Por Antonio Martinón. | Las elecciones próximas no van de políticas, pero sí de política, de la idea que tenemos de España, de la democracia… de la convivencia. Respeto a los votantes de cualquier opción. Pienso que la armonía social lo necesita. Pero no respeto cualquier idea. Rechazo aquellas que van contra la concordia.
La política tiene mucho de razón y también de sentimiento. No somos de una sola pieza. Tenemos incoherencias en nuestros pensamientos y en nuestras acciones. A veces emerge lo más generoso que tenemos y en otras ocasiones asoma lo peor que llevamos dentro. Cada uno se sitúa ante el mundo lleno de ideas y emociones que ha cocinado a lo largo de los años, con la experiencia y la inteligencia. En la sociedad y en el trabajo, con los amigos y la familia, ha cincelado una personalidad. Nos pasa a todos, votemos lo que votemos. Somos una mezcolanza, igual que ocurre con las formaciones políticas. Ocurre con Vox, con Bildu, con ERC, con Junts, con Sumar… También con PP y PSOE.
Me dirijo a los electores, cada uno con el maravilloso poder del voto en su mano, porque de todos depende lo que pase con España después del 23 de julio. Durante los últimos 45 años, desde que aprobamos la Constitución, hemos avanzado fortaleciendo la convivencia, con reconocimiento de derechos cívicos, con avances sociales, con la aceptación de las diferencias, con justicia social, con la integración de las singularidades territoriales y con el fin del terrorismo (por cierto, la peor herencia de la Dictadura de Franco). Todo esto se ha hecho, se ha podido hacer, porque la gran mayoría de la sociedad española es demócrata y partidaria de la justicia, la igualdad, la libertad… Porque ha habido mucho diálogo, tolerancia, entendimientos, acuerdos…
El pacto entre PSOE y lo que ahora es Sumar ha dado lugar al primer gobierno de coalición, que ha llegado a acuerdos con Bildu, ERC y Junts, asunto principal en el debate electoral. No se habla tanto de lo acordado como con quién se ha hecho. Estas organizaciones políticas defienden la independencia de sus territorios. Sus militantes no se sienten españoles y quieren dejar de serlo. No tanto sus votantes. A sus pretensiones, la respuesta de los Gobiernos, del PP y del PSOE, ha sido clara y contundente: no es posible, la Constitución no lo permite. Sin embargo, Bildu, ERC y Junts participan en la política nacional con sus criterios propios y a veces llegan a acuerdos. No toda la política se refiere a la unidad de España, aunque eso para muchos de nosotros sea lo primero.
Por otro lado, también se habla del entendimiento entre PP y Vox, ya que se ve como posible un gobierno de coalición entre ambos, tal como ocurre en varias comunidades autónomas. Hay una clara diferencia: no es posible que los independentistas entren en el gobierno del PSOE, mientras que sí lo es que Vox entre en uno del PP. Esto último sería un grave retroceso para España, ya que Vox centra su discurso en los inmigrantes, el colectivo LGTBI, la violencia machista… los separatistas, los comunistas, los socialistas… Al hacerlo promueve el odio. Quiere ir hacia atrás en derechos y volver a la España que ya no existe, centralista y uniforme. Desea destruir lo hecho en estos 45 años, con marcha atrás en la convivencia, caminando hacia una España excluyente, en la que no se respeta la diversidad, alejándonos de ser un país democrático y plural.
Lo mejor para España es que el 23 de julio avancemos en la convivencia, el diálogo, la tolerancia, el entendimiento, los acuerdos… Y si debe haber pactos, que sea entre los que desean avanzar y construir, no retroceder y destruir.