple ese objetivo y además no solo gustó al público juvenil, sino a gente madura como la espectadora septuagenaria con la que estuve hablando un rato tras la proyección.

Uno de los rodaje en el 18º Festivalito. / Virginia Park

Por su parte, Vídeo Blues, de Emma Tussel, es un diario visual íntimo que remueve los sentimientos de cada espectador. Domingo, Domingo, de Laura García Andreu, es una comedia rural que se vertebra en torno a un personaje sin par, que reflexiona sobre la importancia de la naranja en la cultura valenciana.

SESIONES GOLFAS

Entre las novedades de este año destacaron las sesiones golfas celebradas en el Crea Lab de El Paso, antiguo cine Los Ángeles, donde el pionero Miguel Brito exhibió cine hace 100 años.

En un ambiente distendido, cerveza en mano, se proyectaron cortometrajes de diverso pelaje, hasta bien entrada la madrugada. Sobresalieron los cortos de la muestra del festival cubano El Almacén de La Imagen. Una edición más, y van 18, el Festivalito se vuelve a convertir en un espacio de creación y diálogo entre creadores de diversas partes del mundo que apuestan por el cine más arriesgado, que se plantea preguntas, a la par que enardece el alma.

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