superconfidencial

El agobio

No lo he notado hasta ahora, cuando voy a cumplir 76 años el 16 de agosto próximo. Comprendo por qué los viejos se mueren por el calor y el sofoco que las altas temperaturas produce. Lo entiendo ahora, que ya no voy a la playa ni hago deporte, ni camino un carajo, ni nada. El calor excesivo nos produce a Mini y a mí una sensación de ahogo. Mini tiene, al cambio, más de 80 años y yo estoy a punto de llegar a la meta. Pero esto no hay quien lo aguante. En mi vida había soportado unas temperaturas tan degradantes para el ser humano, así que estoy empezando a creer en el cambio climático, pero jamás en la niñata Greta Thumberg, que es un fraude sueco de la peor estofa. Ojalá el calor sea espantado por la lógica de la Naturaleza esta semana y ojalá que no nos envuelva más en su manto de fuego, ni achicharre los flamboyanes, ni caliente el agua sin necesidad de artificios de butano. Coño, ya está bien de que el medio ambiente juegue con nosotros, vengándose por lo que le hemos hecho durante años. Ojalá que los icebergs vuelvan a sus lugares naturales y no se desprendan por los mares poniendo en peligro a los marineros y a los turistas y a las focas. El agobio, pues, forma parte de nuestras vidas –de la mía, de la de Mini y de las suyas, desocupados lectores— con una contumacia desproporcionada y hoy se agradece un soplo de aire como si fuera agüita de mayo. Siempre hay agoreros y expertos que pronostican lo peor pero yo, que tampoco soy negacionista, pienso que las cosas volverán a su sitio más pronto que tarde y que podamos, Mini, ustedes y yo, seguir respirando con alivio.

TE PUEDE INTERESAR